Hace pocos días se aprobó la reforma educativa en nuestro país. De la cual debido a la acumulación de tópicos dado su longevo proceso de realización podemos rescatar lo siguiente: crear el Sistema de Servicio Profesional Docente, integrado por concursos de ingresos para docentes y para la promoción a cargos con funciones de dirección y de supervisión en la educación básica y media superior. Funciones actualmente controladas por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE).
El Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE), evaluará el desempeño y resultados del Sistema Educativo Nacional. La reforma busca otorgarle facultades para diseñar y realizar los cambios necesarios que vaya requiriendo el sistema educativo.
De la misma manera busca que la Evaluación Magisterial sea obligatoria para todos los maestros y no solo una dadiva demostrativa de su buena labor docente. Así mismo se propone que la evaluación no sea pactable; y que tenga consecuencias jurídicas, es decir, el maestro que no apruebe esta evaluación cese su labor docente.
Una de las acciones más necesarias que propone la reforma, es tener una estadística fidedigna en cuanto a la población real del alumnado, las instituciones y sus miembros. Tras la aprobación de ésta, surgió la reacción de la CNTE y el SNTE, bajo los penosos argumentos de la protección a sus derechos sindicales y la desigualdad de la educación en México.
El llamado a la reflexión es urgente. Bajo estos hilarantes argumentos parece ser que los líderes sindicales de la educación del país se reúnen en una mesa gigante a las seis de la tarde con Lewis Carol para integrar las apologías hacia su movimiento. Sin embargo es mas de locos que el presupuesto de la educación año con año se aprueba, sin tener una certeza de cuantos alumnos, maestros, directivos, administrativos, edificios, materiales es decir; toda la infraestructura. ¿Cómo se determinan entonces los incrementos o disminuciones de presupuestos?, misterio. Por eso existe un lugar para los secretarios de educación y las comisiones legislativas, a un lado de Alicia.
Ya que tanto hablan de justicia y equidad me gustaría que tomaran esto en cuenta: por lo general si alguien es ineficiente en su empleo es despedido. Un sistema de evaluación parece ser un mecanismo prioritario para determinar puntualmente las deficiencias de la educación. Oponerse a esta evaluación solo hace más clara su enorme preocupación por no ser evidenciada su pésima labor de manera documental. Imagínese mi estimado lector que en su trabajo, a su jefe le llame compañero, que usted afiance su empleo sin importar que tan mal o que tan bien lo realice, que sepa que periódicamente sus ingresos aumentarán y, que invariablemente usted tiene vacaciones pagadas en diciembre, marzo, junio y julio.
Bonita equidad sobre todo cuando existe una marcha o un plantón, momentos donde perdemos tiempo y dinero, pero más que nada paciencia.
Un político oaxaqueño menciono estas palabras: “Hace falta oficio político…”. Pues a la enorme mayoría de nuestros maestros, lo que les hace falta es “vocación”. Desde que vemos el curso propedéutico que tienen los futuros normalistas, al acampar para sacar su ficha de admisión, entendemos cuál será su modo de operación futura.
El reclamo a la privatización de la educación es un discurso sin intención real, según tengo entendido, por más baja calidad de una institución privada, nunca hay un plantón exigiendo derechos laborales de los, verdaderamente castigados, docentes. Un docente si no entrega su planeación anual, bimestral, semanal y diaria simplemente tiene sanciones administrativas. Es momento que estos controles lleguen a la educación pública. Acaso no se dan cuenta del enorme incremento de las instituciones privadas, que por cierto son de menor calidad cada vez. Ustedes mismos señores profesores propician la tendencia a la privatización.
Maestros necios que acusan al capitalismo, sin razón, sin ver que son la causa de lo mismo que culpan. Carl Marx sostenía que todo sistema contiene en sí mismo un germen que lo destruirá. Me aventuro a comentar, sin gran temor a equivocarme, que el germen del sindicalismo magisterial en México es la corrupción, los compadrazgos y el corporativismo interno. Esperemos que esta reforma pueda solucionar los vicios longevos del sistema educativo nacional
Es momento que la ley se cumpla, que los sindicatos se adelgacen y más que nada, que la educación mejore. Necesitamos un pueblo civilizado y productivo y la única manera de lograrlo es a través de la educación.
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