¿Qué está fallando en Oaxaca?: Moisés MOLINA

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“La ley es dura

Pero es la ley”

H. Kelsen

 

¿Son los ciudadanos oaxaqueños estoicos o dejados? ¿Renuentes al conflicto o complacientes con la ilegalidad? ¿Comprensivos de su gobierno o resignados a vivir en un estado de derecho reducido? ¿Partidarios del ejercicio de la política para dirimir conflictos o consientes de la aplicación imperfecta de las leyes? Sin duda hay de todo, pero el oaxaqueño ajeno a los  roles gremiales, de partido o de gobierno siente un profundo malestar cuando sus intereses cotidianos de trabajo, estudio, esparcimiento y domésticos son afectados directa o indirectamente por la política.

Pocos derechos conculcados concitan tanto malestar y repudio como el de libre tránsito limitado en específico por otro que también tiene grado de garantía constitucional: el derecho subjetivo público que los habitantes tienen de libre reunión.  Cuando dos derechos de la misma jerarquía constitucional se contraponen en la cotidianeidad sucede lo que esta semana hemos padecido con normalistas y taxistas.

La primera reacción es la impotencia seguida de la búsqueda de culpables que indefectiblemente desboca en una amenaza a la cohesión social cuya manutención en cierto gado, es uno de los fines mediatos y específicos de la política. Los Oaxaqueños sabemos que desde hace tiempo la ley ya no es dura, aunque sea ley.

Vallés define a la política como la “práctica o actividad colectiva  que los miembros de una comunidad llevan a cabo … con la finalidad de regular conflictos entre grupos y cuyo resultado es la adopción de decisiones que obligan –por la fuerza si es preciso- a los miembros de la comunidad.”.

Los derechos de unos terminan donde comienzan los derechos de otros y el derecho de abrumadora mayoría de transitar libremente (sin limitaciones de forma, espacio o tiempo) no puede ni debe sacrificarse a favor del derecho que grupos minoritarios tienen de reunirse libremente.

Hay quien comentó en mi muro de Facebook que no se necesitan más leyes, que bastaría con que se apliquen las existentes. Considero, sin embargo, que para tener lo más claras posibles las reglas del juego en democracia y ante la tentación convertida en acciones por algunos, de tomar justicia por propia mano ejerciendo violencia para reclamar su derecho, es urgente una ley reglamentaria del artículo 19 de nuestra constitución local, referido a la libertad para manifestarse.

Los vecinos de la colonia Linda Vista que desbloquearon unos instantes la zona del monumento a la madre, miembros del FPR haciendo lo propio en inmediaciones del periférico, traileros dispuestos a prender fuego a los vehículos y pasarles “por encima”, turistas descendidos de sus autobuses para mover entre varios un taxi que les impedía pasar y ciudadanos convertidos en agentes de tránsito en el crucero de San Jacinto Amilpas ante la huida de los uniformados  nos hacen preguntar ¿Qué está pasando en Oaxaca? ¿Por qué en temporada de nuestra máxima fiesta turística? ¿Por qué si sabemos que nuestro principal ingreso como estado es el turismo? ¿Por qué una demanda al gobierno, tiene que hacer de la vida de quienes nada tienen que ver, el infierno por un día?

Mucha sin razón por donde se le vea porque simple y sencillamente en Oaxaca no se está haciendo POLÍTICA. Ni los grupos de presión, ni el gobierno, ni los partidos. Los manifestantes organizados, ciegos e insensibles a la realidad de miles y a la economía del propio estado en el que también viven; el gobierno sin la voluntad ni la disposición de afrontar un eventual costo político empleando el uso legítimo de la fuerza pública y los partidos políticos, confinados en la cámara de diputados que han convertido en su único Oaxaca, cuando sus legisladores les hacen caso.

¿Y La ciudadanía? Esa siempre aguanta, esa puede esperar, a esa mañana se le olvida. Y en efecto –amable lector- el ciudadano es tolerante, hasta excesos criticados.  Incapaces y apáticos para organizarse de manera seria y más o menos duradera, a algunos se les ha ido parte de la vida dando votos de castigo; se han resignado a que no sirva de nada. A diferencia de lo que ocurre en el país, en Oaxaca nuestra constitución en la última fracción de su artículo 50 autoriza a los ciudadanos a proponer iniciativas de ley al congreso del estado, que reforzadas con medios institucionales y públicamente eficaces de presión social evitarían que se vayan a la congeladora y obligarían a los legisladores, al menos a discutirlas.

La única solución que yo veo a corto plazo es la presión social a los partidos políticos para postular candidatos de peso completo que con su formación e historia de vida devuelvan la esperanza a los votantes y estén dispuestos a hacer el trabajo de interlocución que muchos políticos tradicionales ya no quieren hacer. Los votantes necesitan opciones encarnadas que conozcan y apliquen la declaración de principios y el programa de acción del partido que los postule. Nunca que yo sepa, al menos en el caso del PRI que conozco, se han hecho exámenes de acreditación de documentos básicos a pre candidatos, que exigen los estatutos y las respectivas convocatorias para poder postularse.

Cuando las candidaturas en todos los partidos dejen de verse como premios que, incluso, se pueden comprar y se asuman por los propios partidos como una alta responsabilidad, las cosas empezarán a cambiar. Los ciudadanos merecen nuevas expectativas y opciones completas, íntegras a la hora de entregar su voto. Así no solo se reducirá el abstencionismo, también se tendrá garantía de que quien resulte electo responderá por su partido, por sus principios y programa, que no por sus líderes o padrinos.

moisesmolinar@hotmail.com

@MoisesMolina