Salomón Jara Cruz tiene a su favor una coyuntura inmejorable como Gobernador de Oaxaca. Por primera vez en varias décadas, es un gobernante legitimado no sólo por las urnas y por una mayoría legislativa local, sino también por un escenario nacional en el que no se ve por dónde se pueda fracturar su relación política tanto con la administración federal saliente, como con la entrante. En ese contexto, vale la pena no perder de vista que estos deberían ser momentos cruciales para impulsar algunos cambios de fondo que le urgen a Oaxaca y que no podrían ocurrir sin esta combinación de factores. Uno de ellos debiera ser la refundación de la UABJO.
En efecto, no se recuerda a un gobernante oaxaqueño de los tiempos actuales que haya gobernado con tanta holgura como Salomón Jara. Ganó su elección con una mayoría amplia; cuenta con un Congreso local de mayoría morenista y con un amplio consenso a su favor; tiene a fuerzas de oposición que han sido todo menos tirantes o irreflexivas; y el movimiento lopezobradorista y las políticas gubernamentales federales han generado simpatías en las comunidades indígenas que, dado su régimen electoral, normalmente no se posicionan en lo partidista. En lo nacional, Jara Cruz ha demostrado tener una relación sólida con el presidente López Obrador y es uno de los más convencidos impulsores de Claudia Sheimbaum como abanderada presidencial de Morena en 2024.
En cuanto a la gobernabilidad, la administración estatal ha insistido en que es improbable un nuevo conflicto social de las magnitudes de los ocurridos en 2006 o en 1977. Aunque obligados por la siempre estridente relación con el magisterio, el gobierno de Jara ha insistido una y otra vez que no existen elementos para una nueva conflagración social, comenzando porque su diálogo con la Sección 22 sigue cauces de normalidad, a pesar de las agitaciones naturales de ese gremio en el contexto de la próxima elección presidencial, en la que ellos también son un factor de poder.
Sin embargo, más allá del magisterio queda claro que en Oaxaca no existen condiciones para un nuevo conflicto social porque no hay ruptura con las principales organizaciones sociales y comunitarias; porque la conflictividad natural en algunos pueblos indígenas no se ha multiplicado; y porque en general la población no se encuentra en un momento en que deba cuestionar a sus gobernantes. Gobierna —en Oaxaca y en el país— el partido que la mayoría acepta. Y eso hace favorables muchas circunstancias que en otro tiempo eran dinamita para los gobernantes.
Y LA UABJO, ¿CUÁNDO?
Ahora bien, si queda claro que a nivel gobernabilidad estatal no existen mayores riesgos, valdría la pena entender qué pasa en la UABJO. Y resulta que ahí el escenario también es menos complejo de lo que parece. Si bien es cierto que el control de la Universidad sigue estando en manos del grupo político que comanda el viejo líder Abraham Martínez Alavés, también es cierto que este es un liderazgo que va de salida. Sus mejores momentos quedaron atrás y fue a través de la combinación de pactos y alianzas que ha logrado sostenerse, aunque cada vez con menos fuerza.
En ese contexto, el actual rector Cristian Carreño se coló a la ecuación universitaria a través de una serie de alianzas entre la anterior administración, el STAUO de Enrique Martínez y el grupo político de Abraham Martínez, que ya veía insostenible a Eduardo Martínez Helmes. En los acuerdos políticos el gobierno de Alejandro Murat presionó a Martínez Helmes —incluso lo encarceló— para que aceptara una transición en la rectoría. Con la venia oficial, ésta se pactó entre el STAUO y Abraham Martínez poniendo en la Rectoría a Carreño y en la Secretaría General a Abraham Martínez Helmes.
Carreño trató de mantenerse en el radar de los intereses gubernamentales en el contexto del cambio de administración. Literalmente prestó las instalaciones universitarias para que se impartieran los cursos de capacitación ideológica de Morena a los actuales funcionarios estatales, y ha intentado ubicarse en el ánimo del gobernador Jara Cruz sin mayor relevancia.
La administración estatal ha ido tomando su distancia de la Universidad. Y si bien Cristian Carreño ha logrado contener los problemas de coyuntura, lo cierto es que de fondo no ha podido tener mayor éxito —en temas como el porrismo, el boquete presupuestal que ahoga a la Universidad, la corrupción, la masificación de algunas escuelas, etcétera— porque para lograrlo necesitaría más que su sola voluntad política.
Más bien, no el rector Carreño sino la Universidad entera necesitaría de todas las voluntades que sí tiene sumadas Salomón Jara como Gobernador. En una coyuntura como la actual, tiene todo para tomar grandes decisiones para la entidad, a sabiendas de que los costos políticos no sólo no serían negativos, sino que catapultarían su gobierno hacia la historia. Ningún Gobernador en el pasado reciente —al menos no en los últimos treinta años— ha hecho cambio significativo alguno, porque ninguno tuvo todo el apoyo y los capitales políticos con los que cuenta el actual Gobernador.
¿Qué implicaría refundar la UABJO? Pactar con todos los grupos al interior de la Universidad. Jara podría hacerlo porque el grupo de Abraham Martínez está menguado y sabe que pronto llegará el momento de pactar. El STEUABJO y el STAUO tampoco opondrían mayor resistencia siempre que no se vean avasallados. Y logrado eso, Jara tiene la mayoría legislativa para emitir una nueva Ley Orgánica, tiene los consensos para evitar un conflicto social que unifique a grupos inconformes; tiene una negociación en proceso con la Sección 22, que no rompería por defender el actual statu quo universitario; y tendría el apoyo federal para tomar una decisión de ese tamaño, porque sólo le faltaría emprender gestiones ante la Federación para lograr los presupuestos, los reconocimientos y los avales políticos necesarios para una acción de esa magnitud.
Siempre se habla de los gobernadores oaxaqueños de mitad del siglo XX que cambiaron el panorama de la entidad a través de acciones trascendentes. Este debería ser el momento de Salomón Jara de utilizar las ventajas de su tiempo como Gobernador, para impulsar cambios verdaderamente de fondo. No va a pasar a la historia por los programas sociales o por imitar al Presidente en sus gestos o sus ademanes. Tiene una coyuntura política inmejorable y debe aprovecharla para demostrar que sí es posible impulsar cambios de fondos en temas tan sensibles como la intrincada y compleja vida universitaria, entre otros. Veremos.
EPITAFIO
La prudencia es un bien intangible de gran valor. Por eso mismo, muchos no la tienen y no la pueden comprar con el dinero. Las imprudencias cuestan mucho. La última fue la demostrada entre dos fotografías. La primera en una pre precampaña presidencial. Y la segunda al momento de estar ejecutando una orden de aprehensión.
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