Todos hacían su doble apuesta. Vaticinaban festivos la capitulación de Humberto Moreira y dividían sus augurios en Beltrones y Osorio Chong para sucederlo. El estigma de evidente corrupción en el seno de la dirigencia priísta fue conjurado, pero la llegada de Pedro Joaquín Coldwell a la oficina principal de Insurgentes (que se hará oficial el próximo jueves), genera un nuevo reto no poco importante: convencer en la realidad de las candidaturas y la campaña que se trata de un nuevo PRI.
Y es que Coldwell, sin dejar de lado su solidez profesional, inobjetada experiencia tanto política como administrativa y condecoraciones múltiples, es vestigio priísta, representante del jurásico tricolor formado en los tiempos de Echeverría y actor de primera línea en los gobiernos de Miguel de la Madrid y Carlos Salinas.
Sin cuenta de facebook, mucho menos de twitter, pero sí con su nombre en una de las calles de su natal Cozumel, Don Joaquín tiene un desafío personal enorme: con sus 61 años, debe convencer a propios, pero sobre todo a extraños de su capacidad para encajar en el esquema del nuevo PRI.
El nuevo PRI, tan necesario para la salud de México, no debe serlo en edad, más bien en actitud.
En definitiva fue la experiencia la que se impuso como criterio para la conducción de la campaña del segundo candidato presidencial más joven, después de Luis Donaldo Colosio. Sólo dos años mayor que Manlio Fabio, el virtual nuevo presidente del PRI habrá de mantener seguramente un bajo perfil. La estrella omnipresente deberá ser el carismático mexiquense.
No es de extrañar que haya sido la mano de Salinas, determinante a la hora de selección de perfiles. Coldwell fue funcionario y embajador durante su gobierno; político altamente eficaz.
¿Cuál será su labor? Mantener a raya a la jauría en que se convierte la nomenklatura de todo partido político en tiempos electorales y especialmente en el proceso presidencial. Encarará los conflictos internos y entregará a Peña Nieto soluciones y posibles consensos. La única preocupación del mexiquense deberá ser, merced a los buenos oficios del Senador quintanarooense, recorrer el país y despertar de nueva cuenta “la mística revolucionaria”, a la par que suspiros también revolucionarios de quienes históricamente le han entregado triunfos al PRI: las mujeres.
Roy Campos anunció el pasado jueves las nuevas resultantes de sus ejercicios estadísticos. Enrique Peña sigue inamovible en un muy distante primer lugar en las preferencias. Son encuestas; nada más pero de igual manera, nada menos.
En un escenario en que sólo 14% de los encuestados tiene mucha confianza en el IFE, el PRI necesita un triunfo inobjetable, amplio, contundente. Y cualquier esfuerzo que se escatime para lograrlo será pecado electoral.
Para estas fechas hace 6 años solo PAN y PRD lograban saldo positivo de opinión; hoy es el PRI es el que lo genera. Sin candidatos el PRI y aliados logran 40%; le sigue PAN con 21% y PRD y aliados con 17%.
Hace 6 años al 5 de noviembre, la elección interna permitió al PAN subir nueve puntos porcentuales y hoy le representa sólo tres.
En noviembre de 2006 el 32% creía que ganaría el PRD; hoy lo piensa el 10%. El PRI pasa de 29% en 2005 a 48% este año.
Espontáneamente un 32% dice que le gustaría Enrique Peña Nieto como próximo presidente, mientras AMLO se atasca en un 11% y Josefina apenas con el 7% .
Las elecciones son en buena parte asunto de percepciones y la buena imagen del mexiquense se ha mantenido a lo largo de seis años, a grado tal que arroja el dato determinante: al enfrentar a Peña Nieto, López Obrador y Josefina, el priista va arriba con 45%, le sigue la panista con 20% y Andrés Manuel con 16%.
Hoy no se trata solo de una mayoría dispuesta a votar por el candidato, se trata también de una mayoría que quieren volver a confiar en el PRI y está dispuesta a entregarle con el voto esa confianza.
Todo esto habrá de cuidarlo celosamente Peña Nieto para que el desgaste normal de la campaña no altere significativamente las estimaciones al día de hoy.
Si hoy fueran las elecciones, el PRI estaría de vuelta en los pinos y en Palacio Nacional; tendría mayoría en el congreso, fuerza suficiente para salir de la parálisis gubernamental y hacer posible la construcción de acuerdos. A siete meses de distancia el PRI combina la juventud con la experiencia. Esperamos ansiosos el resultado.
@MoisesMolina