La repentina muerte de don Benito Juárez García, ocurrida el 18 de julio de 1872, privó al país del principal defensor de la existencia de México como una nación independiente, evocó el gobernador electo, Gabino Cué en el marco del 138 aniversario luctuoso del Benemérito.
No obstante, y aún con difíciles periodos de autoritarismo que vivió el país en los años posteriores a su fallecimiento, en la primera década del siglo XXI los mexicanos disfrutamos de un ambiente de mayor competencia política, más libertades y alternancia en el poder público.
Y en el caso de Oaxaca, refirió el político oaxaqueño, no debemos desdeñar las enseñanzas que estadistas como Juárez nos dejaron para asumir los retos del presente y el futuro.
“Será en tan alta responsabilidad en el estado donde haremos valer el legado ideológico del Patricio”, apuntó Gabino, para hacer realidad un gobierno de profundo espíritu juarista y republicano, que tenga a la ley como norma de la convivencia social.
“Un gobierno donde la corrupción y el abuso no sean la divisa que lo identifique, sino de acciones honradas y eficientes de hombres y mujeres que asuman con sencillez la tarea de gobierno como un servicio a los demás y no para servirse de él.”
Así lo ofrecimos- recordó en entrevista- al inicio de nuestra precampaña a la gubernatura en un acto celebrado en Guelatao de Juárez y “así lo ratificamos durante la campaña constitucional que nos llevó al triunfo del 4 de julio.”
En aquella ocasión – el 13 de marzo, y luego al inicio de la contienda constitucional el 2 de mayo- Gabino llamó a los oaxaqueños a construir una nueva historia. Una que tuviera sus bases en la enseñanza juarista del respeto a la legalidad, para partir de ella, hacia caminos de justicia social.
Juárez encarnó la República en días aciagos para México pero con el apoyo del pueblo triunfó sobre las amenazas externas. Oaxaca venció al autoritarismo con el voto como arma fundamental de los ciudadanos, comparó Gabino, por ello no hay margen para equivocarnos en el futuro inmediato.
Refirió que Juárez jamás se dio al lujo o al dispendio. Concibió al poder como servicio y así vivió hasta el final de sus días porque estaba convencido de que “la respetabilidad del gobernante le viene de la ley y de un recto proceder”. Esta será la conducta de mi gobierno, subrayó Cué.