Todo apunta a que la hegemonía electoral del chavismo en Venezuela terminará en las elecciones legislativas de hoy.
El oficialismo lleva 18 elecciones ganadas y una perdida en 17 años de revolución. Ni siquiera Napoleón Bonaparte con sus batallas.
Una trayectoria impecable que se puede romper el domingo, según todas las encuestas, ante la mastodóntica crisis económica y social que golpea al país y ante la ausencia de su gran líder, Hugo Chávez.
Las encuestas otorgan una ventaja clara a la Oposición, la cual se pondría al frente de un poder público por primera vez desde la llegada de Hugo Chávez al Palacio de Miraflores, en 1998.
Esto lo convierte en unos comicios parlamentarios trascendentales, transformados en un plebiscito que mide la gestión del Presidente Nicolás Maduro al frente del Gobierno.
“Realmente Maduro es el único candidato del oficialismo. Si pierde, el derrotado será el Presidente de la República”, resume el escritor y periodista César Miguel Rondón.
Para arrebatarle al oficialismo el control de la Asamblea Nacional, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), coalición que aglutina a casi todas las formaciones opositoras, se ha aferrado al desgaste de la figura y la gestión del Mandatario venezolano.
Y no es para menos: Venezuela es la nación que sufre la mayor inflación del planeta –más de un 200 por ciento anual–, su Producto Interior Bruto cayó este año un 9 por ciento respecto a 2014 y los índices de escasez de alimentos y medicinas entre la población del país giran en torno al 60 por ciento.
Esta situación ha derrumbado la imagen de Maduro, del que solo un 29 por ciento de los venezolanos tiene una imagen positiva.
Venezuela se enfrenta a una contienda histórica, que la Oposición interpreta como el principio del cambio.
El chavismo controla todos los poderes del Estado: ejecutivo, judicial, económico, militar y los medios de comunicación. Y, de momento, el legislativo.
La pérdida del control en la Asamblea Nacional, representado por su presidente Diosdado Cabello y su mazo, agitado siempre contra la Oposición, asemeja a uno de esos monstruos de inmensos tentáculos al que un guerrero le corta un tentáculo.
En disputa 167 escaños bajo una ley electoral Frankenstein, diseñada por el chavismo en 2009 para que su derrota fuera imposible. Hasta ahora.
“La gente está dispuesta a torcerle el brazo al Gobierno”, vaticina el Gobernador opositor Henrique Capriles.
En sólo una ocasión pudo el antichavismo derrotar al todopoderoso “Gigante de las Américas”. Fue en 2007, en el referendo para la reforma constitucional con la que Hugo Chávez pretendía reelegirse eternamente. Un grupo de estudiantes, con Ricardo Sánchez, líder de la Universidad Central de Venezuela a la cabeza, derrotó de forma sorprendente al Gobierno.
Pero ya casi nadie se acuerda, incluido el propio Sánchez, quien con 20 kilos más milita hoy en la revolución, de forma más sorprendente aún.
“Tenemos mucho que aprender de ellos”, dijo Maduro esta semana al referirse al tránsfuga más famoso de la política venezolana.
Una derrota tras otra hasta llegar a las presidenciales de 2012: el joven Gobernador Henrique Capriles contra el líder de la revolución, enfermo de muerte.
“Mientras yo recorría el país, la gente bebía whisky. ¿Y para qué voy yo a cambiar si estoy tomando un escocés?, me decían. Ese fue el año de mayor gasto público en la historia de Venezuela: 60 mil millones de dólares”, recordó Capriles para REFORMA.
Diez puntos de ventaja para la revolución que se redujeron a sólo uno seis meses después cuando ya el pulso era con Maduro en unas elecciones marcadas por las irregularidades y por el “pajarito” que piaba al “hijo de Chávez” el destino de la revolución.
La decepción ante la derrota y las rebajas socialistas aplicadas por el nuevo Gobierno condujeron a una nueva victoria electoral en las regionales de fin de año en 2013. La mitad de los elegidos fueron militares.
Hoy todo ha cambiado, hasta los paisajes urbanos del país con mayores reservas de petróleo del planeta: múltiples e inacabables colas en busca de productos básicos, personas caminando bolsa en mano, como si fueran zombis que todavía no han muerto.
“Una victoria este domingo contribuiría a impulsar un renacimiento de la Oposición, que inició tímidamente en 2006, cuando decidió articularse políticamente y sus partidos comenzaron a fortalecerse tras una etapa de desprestigio. La MUD ha desarrollado redes y vínculos con las comunidades”, explicó a REFORMA Francisco Coello, profesor de Sociología Política de la Universidad Católica Andrés Bello.
“Con el triunfo iniciaría una nueva etapa propositiva y colocaría un freno al proyecto totalitario del Gobierno, que parece no tener fin”, añadió.
La legislación venezolana impide la publicación de sondeos en la última semana antes de las elecciones, pero todas las encuestas realizadas a finales de noviembre auguran una victoria de la Oposición con un margen de entre 15 y 20 puntos.
Pese a ello, el camino hasta estos comicios no ha sido fácil para la disidencia.
El brazo oficialista, ese que cita Capriles, sigue siendo muy poderoso.
“Iniciada la ofensiva total hacia la victoria del 6-D. Preparadas las fuerzas bolivarianas y chavistas para el domingo de patria y victoria”, arengó Nicolás Maduro el miércoles como orden para la batalla final a sus “seis millones de guerreros”.
