Reitera Iglesia llamado a seguir cuidándonos: Alfredo Martínez de Aguilar

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* En su homilía, a puerta cerrada, con motivo de la festividad en honor de Nuestra Señora de la Soledad, al pie de la cruz, el Arzobispo Pedro Vásquez Villalobos reconoció que “este es un año de dolor, de tristeza, de sufrimiento”.
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Al celebrar a la más grande de las mujeres, a la Madre de Dios, aseguró que “toda mujer que es madre es grande en la maternidad, pero a veces son humilladas, despreciadas, esclavizadas, dominadas, falta darles mucho amor”.

 

Predicando con el ejemplo, con cubrebocas por la pandemia, Monseñor Pedro Vázquez Villalobos, Arzobispo de Antequera-Oaxaca reiteró su llamado “todos tenemos que cuidarnos y cuidar a nuestros hermanos”.

Admitió que “la situación que vivimos es angustiante. Siguen muriendo miles de hermanos y miles más se contagian en nuestro país y en el mundo, por lo que tenemos que seguir cuidándonos”.

En su homilía, a puerta cerrada, con motivo de la festividad en honor de Nuestra Señora de la Soledad al pie de la cruz, reconoció que “este es un año de dolor, de tristeza, de sufrimiento”.

“No solamente pidamos el milagro que la pandemia se termine, señaló, también nosotros trabajemos para ello. Hay mucho qué hacer de parte nuestra para que esto llegue a su fin”.

Exhortó a seguir orando y pedir la intercesión de la Madre de Dios, en su advocación de Nuestra Señora de la Soledad que esto llegue a su fin, “queremos seguir viviendo como habíamos vivido”.

“Seguir encontrándonos como hermanos, como familia, como amigos, ir de un pueblo a otro tranquilamente, sabiendo que no nos pasará nada, que no nos contagiaremos, que no regresaremos a casa enfermos”.

“Hagamos lo nuestro y Dios hará lo demás, y la intercesión de María ahí estará”, afirmó en el Santuario de la Basílica de Nuestra Señora de la Soledad, postrado a las plantas de Nuestra Madre.

Lamentó que hay muchos rostros tristes en Oaxaca, “por tanto sufrimiento, por tanto dolor, por tantas enfermedades, por tanta pobreza de quienes habitan en nuestros pueblos, muy pobres”.

“¿Por qué tanta pobreza? si vivimos en un estado muy rico, que tiene muchas riquezas naturales. Algo nos ha faltado a los oaxaqueños para que esté presente tanta pobreza”, cuestionó el prelado.

“Nuestros hermanos sufren el rostro del desprecio, pueblos que desprecian a otros pueblos, personas que desprecian a otras personas. Mujeres que se sienten despreciadas y humilladas”.

Al celebrar a la más grande de las mujeres, a la Madre de Dios, aseguró que “toda mujer que es madre es grande en la maternidad, pero a veces son humilladas, despreciadas, esclavizadas, dominadas”.

“Decimos amar a nuestra Señora de la Soledad y nos falta demostrarlo en el amor a la mujer. Todos tenemos qué hacer que nuestras mujeres se sientan y las hagamos grandes, y respetemos en su grandeza”.

“Madres que al igual que María, también están al pie de la cruz de su hogar, que se sacrifican todos los días, que se desgastan, que van muriendo por el esposo y por los hijos, que lo van dando todo sin esperar nada a cambio”.

“¿Por qué no valorar todo el esfuerzo y sacrificio de las esposas y madres en el hogar? ellas también están al pie de la cruz, y han recibido ahí en su entorno a hijos. Mujer, ahí están tus hijos, ahí está el compañero de tu vida, tu esposo”.

El arzobispo Vázquez Villalobos sostuvo que vale la pena que ellas se sientan muy amadas por todos. Y, en especial, por los más cercanos. Consideró que a veces falta dar mucho amor a las mujeres.

Pidió sentirnos tocados por las manos de María que nos levanta porque hemos caído. Cuando contemplamos a María encontramos consuelo, paz, amor, bendición, Gracia y somos muy felices.

“Pero no nos quedemos sin hacer nada. Acaricia con tu servicio, con tu entrega, con tu forma de ser y de vivir, ve y acaricia el rostro de Dios en cada una de las personas con las que convives, trabajas y te encuentras a diario”.

“Llenemos de amor los corazones de nuestros hermanos para que no se sientan vacíos, para que se sientan llenos y no anden buscando en otros lugares o en otras cosas lo que sólo se encuentra en Dios y en la Madre de Dios, porque María llevará todo hasta su Hijo Jesucristo y regresará a nosotros en bendición y en Gracia”.

Alegrémonos a pesar de la vivencia que tenemos, porque nuestra Señora de la Soledad seguirá bendiciendo a Oaxaca y pidamos esas bendiciones, y a trabajar para que todo esto sea una bendición divina para nuestros hermanos, haciendo las cosas que el Señor nos mande.

“Sigamos en oración, y sigamos aceptando que hay momentos de dolor y de sufrimiento, pero unidos a la pasión redentora de Nuestro Señor, todo eso se convierte en Gracia”, subrayó.

Habrá momentos que estemos al pie de la cruz de algún hermano que sufre, que seamos fortaleza para él, que seamos aliento para él. En otros momentos nosotros estaremos ahí, en el sufrimiento, y otros vendrán a encontrarse con nosotros para fortalecernos y así vivimos, y así es nuestra historia: ser fortalecidos y fortalecer.

“Que María, Nuestra Madre, en su advocación de Nuestra Señora de la Soledad, interceda por todos los oaxaqueños, nos tenga en sus benditas manos y en su corazón y nos lleve hasta su Hijo, Jesucristo, para que todos seamos bendecidos por Él y comprometidos en transformar a Oaxaca, haciendo cada uno vivencias evangélicas, sencillas y humildes, pero que transforman los corazones de nuestros hermanos, cada quien según su estado y según su propia vocación”.

“Que María siga protegiendo a Oaxaca, la siga bendiciendo porque ella es Nuestra Madre y que nos lleve a Su Hijo Jesucristo para que en verdad seamos discípulos que se entregan de lleno al servicio de sus hermanos”, enfatizó.

 

alfredo_daguilar@hotmail.com

director@revista-mujeres.com

@efektoaguila