Aunque pudiera asumirse como un paso significativo hacia la institucionalización, la declaración oficial del subcomandante ex Marcos en el sentido de que el EZLN presentaría a una mujer indígena como candidata a la presidencia de la república en el 2018 no alcanza la seriedad del caso y pudiera quedarse en una ocurrencia más del escarabajo Durito que a veces opera como el diablito de las travesuras del jefe de la guerrilla desarmada chiapaneca.
Si quisiera tomarse con seriedad, entonces se debe entender esa iniciativa como anti sistémica, a pesar de querer correr dentro de los carriles del sistema institucional. La candidata indígena no haría sino dinamitar el funcionamiento formal del sistema de representación política. De ser serio, entonces el candidato debería ser el propio subcomandante guerrillero, con todo aún con cierto espacio de popularidad nacional e internacional.
El problema principal radica en interpretar los comportamientos políticos del líder de la guerrilla desarmada: en enero de 1994 se levantó en armas contra el Estado, declaró su enemigo al ejército mexicano, anunció una marcha armada hacia la ciudad de México para derrocar al gobierno de Carlos Salinas. Su alzamiento duró diez días porque fue derrotado por el ejército en el mercado de Ocosingo.
A partir de ahí comenzaron las veleidades de Marcos: negoció la paz con el gobierno que desconoció, se sentó con Manuel Camacho Solís, aceptó sacar de la agenda la exigencia de renuncia de Salinas, aprobó el plan de paz con el gobierno ilegítimo, se echó para atrás porque creyó que el asesinato de Luis Donaldo Colosio sería el fin del sistema priísta, sacó al EZLN de las elecciones de agosto porque eran una farsa sistémica, convocó a un congreso democrático que terminó en un aquelarre, volvió a negociar la paz en San Andrés Larráinzar, marchó a la ciudad de México protegido por las fuerzas a las que le declaró la guerra para presentar en el congreso la voz de los zapatistas, protestó porque no aprobaron la creación de las naciones indígenas, se retiró de la escena muchos años, cambió de nombre de Marcos a Galeano y ahora salió con su propuesta de una candidata presidencial indígena.
El EZLN perdió en los noventa la oportunidad de viajar de la guerrilla a la movilización institucional como Frente Zapatista de Liberación Nacional. Derrotado su alzamiento por la democracia en enero de 1994, saltó a la agenda indígena que fue asumida por la república como un pasivo de bienestar y no como un destino del sistema, el régimen y el Estado.
La configuración de los usos y costumbres indígenas que promueven Marcos–Galeano y el EZLN es, en esencia, contraria a las prácticas democráticas de una sociedad plural porque el modelo indígena funciona a partir de la uniformidad de las costumbres: consejo de ancianos, decisiones verticales, discriminación de género, ausencia de instituciones de defensa social.
De ser cierta la nominación, entonces el EZLN estará proponiendo un regreso a los sistemas teocráticos, no democráticos y desinstitucionalizados en los que los partidos políticos están proscritos y por tanto no existe el modelo de representación social y política. El regreso, pues, a las monarquías indígenas.
Por eso se cree que la propuesta de ex Marcos fue en realidad una broma del escarabajo Durito, el diablito del guerrillero.
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