La primera reunión de Benedicto XVI en el primer día de su visita a Gran Bretaña fue con la reina Isabel II, tanto jefa de estado como titular de la anglicana Iglesia de Inglaterra, en el Palacio de Holyroodhouse, en esta ciudad escocesa.
Benedicto recibió una cálida bienvenida de la Reina, que vistió un tapado, sombrero de color claro y guantes, mientras una banda de gaiteros entonaba sones tradicionales y millares de personas presenciaban el encuentro.
Isabel II dijo al Papa que su visita recordaba a todos los británicos su herencia cristiana común y agregó que profundizaría las relaciones entre ambas denominaciones religiosas.
También elogió la “contribución especial” de la Iglesia católica para ayudar a los más pobres y vulnerables en el mundo.
“Sabemos por experiencia que por medio del compromiso al diálogo pueden trascenderse las viejas suspicacias y estimularse una mayor confianza mutua”, agregó la monarca. “Sostenemos que la libertad de culto está en la esencia de nuestra sociedad tolerante y democrática”.
El pontífice también reafirmó la tradición cristiana compartida por católicos y anglicanos y dijo que deseaba tender “una mano de amistad” al pueblo británico.
Agregó que el “respeto por la verdad y justicia, la compasión y la caridad” de los antepasados de la reina “proceden de una fe que sigue siendo una fuerza poderosa del bien en vuestro reino”.
Benedicto aludió a sus propias raíces alemanas al recordar cómo Gran Bretaña combatió la “tiranía nazi” durante la Segunda Guerra Mundial, “que deseaba erradicar a Dios de la sociedad y negaba nuestra humanidad común a muchos, especialmente a los judíos”.
La prensa británica ha sido particularmente hostil hacia la visita papal e hizo hincapié en su costo de 12 millones de libras (19 millones de dólares) para el erario, en momentos de medidas de austeridad y pérdida de empleos.
La anterior visita papal a Gran Bretaña había sido de Juan Pablo II en 1982. La visita de Benedicto es estatal porque fue invitado por la monarca.
La visita de cuatro días del pontífice se ha visto empañada por la indignación causada por los abusos y la indiferencia general en este país mayormente secular, en que los católicos son una minoría del 10% que durante siglos ha padecido persecuciones.
Muchos en gran Bretaña se oponen a la posición papal contra la homosexualidad, el aborto y el uso de condones para prevenir la difusión del sida. Algunos grupos planearon protestas.
De todos modos, 125 mil personas en Edimburgo le dieron una calurosa bienvenida al paso del papamóvil por las calles de la ciudad escocesa.
Los vivas al Pontífice a su paso por la Calle Pirnces se oían desde una distancia de dos kilómetros y medio (milla y media) y los feligreses hacían flamear la bandera blanquiamarilla del Vaticano.
Más tarde, decenas de miles aplaudieron la llegada de Benedicto para impartir la misa vespertina en el Parque Bellahouston en Glasgow. En un momento bajó la ventanilla del vehículo para besar a un bebé vestido de rosa.
El Papa Benedicto XVI llegó esta noche a Londres, en la tercera etapa de su visita al Reino Unido, donde mañana hará historia visitando la abadía de Westminster, en un acto que quiere simbolizar el acercamiento entre católicos y anglicanos.