Para que alguien te llame la atención o te reprenda, debe tener, ante todo, calidad moral, de no ser así, esa persona no tendrá ninguna autoridad para sermonearte, o encararte, porque ella también hace lo mismo.
Por ejemplo, un borracho no tendrá la calidad suficiente como para decirte que dejes de tomar. Un adúltero tampoco podrá decirte que dejes de engañar a tu esposa y que te portes bien, si esa persona también anda haciendo lo mismo.
Dentro de la función pública, entre los mismos encargados no se pueden acusar de corruptos, sin embargo, ante la opinión pública se otorgan esa legalidad elástica, por llamarle de algún modo.
Nadie pues, que padezca la misma debilidad a la tuya, podrá hacerte frente, a menos que haya corregido su vida. Aunque hay muchos cínicos, como Peña Nieto, que se cree la moralidad andando sólo porque sus amigos dijeron que era un presidente honesto.
Ayer en la mañana comenzó un nuevo ciclo escolar, y muchos maestros de las escuelas públicas quisieron dar a sus alumnos una lección de puntualidad, asistencia y escrupulosidad.
Me tocó ver que a la puerta de algunas escuelas se encontraban varios niños acompañados de sus papás a quienes les cerraron la puerta por llegar dos o tres minutos tarde. Ahí estaban, pues, niños y adultos, exhibidos en la calle por los mentores como irresponsables.
Todos sabemos que cuando comienza un nuevo ciclo escolar o un regreso de vacaciones, la ciudad se vuelve un caos, pero con el paso de los días el tráfico vuelve a tomar su ritmo y todos podremos llegar a tiempo a la escuela.
En este caso, con qué calidad moral los maestros le exigen a los alumnos puntualidad inglesa cuando ellos no cumplen con el calendario escolar ni se presentan a trabajar por cubrir sus plantones.
Cómo se atreven estos maestros a exigirles a sus alumnos un buen comportamiento cuando muchos de éstos son los que han incendiado la entidad oaxaqueña.
Antier supe de un caso que sucedió en San Marcos Arteaga, muy cerca de Huajuapan, donde a una mamá no le quisieron recibir a sus seis hijos hasta que no pagara las cuotas más la inscripción de cada uno de sus niños. Además, tenía que cubrir las cuotas de cada uno de ellos que quedó a deber el año pasado.
Cuando ella pidió que le mostraran los meses adeudados, resulta que coinciden con los meses que los maestros no trabajaron; aún así, le dijeron que si no se caía con su chivo bien totopeado, no aceptarían a ninguno de sus seis hijos.
Para los maestros de la 22 lo más importante es la lana. Si no hay lana no se mueve el mundo. A la mayoría de ellos no les interesa la enseñanza educativa ni mucho menos los niños.
Yo vivo frente a una escuela primaria, donde el año antepasado los alumnos de un grupo se molestaron con su maestra por algo que ya no recuerdo. Cuando ésta salió del salón para llamar al director, al volver, encontraron que no podían entrar porque los niños habían bloqueado la puerta con sus sillas de trabajo. Éste hecho molestó mucho a todos los maestros, al grado que mandaron a llamar a todos los papás y presentaron su queja ante ellos por el mal comportamiento de sus hijos.
Otra vez, con qué calidad moral, pueden estos maestros llamarles la atención a sus alumnos si ellos mismos han sido parte de esas enseñanzas.
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