Una encuesta de opinión pública realizada en seis países árabes, Irán y Turquía concluyó que la gente es más propensa a atribuir el surgimiento de organizaciones violentas como Al-Qaeda y el autonombrado Estado Islámico (EI) a los “gobiernos corruptos, represores y no representativos” más que al “enojo” contra Estados Unidos.
Otra causa del radicalismo que supera al enojo contra Estados Unidos entre los encuestados son las figuras religiosas y grupos que promueven ideas extremistas y/o interpretaciones religiosas incorrectas.
La encuesta se basó en entrevistas personales realizadas por la encuestadora Zogby Research Services a pedido del Foro Sir Bani Yas, de Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los resultados se presentaron en un evento patrocinado por el estadounidense Instituto de Medio Oriente, con sede en Washington, el miércoles 9.
En septiembre, Zogby entrevistó a 7 mil 400 adultos en ocho países – Arabia Saudita, Egipto, EAU, Irán, Iraq, Jordania, Líbano y Turquía – acerca de los actuales conflictos armados en Iraq, Libia, Siria y Yemen, la situación entre Israel y Palestina, el acuerdo nuclear iraní y la amenaza del extremismo religioso, entre otros temas.
Con respecto a Israel y Palestina, la encuesta concluyó que la gente en cinco de las seis naciones árabes encuestadas es menos propensa a apoyar un acuerdo de paz árabe-israelí de lo que era en 2009, cuando Zogby realizó una pregunta similar.
En Egipto, casi dos tercios de los encuestados dijeron que se opondrían a un acuerdo de paz, “incluso si los israelíes aceptan devolver todos los territorios (ocupados) y resolver la cuestión de los refugiados”, en comparación con apenas ocho por ciento que respondió de manera similar en la encuesta de 2009.
Esto representa un riesgo potencial para el Presidente egipcio Abdel Fatah Al-Sisi, que pretende mejorar las relaciones con Israel.
Cambios similares se observaron en Jordania, donde 24 por ciento se opone a un acuerdo hoy, en comparación con 13 por ciento en 2009, Líbano (30 por ciento frente a 18 por ciento), Arabia Saudita (36 por ciento frente a 18 por ciento) y EAU (19 por ciento frente a ocho por ciento).
Iraq no participó de la encuesta en 2009, pero 59 por ciento de los encuestados esta vez señalaron que también se opondrían a un acuerdo de paz con Israel.
Con respecto al acuerdo nuclear firmado en julio entre Irán y el grupo 5+1 (integrado por China, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Rusia, más Alemania), la encuesta revela varias divergencias.
Las mayorías de Arabia Saudita (62 por ciento), Egipto (63 por ciento), EAU (91 por ciento) y Jordania (53 por ciento) opinaron que el pacto “solo sería bueno para Irán”, pero “malo para los Estados árabes”, y que “no tenían seguridad de que el acuerdo alejaría a Teherán de un programa de armas nucleares”.
Las mayorías de Egipto (90 por ciento) y Arabia Saudita (66 por ciento) vaticinaron que cualquier ingreso adicional que Irán recibiría como resultado de la reducción de las sanciones se destinaría principalmente a apoyar a sus fuerzas armadas y la interferencia política en los asuntos regionales.
En Irán, por el contrario, 80 por ciento de los encuestados apoyó el acuerdo, pero 68 por ciento consideró una “mala idea” que el Gobierno iraní aceptara límites a su programa nuclear o, como señaló John Zogby, el director de la encuestadora, “están a favor del acuerdo, pero no les gusta”.
Con respecto a si Irán debería tener armas nucleares, 68 por ciento de los iraníes respondió que sí, ya sea porque “es una gran nación” o porque “mientras otros países tengan armas nucleares, nosotros también las necesitamos”.
Sin embargo, el porcentaje de iraníes que respondió que su país debe tener armas nucleares “porque es una gran nación” se redujo de 49 por ciento en 2014 a solo 20 por ciento este año, y el porcentaje que consideró que “las armas nucleares siempre son un error y, por lo tanto, ningún país, incluido el mío, debe tenerlas”, aumentó de 14 por ciento en 2014 a 32 por ciento este año.
En contraste con los temores árabes sobre el expansionismo iraní, los propios iraníes parecen ser cada vez más aislacionistas. Solo 19 por ciento de los encuestados iraníes apoyó la afirmación “mi país debe ser el actor dominante en la región del Golfo”, mientras que 44 por ciento prefirió “mi país no debe involucrarse en la región del Golfo, debería centrarse en asuntos internos”.
La mayoría de los iraníes coincidieron en que Irán debe participar en Siria (73 por ciento), Líbano (72 por ciento), Iraq (64 por ciento) y Bahréin (57 por ciento), pero esas cifras descendieron al menos 10 por ciento desde 2014, y la mayoría (57 por ciento) ahora se opone a la participación de Irán en Yemen, que contó con el apoyo de 62 por ciento el año pasado.
“(Para los iraníes) la primera prioridad es siempre económica, seguida de una mayor libertad política. No existe, ni hubo, un gran entusiasmo por la intervención en lo que los iraníes llaman ‘causas árabes'”, explicó Barbara Slavin, de Atlantic Council, un centro de investigación estadounidense.
Es en el área del extremismo y sus causas donde la encuesta generó sus hallazgos más interesantes. Cuando se les pidió que evaluaran ocho factores según una escala de 1 a 5 – en la cual el 1 significa “factor muy importante” – en términos de su importancia en el extremismo religioso, los encuestados de los ocho países dieron al “enojo hacia Estados Unidos” el menor número de unos y dos.
No obstante, ese factor fue considerado importante por una mayoría de los encuestados en Arabia Saudita, Egipto, EAU y Turquía.
Zogby argumentó que esto es una señal de que el intento de la presidencia de Barack Obama de dejar una “huella estadounidense más leve en la región rinde sus frutos”.
Sin embargo, cuando se les preguntó si Estados Unidos desempeña un papel positivo o negativo en la lucha contra la violencia sectaria extremista, grandes mayorías en cada país respondieron que es negativo.
En cambio, los dos factores más mencionados como causas del extremismo religioso fueron los “gobiernos corruptos” y “las ideas extremistas y/o religiosas incorrectas”.
Otras causas citadas fueron “falta de educación”, “pobreza” y “alienación juvenil”, lo que apunta a que el extremismo es visto como un problema interno derivado del “mal gobierno”.
La mayoría en todos los países encuestados, con excepción de Irán, coincidieron en que “la lucha contra los mensajes e ideas promovidas por los reclutadores de los grupos extremistas” y “el cambio de las realidades políticas y sociales que hacen que los jóvenes se sienten atraídos por los ideales extremistas” son “muy importantes” para derrotar a los grupos radicales violentos, como EI.
En Iraq, la mayoría de los tres principales grupos étnico-religiosos – árabes suníes, árabes chiíes y kurdos) coincidieron en que “la formación de un gobierno representativo más inclusivo” es la mejor manera de resolver el conflicto del país.
Pero mayorías más grandes dentro de cada grupo señalaron que “no tienen la seguridad” de que ese tipo de gobierno vaya a formarse en los próximos cinco años.
Este artículo se publicó originalmente en el blog de Jim Lobe sobre la política exterior de Estados Unidos, Lobelog.com.
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