Un tentáculo robótico fabricado con un material blando y flexible. Ha sido construido por Cecilia Laschi y sus colegas de la Scuola Superiore Sant’Anna en Pisa (Italia) y es el máximo exponente de una nueva tendencia en robótica, la que apuesta porque el cuerpo de los robots futuros sea blando y capaz de adaptarse a cada situación.
Además, como en el caso del pulpo, la idea es que su cerebro resida en estos tentáculos; es decir, que no necesite un órgano externo para funcionar. Por ahora solo tiene una, pero la idea de Laschi y su equipo es crear un robot con ocho patas.
Otra prueba de esta tendencia es un brazo suave creado con fines quirúrgicos por el equipo del King’s College de Londres, que entrará en el cuerpo de los pacientes a través de una pequeña incisión.
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