El tradicional ventajismo electoral de la revolución se ha profundizado como nunca, a sabiendas de que el “comandante supremo” ya repartió 12 mil millones de dólares para ganar las elecciones de 2012.
Burla de leyes electorales, creación de partidos fantasma para arrebatar votos a la Oposición y discursos apocalípticos para sembrar el miedo se han mezclado con el reparto de taxis, pollo, tablets y pensiones para ancianos entre una población desesperada por la crisis económica del país, y los índices de escasez de alimentos y medicinas y desabastecimiento de productos básicos (en torno al 60 por ciento).
“En Venezuela las elecciones no son contra un partido, son contra el Estado”, le gusta repetir a Vicente Díaz, ex rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), quien ha vivido desde dentro cómo la revolución aplica su rodillo una elección tras otra.
Ejemplos los hay a todas horas. En cuatro horas de programación del canal público, Maduro permaneció en pantalla 140 minutos y el Gran Polo Patriótico se anunció 11 veces. La Oposición, ninguna.
“Maduro viola los artículos 13, 18 y 70 de la Ley Contra la Corrupción al hacer campaña con candidatos del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). Es obsceno el uso del Canal 8 (público) y de la plataforma de medios de comunicación del Estado a favor del chavismo”, denunció Súmate, ONG especializada en elecciones.
Otra organización civil, Transparencia Venezuela, reunió y entregó al Consejo Nacional Electoral (CNE) 401 denuncias sobre abusos electorales.
“La cantidad de cosas que está regalando el chavismo es infinita y son fondos públicos, que están usando descaradamente. Está penado por ley, pero no hay quien haga velar por su cumplimiento”, destacó su directora, Mercedes de Freitas.
“Yo no me voy a entregar bajo ninguna circunstancia, yo sé que vamos a triunfar. Pero si pasara una circunstancia negativa, yo me iría a las calles a luchar con el pueblo, como siempre lo hice, y la revolución pasaría a otra etapa. Nunca jamás entregaríamos la revolución”, insistió Maduro, en un discurso repetido una y otra vez durante la campaña.
Y con una consigna central: “Victoria como sea”.
“El reino del terror que han querido imponer Maduro y algunos de su entorno no es ni la mitad de efectivo que éstos quisieran”, resume la analista política Luz Mely Reyes, una de las más agudas del país.
Las urnas se abrirán dentro de unas horas para dar o quitar razones. Una batalla feroz entre el voto de castigo contra el inmenso aparato del Estado. Tan poderoso que el Goliath de David parece un enano a su lado.
HENRIQUE CAPRILES (43 años)
Gobernador de Miranda y ex candidato presidencial. Forma parte del centrista Primero Justicia, el partido más poderoso integrado en la MUD.
Representa el ala moderada de la Oposición y mantiene, dentro de la unidad, relaciones tensas con los radicales.
Su apuesta por buscar votos entre las filas del chavismo decepcionado y huir de la movilización callejera le enfrentó con Leopoldo López y con María Corina Machado.
LEOPOLDO LÓPEZ (44 años)
Coordinador nacional de Voluntad Popular y prisionero político más emblemático del chavismo. Su movimiento también está integrado en la MUD.
Sufre una condena de casi 14 años de cárcel por los incidentes violentos tras la manifestación del 12 de febrero de 2014, pese a que el fiscal que participó en el juicio huyó de Venezuela para confesar que las pruebas fueron manipuladas.
Representa al ala radical de la Oposición. Su mujer, Lilian Tintori, se ha convertido en el altavoz mundial de su lucha.
HENRY RAMOS ALLUP (72 años)
Secretario general de Acción Democrática, partido socialdemócrata que forma parte de la MUD.
Concurre a las elecciones como candidato por Caracas y es el gran favorito para ser nombrado nuevo presidente de la Asamblea Nacional en caso de triunfo opositor.
Alineado con las tesis moderadas de Capriles, es uno de los políticos más atacados por el Gobierno por su participación en la llamada Cuarta República, que precedió al chavismo.
NICOLÁS MADURO (53 años)
Primer Mandatario de país caribeño y líder máximo del PSUV.
Se convirtió en Presidente tras derrotar a Capriles en las elecciones de 2013 por sólo 224 mil votos.
Fue líder sindicalista, guardaespaldas de Chávez, presidente de la Asamblea y canciller, hasta que el “comandante supremo” decidió que fuera su sucesor.
Se juega su capital político en unas elecciones convertidas en un plebiscito sobre su gestión.
CILIA FLORES (62 años)
Primera combatiente revolucionaria y mujer de Maduro, es el gran poder en la sombra del chavismo.
Fue presidenta de la Asamblea y contralora general. Ahora se presenta como candidata por el Estado Cojedes.
Encabeza el grupo civilista de la revolución, diputados y gobernadores no militares que apoyan a Maduro. Ha sido acusada de nepotismo en diversas ocasiones.
En el llamado escándalo de los “narcosobrinos” están implicados dos sobrinos suyos.
DIOSDADO CABELLO (52 años)
Presidente de la Asamblea, líder del ala militar de la revolución y vicepresidente del PSUV.
Para muchos observadores políticos, el hombre más poderoso del país.
En las elecciones del domingo se presenta por Monagas, tras las derrotas sufridas en Miranda, el Estado de Capriles, que llegó a gobernar antes del triunfo del opositor.
Su gestión al frente de la Asamblea se ha visto salpicada de polémica, ante su autoritarismo y las agresiones sufridas por diputados de la Oposición.
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