El primer cierre de gobierno de la era Obama se mantenía ayer entrampado en medio de un duelo indefinido, en el que ni el presidente ni la mayoría demócrata en el Senado se mostraban dispuestos a ceder ante las presiones de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes.
“Mientras yo sea presidente, no voy a permitir que un grupo minoritario dentro del Partido Republicano tome de rehén a la nación y le niegue a los ciudadanos el derecho a tener un seguro de salud”, dijo el mandatario tras acusar a sus rivales de hacer una “cruzada ideológica” contra la ley sanitaria.
En el primer día de una actividad gubernamental reducida a su mínima expresión, Obama advirtió que, aunque aún es muy pronto para saber el alcance del daño ocasionado por este paro, lo que es evidente es que “mientras más dure el cierre, más dañino será para los ciudadanos y nuestra economía”.
“Una vez más, exijo a los republicanos reabrir el gobierno y terminar con esta situación absurda… En dos semanas se deberá votar a favor de elevar el techo de la deuda. Es una práctica que se ha hecho desde la presidencia de Ronald Reagan para autorizar al Departamento del Tesoro a pagar nuestras facturas”, dijo Obama al advertir a los republicanos de la tentación de repetir el mismo escenario de bloqueo que mantuvieron en 2011, cuando autorizaron elevar el techo de la deuda a cambio de mantener las exenciones fiscales de la era Bush que beneficiaban a los más ricos y a las grandes corporaciones.
En medio de un ambiente de rechazo y frustración, la capital de la nación más poderosa del mundo amaneció ayer con el letrero de “cerrado hasta nuevo aviso” en sus edificios públicos, sus museos y parques. “Esto es una vergüenza”, lamentaba Normal Taylor, operador turístico que enfrentó ayer al enojo de miles de turistas que encontraron museos, parques y edificios históricos cerrados por culpa de la guerra en el Congreso entre demócratas y republicanos.
La parálisis que ocasionaba el primer cierre de gobierno en 17 años se mantenía en medio de un intenso forcejeo entre republicanos de la Cámara Baja y demócratas en el Senado, que ayer insistieron en que, hasta que no reciban una iniciativa libre de “píldoras envenenadas” para descarrilar la ley de salud, no se sentarán con los republicanos para negociar el presupuesto.
En un último intento por superar el impasse, los republicanos enviaron tres iniciativas para reabrir parcialmente el gobierno. Estas iniciativas, para mantener el presupuesto del Departamento de Veteranos, para reabrir los parques y monumentos y dotar de fondos necesarios al Distrito de Columbia, cayeron de nuevo en saco roto, cuando la administración Obama anunció que las vetaría.
Mientras los representantes de ambos partidos se responsabilizaban del cierre de gobierno, más de 800 mil burócratas permanecían en sus casas. La Casa Blanca operaba con 400 empleados, la tercera parte de su personal habitual. Las principales agencias del Departamento de Justicia —FBI y DEA, entre ellas— y del Pentágono operaban ayer normalmente, como parte de las disposiciones del gobierno para que el cierre no afectara la seguridad nacional.
La necesidad de mantener la seguridad de las fronteras obligaba también a la Patrulla Fronteriza a mantenerse en su puesto.
En este marco, Obama, destacó ayer la “histórica” apertura de los llamados “mercados de seguros médicos”, una de las disposiciones clave de la reforma sanitaria promulgada en 2010 y que comenzaron a funcionar con algunas demoras y problemas menores.
Agencias