Una política exterior activa, que reposicione a México en el mundo para una defensa más eficaz de los derechos y los intereses del país en un entorno cada vez globalizado, exige abrir los brazos y retomar las relaciones deterioradas por el fundamentalismo, la cerrazón y el aldeanismo, características de la derecha en un lado y en otro.
Por eso es muy importante el reencuentro con Francia, cuna de la cultura occidental, de la libertad de pensamiento, de los derechos humanos y de la democracia representativa, a partir de la visita del presidente Francois Hollande el pasado jueves 10 de abril a territorio mexicano.
Ningún tema particular podía mantener bloqueadas las relaciones históricas entre dos países que han caminado juntos, en iniciativas tan importantes como el apoyo decidido dado por Francia al grupo Contadora, integrado por México, Panamá, Colombia y Venezuela, grupo que sentó las bases para la firma de paz en Centroamérica, en la década de los ochentas, una época de crispación y encono, en la última etapa de la Guerra Fría.
Dos países, además, unidos por la cultura, pues es de sobra conocido el intercambio de luces entre nuestros pensadores más destacados como Octavio Paz y Carlos Fuentes con sus equivalentes franceses de distintas épocas, Michel Foucault, André Gide, Albert Camus, entre otros, además del intercambio permanente en los ámbitos de la pintura, la escultura y la música.
Es una buena noticia, pues, que después de permanecer distanciados durante al menos cinco años, México y Francia hayan relanzado la relación bilateral con la firma de 42 acuerdos entre el presidente Francois Hollande y el presidente Enrique Peña Nieto.
Los acuerdos abarcan áreas como seguridad pública, energía, finanzas, salud, educación y desarrollo sustentable.
En seguridad pública, por ejemplo, se formalizó el apoyo de Francia a la conformación de la Gendarmería nacional, un cuerpo policial que el gobierno de Peña Nieto quiere echar a andar en julio próximo para combatir a la delincuencia en las zonas más violentas de México.
Se trata de un planteamiento, al igual que otros ahora concretados, que me permití formular, como diputado mexicano, en el marco de la XII Reunión de la Comisión Mixta Parlamentaria Unión Europea-México, celebrada en Estrasburgo, Francia, del 19 al 21 de noviembre del 2013.
En esa ocasión, planté cuatro ejes temáticos, para construir una relación más productiva entre la Unión Europea y México: Seguridad, Justicia, Derechos Humanos y Medio Ambiente y Cambio Climático.
En materia de seguridad, expuse, México ha llevado a cabo importantes reformas estructurales: la nueva política de seguridad se basa en la prevención del delito, al igual que la Unión Europea. “EUROPOL ha manifestado su interés en intercambiar información con la Policía Federal Mexicana para luchar contra el crimen organizado, mafias que hoy desafortunadamente han tendido lazos entre México y Europa; CEPOL, la Academia de Policía Europea, también ha demostrado interés en invitar a la Policía Federal Mexicana a Europa; asimismo, la futura Gendarmería mexicana, que contará con cinco mil miembros, podría inspirarse de modelos europeos como el francés o el español (la Guardia Civil)”.
En materia de justicia, añadía, “el sistema judicial mexicano está en proceso de transformación hacia un modelo que busca el fin de la impunidad y la impartición de una justicia más transparente y efectiva y por eso, dije, México necesita intercambiar experiencias con aquellos países europeos que tienen una larga tradición con el sistema acusatorio adversarial, los llamados juicios orales”.
México, observé en esa reunión, “acaba de pasar el segundo Examen Periódico Universal en Ginebra y, en este breve periodo de gobierno, ha demostrado un gran compromiso, como lo acredita con la aprobación de: a) la Ley de Víctimas; b) la Ley de Defensores de Derechos Humanos; c) el Mecanismo de Defensores de Derechos Humanos y Periodistas de la SEGOB; d) el Plan de Derechos Humanos, en fase de terminación; e) además, México acaba de ser elegido como miembro del consejo de derechos humanos de Ginebra, ejemplo del compromiso mexicano con los derechos humanos.
Seguridad, justicia y derechos humanos son parte esencial de los 42 compromisos ahora suscritos por México y Francia, al igual que en el ámbito energético donde se prevé ampliar la cooperación técnica para el desarrollo de energía nuclear con fines pacíficos, así como para explorar y explotar hidrocarburos.
El anuncio de la colaboración entre nuestros países en ese terreno coincide con la próxima puesta en marcha de la reforma energética, una vez aprobadas las leyes secundarias, con la que el Estado mexicano podrá celebrar contratos con empresas nacionales y extranjeras para la explotación de combustibles, en los términos de salvaguarda de la soberanía nacional y la soberanía energética que establece la Constitución Política de México.