Especialistas e investigadores asistentes al XXII Congreso Internacional de Ciudades Patrimonio, reprobaron la actuación de los profesores de la sección 22 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) que representan un serio factor de peligro para la permanencia y vigencia de las ciudades coloniales, por las constantes movilizaciones que protagonizan y por sus expresiones de destrucción en contra de fachadas y edificios históricos y emblemáticos.
Olga Orive Belinguer, presidenta del Comité Nacional Mexicano del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) en la UNESCO, mostró su preocupación por la falta de respeto que tienen los propios docentes contra los monumentos históricos de sus ciudades de origen, como ocurrió con Oaxaca, donde fueron destruidas y desbaratadas las fachadas de algunos edificios emblemáticos, como el paraninfo de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, para enfrentar y arrojar piedras a la policía, durante la última gira que realizó al propio centro histórico oaxaqueño el ex presidente Felipe Calderón.
“Oaxaca es una de la ciudades consideradas como patrimonio histórico de la humanidad con la más alta efervescencia política y de discusión de México, pero ello no quiere significar que sufra terriblemente por la falta de respeto de muchos de sus manifestantes, entre ellos los docentes, que avasallan su propio patrimonio.
“Creo que si este tipo de grupo se manifestaran solo expresando sus ideas, avanzarían más que destruyendo un vestigio de su historia; y lo más grave es que ya nos llegaron al Distrito Federal, donde el ciudadano común ya no se pregunta cómo va estar el clima, sino ¿dónde van a estar manifestándose los maestros?, y verdaderamente es terrible.
“La desgracia es que se les dejó llegar hasta este punto… yo estoy convencida porque me consta, y porque además fui activista en el movimiento del 68, que si desde un principio en lugar de darles prebendas, se les hubiera resuelto sus demandas, no tuviéramos el problemas que hoy nos amenaza a todos”.
En su opinión, los centros históricos en México, verdaderamente se están trasformando en ciudades vacías, porque la gente originaria huye ante las manifestaciones y los ruidos que generan las cantinas y antros en las noches.
“La Ciudad de México tenía 150 mil habitantes y ahora tiene menos de 30 mil en su centro histórico, porque los han ahuyentado”.
Planteó avanzar en la concertación política con los grupos magisteriales, pero cerrando la llave de la entrega de recursos discriminada a los mismos.
Mientras tanto, Denis Richard, secretario general de la Organización Ciudades Patrimonio Mundial, afirmó que una forma de evitar el daño al patrimonio por parte de manifestantes, que llegan a grafitear o dañar edificios, podría ser la utilización de muros artificiales como se utiliza en Quebec.
“Las manifestaciones no son un problema de una ciudad, sino se trata de un problema mundial y estamos frente a un reto mayor en el futuro para lograr mantener el respeto a las mismas con una cambio de cultura”.
En tanto Charles Moumouni, profesor de la cátedra UNESCO en Patrimonio Cultural de la Universidad de Laval, Quebec Canadá, se pronunció por permitir la expresión respetuosa de las manifestaciones callejeras en las ciudades patrimonio, aunque reprobó la estridencia de las mismas. “Las ciudades patrimonio deben mostrar sus diversas expresiones, su movilidad social para reflejar que están vivas, pero sin estridencias”.
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