A la reforma del artículo 2 de la Constitución, para garantizar los derechos políticos de las mujeres en los municipios de usos y costumbres, armonizando el régimen consuetudinario de los pueblos indígenas con los derechos humanos universales, se sumaron la semana pasada tres nuevas reformas para ampliar el catálogo de derechos de las mujeres mexicanas, todas orientadas hacia la plena equidad de género y la igualdad de oportunidades con los hombres.
Por una parte, los diputados aprobamos reformas y adiciones a la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público y a la Ley General para la Igualdad entre Mujeres y Hombres con el fin de erradicar la discriminación de la mujer en el sector laboral, la desigualdad de oportunidades de trabajo y la exclusión laboral, estimulando el fin de estas prácticas lesivas de los derechos humanos. Para alcanzar este objetivo, aprobamos el otorgamiento de puntos para lograr la certificación de equidad de género a las empresas que apliquen políticas de igualdad de género y respeto.
En materia de Seguridad Social, aprobamos una reforma a la Ley del Seguro Social, para garantizar el derecho de las mujeres embarazadas a transferir las semanas de descanso, antes del parto, al periodo post parto con el goce del salario respectivo, otorgado por el Seguro Social. Con esta reforma legal, las madres trabajadoras podrán disfrutar de sus días de incapacidad en el momento en que la madre y el recién nacido lo requieran.
Finalmente, en otra vertiente orientada a profundizar políticas públicas con perspectivas de género, aprobamos diversas reformas a la Ley Agraria para promover el desarrollo económico y social de las mujeres en el campo mexicano. Específicamente, con el fin de facilitar y potenciar el esfuerzo de las mujeres integrantes de cualquier núcleo de población ejidal se crea la Unidad Agrícola Industrial de la Mujer, como forma de asociación libre y organizada para la realización de actividades productivas, de asistencia mutua, y aprovechamiento óptimo de recursos y comercialización de bienes.
En favor de todos los mexicanos, mujeres y hombres, los legisladores federales aprobamos una reforma a la Ley General de Educación, por la cual se garantiza que la educación tenga la mayor cobertura posible, incluyendo a las personas de 15 años o más que no hayan concluido sus estudios, para que tengan acceso a los servicios de educación primaria, secundaria y media superior, así como una formación para el trabajo.
En materia de seguridad pública, para responder y revertir un entorno creciente de violación de los derechos humanos por los cuerpos policiacos del país, se aprobaron reformas a diversas disposiciones de la Ley General del Sistema Nacional de Seguridad Pública y de la Ley de la Policía Federal, para evitar los abusos de autoridad o incumplimiento de deberes por parte del personal encargado de brindar seguridad pública a los mexicanos.
No quiero concluir esta reflexión semanal sin destacar el merecido reconocimiento, uno más, pero el de mayor dimensión internacional, recibido el pasado jueves 9 por la activista paquistaní Malala Yousafzai, junto con el activista indio Kailash Satyarthi, el Premio Nobel de la Paz 2014, “por su lucha para evitar que los niños y jóvenes sean explotados y en favor del derecho de todos los niños a la educación”, como explicó en Oslo el presidente del Comité Nobel, Thorbjorn Jagland.
De Malala, con quien tuve ocasión de conversar en Estrasburgo, Francia, cuando participé en la Reunión de la Comisión Mixta Interparlamentaria México-Unión Europea, en noviembre del 2013, puedo decir que se trata de una joven excepcional que desde niña luchó por el derecho de las mujeres a la educación, enfrentando al régimen talibán que gobierna a su país, Paquistán.
El Premio Nobel de la Paz a Malala Yousafzai, que con sólo 17 años se trata de la persona más joven en recibirlo, es un reconocimiento a todas y a todos los defensores de los derechos humanos en el mundo, mujeres y hombres que arriesgan su vida para construir sociedades con respeto a los derechos fundamentales e inalienables, aquellos que están por encima de sistemas, credos, orígenes e ideologías.
En el caso de la recién galardonada, su vida pudo ser el precio de la lucha por sus férreas convicciones, pues cuando tenía 12 años sufrió un ataque violento que la hirió de bala en la cabeza, un proyectil de la policía bajo el régimen integrista que impera en Paquistán, con heridas que la tuvieron inmovilizada por meses en un hospital de Inglaterra. Su falta: acudir a prepararse a una escuela en un país cuyo gobierno sólo concede ese derecho a los varones.
Por eso, la biografía de lucha de Malala ha recibido ya múltiples reconocimientos, como el Premio Sakharov 2013 otorgado por el parlamento europeo, un premio que otorga por año, por su destacada trayectoria en defensa del derecho de las mujeres paquistaníes y de todo el mundo a educarse y a construir su propio destino.
Autora del libro autobiogáfico “Yo soy Malala”, la joven activista pudo hacer uso de la palabra ante el Parlamento Europeo, como también ha podido llevar su denuncia y su lucha por la equidad de género, la libertad de educación y la defensa de los derechos humanos a la sede de la ONU, en Nueva York.
A este ícono de la lucha por la educación de las mujeres le patenticé que en México, y en especial en los estados rezagados del sureste como Oaxaca, también hay grandes asignaturas pendientes en la materia, pues los mayores índices de analfabetismo, marginación y falta de oportunidades se encuentran entre las mujeres.
Entre los reconocimientos y homenajes que ha recibido la hoy Premio Nobel de la Paz, figura una composición musical del maestro Arturo Márquez, con el auspicio de Conaculta, a través de la dirección de culturas populares, llamada “alas de Malala”, en cuya presentación inaugural tuve la oportunidad de estar presente.
Desde la Cámara de Diputados, y desde todos los foros nacionales e internacionales, mi voz y mi voto seguirán siendo por ampliar los derechos de las mujeres mexicanas, sus derechos sociales, económicos y laborales, así como por un mundo con respeto pleno a los derechos humanos.