* Pese a mi convicción vasconcelista antiyanqui, jamás antinorteamericana, nunca dejaré de reconocer la mayor virtud ciudadana de los estadounidenses: Respeto absoluto a la Constitución y a las Leyes que de esta emanan.
* Los demócratas en la Cámara de Representantes presentaron formalmente ayer una resolución de ‘impeachment’ en la que acusan al presidente republicano Donald Trump de “incitación a la insurrección”.
(A los familiares, compañeros y amigos de nuestro compañero y amigo fotógrafo Carlos Román Velasco. Un abrazo fraterno y solidario en estos momentos difíciles. Descanse en paz)
A los gobiernos del imperialismo norteamericano se les puede acusar de muchas cosas y se tendrá razón por peores que estas sean: racistas, xenófobos, explotadores y fundamentalmente cínicos.
Los gobiernos estadounidenses no mienten, pecan de cínicos al engañar con la verdad. ¡Cómo llamarse a engaño y poner cara de sorpresa, cuando afirman “no tenemos amigos, sino intereses”!
“Estados Unidos no tiene amigos, sino intereses”, afirmó John Foster Dulles, secretario de Estado de Dwight Eisenhower en los años 50. La doctrina Monroe afirma “América para los americanos”.
Franklin Delano Roosevelt dijo sobre el dictador nicaragüense Tacho Somoza: “Sí, es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, que aplicó después Henry Kissinger al segundo Somoza.
Pese a mi convicción vasconcelista antiyanqui, jamás antinorteamericana, nunca dejaré de reconocer la mayor virtud ciudadana estadounidense: Respeto absoluto a la Constitución y a la Ley.
Ello es posible, gracias a su férrea y sólida cultura de la legalidad. ¡Quien viola la Constitución y las leyes que de esta emanan, quien quiera que sea, es sujeto de una sanción al caer sobre él todo el peso de la Ley!
Esta trascendental lección de vida debe ser aprendida por todo el mundo democrático en general, pero especialmente por el pueblo y gobierno de México para resolver todos sus problemas.
Ante la falta de una férrea y sólida cultura de la legalidad en México, los gobiernos y las autoridades de procuración e impartición de justicia generalmente aplican la Ley de manera selectiva.
No sólo les anima en tales decisiones la letra y el espíritu de la sentencia: “A los amigos justicia y gracia; para los enemigos, la ley a secas”, sino su aplicación como instrumento de venganza política.
Los gobiernos de la mafia del poder del PRIAN y del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) proclaman hipócritamente: “Al margen de la ley, nada; por encima de la ley, nadie”.
De manera incongruente, frecuentemente hacen suya la frase del populista presidente argentino Juan Domingo Perón, impulsor del justicialismo: “Dentro de la ley todo fuera de la ley nada”.
Mucha cultura de la legalidad nos hace falta a los mexicanos en general y de manera especial a los oaxaqueños como parte de una educación integral, basada en principios y valores universales.
No obstante nuestro analfabetismo de la legalidad, jamás debemos olvidar las sabias lecciones de la historia patria: ¡Sólo el Imperio soberano de la Ley ha salvado y seguirá salvando a México!
Tres hechos prueban nuestro dicho respecto de EE.UU.: Cuando el presidente Richard Nixon violó la Constitución por espiar a sus adversarios electorales, se vio obligado a renunciar e irse defenestrado al basurero de la historia.
Nixon evitó ser objeto de un impeachment o proceso de destitución por el Congreso de los Estados Unidos al participar en el escándalo Watergate, al renunciar a la presidencia el 9 de agosto de 1974.
Cuando Chelsea Clinton fue detenida por un oficial de Tránsito por conducir en estado de ebriedad, de nada sirvió que fuera hija del presidente en funciones Bill Clinton, y fue sancionada con trabajo comunitario.
Casi cinco décadas después de la renuncia de Nixon, 47 años, el 6 de enero de 2021, el presidente Donald Trump intentó dar un fallido golpe de estado incitando a la insurrección a sus seguidores desde la Casa Blanca.
Los demócratas en la Cámara de Representantes presentaron formalmente ayer una resolución de ‘impeachment’ en la que acusan al presidente Donald Trump de “incitación a la insurrección”.
Los republicanos bloquearon el intento de los demócratas de pedir al vicepresidente Mike Pence que destituya a Trump bajo la 25ª Enmienda por su papel en el asalto al Capitolio el 6 de enero.
Los legisladores votarán la resolución esta semana, lo que iniciaría el proceso de juicio en su contra y convertiría a Trump en el primer presidente en la historia de EE.UU. en ser acusado dos veces.
“Estamos reunidos aquí por el orgullo herido de un egoísta”, dijo el senador republicano Mitt Romney, momentos después que la sesión del Congreso pudo restablecerse en el Capitolio.
“Lo que ocurrió fue un acto de insurrección incitado por el presidente de Estados Unidos”. Está en lo correcto Romney. La terquedad narcisista de Trump se ha convertido en apetito de sedición.
Antes que aceptar su fracaso democrático, como lo han hecho todos los candidatos derrotados en dos siglos y medio de historia del país, Trump miente, calumnia, conspira y traiciona a su patria.
De ahí su discurso de polarización y odio, que ha dividido y enfrentado y llamó la atención de miles de sus seguidores. Algunos de ellos creyeron justo y necesario invadir el Capitolio federal.
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