Cinco policías oaxaqueños más fueron asesinados a mansalva en Oaxaca. Esta vez, en el paraje La Cementera, de San Vicente Coatlán.
¿Quiénes son los asesinos?
De un lado, del oficial, la ineptitud del secretario de Seguridad Pública de Oaxaca, Raúl Ernesto Salcedo Rosales y compañía; su desconocimiento de los grupos de la zona, el abandono a la tropa que se aprecia tan avasallada que ni siquiera protesta ante la barbarie… y un presupuesto de más de mil 400 millones de pesos.
Del otro, quizá no lo sabremos nunca dada la evidente incapacidad de las instancias de investigación y procuración de justicia estatales, a cuyo mando está Rubén Vasconcelos Méndez al timón de la Fiscalía General de Justicia.
En San Vicente Coatlán hay asesinos y narcotraficantes protegidos por sus armas de uso exclusivo del Ejército, sus costumbres, sus redes delictivas y, principalmente, el endeble estado de derecho que propicia la corrupción, impunidad y el crimen.
Y es que además del maguey, frijol, maíz y chile, en la población se siembra mariguana “desde hace por lo menos 25 años”.
En el pueblo, los narco-caciques alquilan al campesinado para la siembra, cosecha y el traslado de la droga; también obligan a mujeres a trasladar el enervante y, si éstas llegan a ser encarceladas, sencillamente las abandonan a su suerte, a pesar de que todos estén conscientes de la verdad: que el narco impone su ley en el pueblo y nada pueden hacer los más débiles.
Hay también pobladores que siembran la droga en pequeñas parcelas. Las autoridades se limitan a argumentar que la necesidad orilla a los campesinos hacia las actividades ilícitas, de acuerdo con una extensa investigación realizada por Concepción Núñez Miranda en el 2014*.
La siembra de mariguana, amapola y el tráfico de armas es común en la región, como se ha consignado en diversas notas informativas y en monitoreos realizados por México en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas (ONU); SVC no es el único municipio en esas condiciones; no obstante, las autoridades guardan un cómplice silencio.
Sea por la siembra de enervantes o el conflicto agrario, se han documentado en diversos momentos agresiones con fusiles AR-15 y AK-47 en la zona, barricadas en la entrada de San Vicente Coatlán para evitar el paso de militares y la policía estatal –que fue patrullada en algún tiempo por el Ejército Mexicano—, incursiones armadas, emboscadas, incendios de casas y terrenos para siembra de mariguana y amapola… nada de ello ha significado el fin de la violencia y del sometimiento hacia el narco.
Incluso la policía estatal instaló una base de operaciones en las cercanías de San José Obrero Paso Ancho.
No pasa nada, la violencia se mantiene.
Supercarretera, narco, conflicto agrario, robo
El trazo de la supercarretera a la Costa (iniciada hace 12 años) pasa por Los Coatlanes, entre ellos, San Vicente Coatlán. Como dato adicional, ese municipio cobró por derecho de vía y ocupación previa alrededor de 3 millones 152 mil pesos en el 2007.
Además, SVC sostiene una pugna territorial con Sola de Vega sobre terrenos que también se encuentran en el trazo, lo que ha encendido las alarmas en más de una ocasión; el conflicto agrario entre ambos municipios ha bañado de sangre esas tierras con un saldo mayor a los 80 muertos en 60 años de la disputa por 19 mil 597 hectáreas.
El artero multihomicidio contra agentes de seguridad estatal
De acuerdo con la versión oficial, se reportó un aumento en los robos de maquinaria en la zona y, derivado de ello, la Secretaría de Seguridad Pública que dirige el nayarita Salcedo, envió a ocho agentes a reforzar el sector a bordo de dos patrullas, la 1730 y la 1718.
Según información extraoficial, los agentes llevaban la consigna de establecer un módulo para resguardar la maquinaria. Ese tramo lo construye la empresa Coconal.
Bajo qué criterios, con qué investigación previa, qué protocolo se realizó para definir cuántos policías estatales reforzarían la zona, qué equipo y armas llevaron, no se sabe. Lo único que han declarado autoridades es que fue un ataque ventajoso… una agresión de ese tipo, sin embargo, refiere cierta planificación.
No hay detenidos luego del crimen de los cinco agentes a quienes sus compañeros despidieron la mañana del sábado con un sentido pase de lista en el cuartel ubicado de San Bartolo Coyotepec. Antes, en la red se viralizaron videos y fotografías de los cadáveres ensangrentados, de partes del cuerpo destrozadas… ¿respeto a qué en la era de la influencia donde el morbo siempre se impone a cualquier solicitud de humanidad?
Conmovedor también fue el llanto y los clamores de la madre de uno de los caídos. La humilde mujer sobresalía entre los uniformados con un modesto mandil a cuadros y una brillante pañoleta verde coronándola… su rostro desencajado contrastó con la rigidez de piedra de las facciones del secretario Ejecutivo del Consejo de Seguridad Pública, Manuel Vera Salinas, quien la tuvo de frente por unos segundos durante el citado homenaje de cuerpo presente a las víctimas.
No hay detenidos ni tampoco indicios que nos lleven a confiar en que las autoridades resolverán el caso mediante una aguda investigación; como como ya se indicó, SVC tiene una fuerte presencia de grupos que se dedican al negocio de las drogas y las armas.
Así, la justicia para los policías estatales Máximo Medrano Onofre, Hildeberto de Jesús Flores Ibáñez, Pedro López Ramírez, Bryan Talledos Toribio y Germán Jiménez López, emboscados y asesinados en el paraje La Cementera de San Vicente Coatlán, se vislumbra, repasando el contexto, como una pretensión absurda.
Y a todo Oaxaca nos queda claro, autoridades.
¿Cuántos Coatlanes más habrá para Salcedo, quien, por cierto, se ha negado hasta en tres ocasiones a comparecer ante el ministerio público federal por los hechos sangrientos del 2016 en Nochixtlán, como lo exige la Covic? Eso es lo que el gobernador Alejandro Murat debe valorar.
*NÚÑEZ MIRANDA, C., 2014, puede consultarse en: http://www.pensamientopenal.