La ambivalencia de Biden estaba arraigada en una cruda y comprensible emoción: de acuerdo con colaboradores y amigos cercanos, el Vicepresidente no ha sido el mismo desde que su hijo Beau, ex fiscal general del estado de Delaware, murió de cáncer cerebral en mayo.
Fue el segundo hijo que Biden perdió. Su hija y su primera esposa murieron en un accidente automovilístico hace décadas.
En el velorio de su hijo, Biden dijo a sus amigos que Beau, durante sus últimos días, dijo que esperaba que su padre se postulara para Presidente.
Biden compartió esa historia en varias ocasiones durante las semanas siguientes. Varios lo interpretaron como un ejercicio terapéutico para un hombre en duelo.
Pero durante el verano, las persistentes dudas sobre el uso que dio Clinton a una cuenta de correo electrónico privada, combinada con la aparición del senador Bernie Sanders, de Vermont, como un fuerte oponente de la ex Secretaria de Estado, ayudaron a persuadir al Vicepresidente sobre que había una oportunidad para él para contender.
Sus ayudantes estaban profundamente divididos sobre si Biden –quien contendió, sin éxito, a la presidencia en 1988 y 2008– debía intentarlo de nuevo, especialmente cuando muchos de los principales donantes del partido y estrategas veteranos, entre ellos algunos asesores de Obama, estaban apoyando a Clinton.
Pero Biden continuó ponderando sobre si entrar a la carrera presidencial e hizo apariciones abiertamente políticas, como una durante el desfile del Día del Trabajo en Pittsburgh.
También sobresalió una entrevista muy emotiva que concedió a Stephen Colbert, a finales del verano.
En ella habló de romperse inesperadamente y de no estar seguro sobre si tenía la fortaleza emocional para una larga campaña política tras una pérdida tan dolorosa.
Las dudas persistieron, como lo han hecho a lo largo de su carrera, sobre si podía armar un equipo lo suficientemente fuerte como para tener éxito. Biden nunca ha sido reconocido por ser un buen seductor de donantes, y no comenzó a buscarlos hasta septiembre, sin hacerlo muy en serio.
Al mismo tiempo, los aliados de Clinton se preparaban para lo que habría sido una desastrosa y agotadora campaña contra un rival cuya mayor cualidad política es su autenticidad.
En su discurso de hoy, Biden realizó una vigorosa defensa de los logros de la gestión de Obama e instó a demócratas y republicanos a trabajar juntos.
“Este país cometería un error trágico si tratamos de deshacer el legado de Obama. Los estadounidenses hemos llegado demasiado legos para eso. Los demócratas no deberían solo proteger y defender estos logros, deberían basar en ellos su campaña.
“Pese a que no seré candidato, hablaré con claridad y contundencia sobre dónde nos posicionamos como partido y hacia dónde necesitamos avanzar como nación.
“No creo que debamos considerar a los republicanos como nuestros enemigos. Son la oposición. No son nuestros enemigos. Y por el bien del país, debemos trabajar juntos”, agregó.
Biden probablemente habría enfrentado preguntas difíciles sobre su historial como senador, incluyendo su papel en la aprobación de leyes contra la delincuencia en 1990 que ahora son atacadas por los defensores de una reforma de la justicia penal, como el movimiento Black Lives Matter.
También corría el riesgo de que su familia fuera expuesta, como su hijo Hunter, abogado y hombre de negocios que fue expulsado del Ejército tras dar positivo por drogas en 2014.
Antes de que Beau se enfermara, Biden había contemplado entrar en la carrera. Él estaba profundamente herido por la prisa con la que mucha gente que había servido o donado a Obama se decantó por Clinton.
Varias veces, el Vicepresidente sintió que le fue negado cierto respeto por parte de los asesores de Obama.
reforma.com