Con apenas diecisiete años, Josefa de la Peña “Pepita”, protagoniza una historia de amor con un distinguido militar, Achille Bazaine, quien durante la intervención francesa llegó a ser el hombre más poderoso del país, con el cual se marca un episodio importante entre México y Francia en el siglo XIX.
Con esta obra literaria escrita a cuatro manos, titulada “La Mariscala” (Ed. Planeta 2015), la periodista de orígenes oaxaqueños Guadalupe Loaeza, en colaboración con su homóloga la franco mexicana Verónica González Laporte, regresa nuevamente al mundo de las letras.
El relato escrito en tercera persona y narrado por Calletana, prima de Pepita, fue sigilosamente estructurado con las correspondencias que el militar de origen francés enviaba a la mujer mexicana, de quien se enamoró desde el primer día en que la conoció.
Para la realización de este libro fue un trabajo arduo, pues gran parte se hizo en base a las cartas que permanecieron en la familia del militar Bazaine por más de 150 años y adquiridas por el Estado. Eran tantas las cartas, pero sólo eligieron alrededor de 90, aseguran las escritoras, y comenzaron a secuenciarlas cronológicamente para poder contar la historia. Lo que querían era hacer un libro que divirtiera como ella se divirtieron al escribirlo, y hacerlo accesible, fluido para todo público. Nunca tuvieron la idea de hacer un ensayo histórico con la documentación que poseían. Bazaine, dicen, era un escritor nato, lo que les permitió trabajar más fácilmente.
Hurgando entre los archivos históricos, Guadalupe Loaeza, no sólo se interesa por escribir parte de la historia de esta mujer, sino que además llora, ríe y se enamora con ella.
La audacia y valentía que Josefa de la Peña, en esta etapa álgida del segundo Imperio Mexicano, conmueve e invita a Loaeza y Gónzalez Laporte, a plasmar en un libro esta historia de amor y desamor.
Tras la derrota de las tropas francesas dirigidas por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, durante la segunda intervención a este país, el 5 de mayo de 1862, Achille Bazaine tenía claros sus objetivos, recuperar el orgullo de Francia.
Sin embargo, entre ambos personajes nace un gran amor que culmina en una boda elegante apadrinada por Maximiliano de Habsburgo y la emperatriz Carlota, relata la escritora Guadalupe Loaeza. El enlace se realizó en la capilla del Palacio Imperial el 26 de junio de 1865, y el emperador le entregó su regalo de bodas a la feliz pareja:
“Mi querido Mariscal Bazaine: Queriendo darle a usted una prueba tanto de amistad personal como de mi reconocimiento por los servicios prestados a nuestra patria, y aprovechando la ocasión del matrimonio de usted, le damos a la Mariscala Bazaine el palacio de Buenavista, comprendiendo el jardín y los muebles, bajo la reserva de que el día que usted se vuelva a Europa, o si por cualquier motivo no quisiera usted conservar la posesión de dicho palacio para la Mariscala, la Nación volverá a hacerse de él, en cuyo caso se obliga el gobierno a dar a la Mariscala, como dote, cien mil pesos”.’
Al recorrer las páginas del libro, Guadalupe Loaeza y Verónica González Laporte, reseña con detalle lo que sucede hasta en la alcoba de la Mariscala, así como las reuniones de té que ella tenía con las damas de la alta sociedad de entonces. Teje, como en punto de cruz, la gran historia de amor entre lo pomposo y lo complicado de la corte del Segundo Imperio.
Las escritoras destacan los aspectos frívolos, porque hablan de una época que permite entender las guerras y los problemas internos de México, y al mismo tiempo, busca evadir su propia responsabilidad. Coincide, subraya Loaeza, el México actual con el siglo XIX.
Con el tiempo, la “Mariscala” es prácticamente obligada a dejar la vida de lujos y derroche ante la acusación a su esposo de traición a la patria, quien fue recluido en la isla Santa Margarita en Francia, de donde escapó con la ayuda de la “Mariscala”.
“Solamente una mexicana hace eso”, manifiesta Guadalupe Loaeza, quien hace referencia a la fuga del “Chapo Guzmán”.
Pepita, quien pidió vivir con su marido durante su encarcelamiento, así como con sus hijos, un cura y ayudantes, planeó en ocho meses la huida de su pareja. La Mariscala se convierte en una heroína de la época al rescatar a su marido de la cárcel. Éste hecho permite comprender lo que sucedía en México y la presencia de Maximiliano y Carlota en este país. Con cada dato que descubrían, se vieron obligadas a consultar en otros archivos de otros países como Austria, Bélgica y Francia. Al final, todos esos documentos enriquecieron la novela.
Josefa de la Peña, es como un personaje de leyenda. Se casa muy joven, casi niña. Sale del país y vive al lado de su marido el juicio por el que le condenan. Regresa a México en 1886 con una hija después de quedar viuda. Se da cuenta que el país caminaba por el porfiriato. De Maximiliano sólo quedaban tres cruces en el cerro de las Campanas de Querétaro.
Doña Pepita, creyó posible obtener los 100 mil pesos establecidos por Maximiliano, y lloró inconsolable al enterarse que Benito Juárez había entregado su mansión al general José Rincón Gallardo, por su participación y el sitio de Querétaro.
El personaje central de la novela, despierta fascinación, y se convierte en una heroína. Es una historia llena de energía, ambición, crueldad, ternura y sangre.
Carina García/Viral Noticias