“Todos los revolucionarios proclaman sucesivamente que las revoluciones pasadas no condujeron en definitiva más que a engañar al pueblo, y que solamente la que ellos tienen a la vista será la verdadera revolución”. Wilfredo Pareto
Los cambios habidos, hace unos días, en el gobierno federal causaron algunas inquietudes en los mercados financieros del país al aumentar la incertidumbre y no saber con certeza hacia donde nos dirigimos.
Sabemos por el Presidente, que el gobierno lucha a diario contra la corrupción; que México está dividido en dos partes: la del Presidente y la de sus adversarios, la parte conservadora o neoliberal como el Presidente la ha calificado para denostarla; estamos enterados de que el Presidente asegura que las calificadoras internacionales; el Banco de México y prestigiados diarios internacionales están equivocados en sus cálculos económicos respecto al crecimiento del país, pues el Presidente tiene otros datos que señalan lo contrario y que la economía mexicana está en marcha.
No obstante todo lo que ocurre y poco se sabe, los cambios de funcionarios en el equipo presidencial tuvieron ciertas repercusiones con la renuncia del secretario de Hacienda, Carlos Urzúa Macías, al haberse transparentado las diferencias técnicas con el Presidente y Alfonso Romo, funcionario que opera como el brazo financiero del Presidente y principal enlace con inversionistas, banqueros y hombres y mujeres de negocios. Alfonso Romo coordina dineros y negocios del gobierno y ordena el sí o no de la economía desde Palacio Nacional. La Secretaría de Hacienda solo cumple órdenes del Presidente y de su brazo ejecutor.
De manera, que el cargo de Secretario de Hacienda se redujo a un nivel secundario, como fue también el caso del senador, Germán Martínez, cuando estuvo al frente del Seguro Social.
Obedeciendo y firmando solamente no para ejercer las técnicas adecuadas que convengan a la buena marcha y rumbo de la economía del país.
La tarea de Urzua en Hacienda fue marginada hasta el punto de solo aprobar y firmar las decisiones que se le imponían a través de Raquel Buenrostro, Oficial Mayor de Hacienda, o el subsecretario, Arturo Herrera Gutiérrez. La renuncia fue la solución digna de un profesionista del calibre de Carlos Urzúa.
Con la renuncia de Urzúa también se aclaró que Alfonso Romo, diseñó, junto y bajo la dirección del Presidente, el actual Plan de Desarrollo Económico, proyecto que sustituyó al presentado inicialmente por Carlos Urzúa; pues según el Presidente, el proyecto del Secretario de Hacienda representaba la continuidad del Plan de Desarrollo Económico neoliberal de los gobiernos anteriores conducidos por Agustin Carstens y José Antonio Meade, ambos ex secretarios de Hacienda en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Obviamente y ante estos hechos, las diferencias entre el Presidente y el secretario de Hacienda se ahondaron, incluso, el Presidente declaró en una de sus mañaneras: “Vino nuevo en botellas viejas no hacen buen vino”.
Carlos Urzúa escribió en su renuncia algo que vale la pena tener en cuenta: “Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia, cuando los diversos efectos que esta pueda tener y libre de todo extremismo, sea este de derecha o de izquierda. Sin embargo, durante mi gestión las convicciones anteriores no encontraron eco […] “
Debemos decir, que la renuncia de Carlos Urzúa y las repercusiones causadas se amortiguaron en tiempo corto al haberse nombrado de inmediato al sucesor, que reúne las calificaciones necesarias. No obstante, la desaceleración de la economía aceptada por el Banco de México y la recesión en puerta, de la que hablan los economistas y las calificadoras, como sombras siguen los pasos a las declaraciones del Presidente quien afirma tener datos diferentes.
Ahora es el turno de Arturo Herrera Gutiérrez, nuevo secretario de Hacienda, quien cuenta con la experiencia suficiente para desempeñar las instrucciones que ordene el Presidente y Arturo Romo.
Pasada la tormenta las cosas volvieron a su lugar, pero surgió un nubarrón en Baja California que amenaza convertirse en huracán al estar causando ya disgustos, molestias, protestas de los partidos políticos, legisladores federales y funcionarios de Instituto Nacional Electoral por las alianzas que hicieron diputados locales del PRI, Morena, PRD, PAN, MC de Baja California para realizar una enmienda constitucional que permita al gobernador electo y votado para un periodo de gobierno de dos años, lo realice en cinco años.
De esto habrá que escribir y opinar mucho pues estamos en presencia de un grave violación a la Constitución Nacional.