La encuesta de El Universal –martes– sobre preferencias electorales en Quintana Roo nos recuerda cómo los gobernadores del PRI son capaces de devorar a los suyos para enseñar que “gobernador pone gobernador”. O que sin su venia no se gana.
Si el que ganaría con mayor facilidad la elección del próximo año, tiene más reconocimientos positivos y menos negativos –Carlos Joaquín González–, es vetado por el gobernador, entonces ¿no va a ser candidato ni va a competir por serlo?
Carlos Joaquín tiene dos pecados: es hermano de Pedro Joaquín Coldwell, secretario de Energía y gran gobernador de Quintana Roo en su tiempo. Y no pertenece al grupo político que ha tomado el control de ese estado, el de Félix González Canto, exgobernador, y el actual mandatario Roberto Borge.
Por esas dos razones Carlos Joaquín ha sido objeto de una dura campaña en medios, a fin de descalificarlo para contender entre los priistas que aspiran al cargo.
Tal vez Joaquín no deba ser gobernador por las razones que los quintanarroenses decidan, pero resulta llamativo que después de experiencias como la de Colima, un gobernador y un exgobernador quieran vetar a un precandidato de su propio partido, a pesar de estar muy bien evaluado en las encuestas.
Otro caso similar es el de Oaxaca, donde dos exgobernadores, José Murat y Ulises Ruiz, tienen a sus respectivos delfines para la candidatura a gobernar el estado, a pesar de que las encuestas reflejan que se debe abrir el abanico.
Pero Gurrión tiene un pecado: no es del grupo de Murat ni del de Ulises Ruiz, por tanto sus posibilidades para ser candidato priista merman porque Oaxaca es tierra de disputa de exgobernadores de ese partido.
El candidato de José Murat es su hijo Alejandro Murat. Y el candidato de Ulises Ruiz es Eviel Pérez Magaña, derrotado exaspirante al gobierno estatal, y quien en la encuesta referida también presenta buenos números.
Samuel Gurrión se ha dado a conocer y aumentado sus positivos entre la población a través de la fundación Una Mano Amiga para Oaxaca, con la que ha atendido con médicos y medicinas a 800 mil paisanos suyos. También con dentistas, optometristas, asesoría jurídica y alimentación a madres solteras, viudas y de la tercera edad.
Quizá no deba ser candidato, o sí, es asunto del PRI y de los oaxaqueños, pero es dinosáurico que no pueda competir porque no pertenece a los grupos de exgobernadores oaxaqueños que parecen tener la última palabra en la selección del candidato en esa entidad.
Si el PRI no cambia va a sufrir el próximo año. Va a repetir experiencias como Colima o Nuevo León.
Twitter: @PabloHiriart
El Financiero/Pablo Hiriart