Celebro y me congratulo que tres jóvenes compatriotas estén entre los recipiendarios de los Pulitzer este año. A los fotoperiodistas Javier Manzano, de AFP, y Narciso Rodríguez, de AP, no los conozco. A Alejandra Xanic la recuerdo por su excepcional desempeño como reportera del desparecido rotativo Siglo 21 de Guadalajara y porque anda en motoneta.
La distinción a Javier y Narciso fue por su cobertura del alzamiento en Siria; Alejandra fue galardonada junto con David Barstow por sacar a luz las corruptas prácticas de Wall Mart en México en un sobresaliente reportaje en el New York Times, asunto que por cierto todavía sigue en el Limbo judicial nacional.
Pienso que en México, aquí y allá, se hace periodismo de gran calidad y que tenemos un enorme potencial en este terreno. Esto, a pesar de la mediandad y el adocenamiento que campean en la profesión, de los editores vendidos al mejor postor, de los empresarios cicateros y serviles al poder, de las facultades que enseñan a medias, de los mestros que nunca han puesto pie en una redacción, de los reporteros que no leen y escriben como dios les da a entender… frente a lo cual tenemos a los Blancornelas, a los Buendía, a los Montañez y a muchos otros entre quienes están los hoy galardonados. Desde hace años abrumo a mis alumnos con la misma cantinela: el periodismo es permanente autoconstrucción, es disciplina crítica, es militar a favor de la transparencia, es curiosidad intelectual siempre alerta… es, creo yo, un magisterio. Y otra cosa que no me canso de repetir en el aula: no existe ninguna razón para que un joven periodista mexicano no se vea a sí mismo en una de las grandes redacciones del mundo. Por confirmar mi aserto doy las gracias a Alejandra, a Javier y a Narciso.
Sobre el perfil de Alejandra, Sonia Serrano escribió (Milenio Jalisco, 17 de abril):
“Para quienes fueron sus editores el premio no es una casualidad. El 21 de abril de 1992, fue la única reportera capaz de trasladarse a altas horas de la noche al sector Reforma de Guadalajara, para verificar ella misma lo que decían los habitantes de la zona: que olía a gasolina y que había riesgo de explosiones. Después de la tragedia, pasó días enteros sin dormir y comiendo mal, violando las restricciones de las autoridades para conocer personalmente lo que había sucedido. Así vino su primer premio, apenas unos meses de comenzar su carrera, el Nacional de Periodismo.
“Juan Carlos Núñez fue su maestro en el Iteso, donde Alejandra Xanic cursó la carrera de periodismo. Una vez la reprobó. ‘Fue porque no asistía a clases, pero era porque ya trabajaba en el periódico’. Luego fue su editor en el equipo de trabajos especiales. Recuerda haberla esperado seis meses para que, junto con Sergio René de Dios, publicara un tema sobre narcotraficantes procesados en Jalisco. Hicieron una meticulosa base de datos porque revisaron todos los expedientes, que luego concluyó en varios reportajes.
“Xanic von Bertrab es estricta con la información. Recorrió el país en tren desde la frontera con Guatemala hasta la frontera con Estados Unidos, para un reportaje. Aprendió el lenguaje de los sordomudos para poder trabajar un tema sobre ellos. Puso a temblar a más de un jefe de cierre cuando a altas horas de la noche, un dato no la hacía sentirse segura.”
Creo que un periodista no debe “militar” en causas, salvo la misma del periodismo. Desconfío de los periodistas democráticos, de los comprometidos y más de los revolucionarios. Pero me queda claro que cuando un periodista hace bien su trabajo, las consecuencias pueden ser una sociedad más democrática y más justa. Véase si no el trabajo de Alejandra Xanic.
Para concluir, cito a mi maestro Manuel Buendía: ‘Ni siquiera el último día de su vida, un verdadero periodista puede considerar que llegó a la cumbre de la sabiduría y la destreza. Imagino a uno de estos auténticos reporteros en pleno tránsito de esta vida a la otra y lamentándose así para sus adentros: “Hoy he descubierto algo importante, pero… ¡lástima que ya no tenga tiempo para contarlo!’
Hitler, el cerdo
Margo Wölk tiene hoy 95 años y vive en Berlín. Hace siete décadas, siendo una joven secretaria que huía de los bombardeos aliados sobre la ciudad, fue “reclutada” para un curioso servicio al nacionalsocialismo: ser una de las 15 catadoras oficiales del Führer en su “guarida del lobo”, cuartel desde donde Adolf dirigía el ocaso del Reich de los Mil Años… que apenas llegó a doce.
Su trabajo consistía en probar todo alimento destinado al Caudillo, sí, el mismo que era la encarnación del Führerprinzip, el jefe de jefes de las Schutzstaffel, de las Waffen-SS, de la Wehrmacht, del NSDAP, de la Gestapo, de las Einsatzgruppen y de todos los Obersturmbannführer y Sturmbannführer habidos y por haber, pues sépase que el gran carnicero era en la mesa un modoso vegetariano preocupadísimo por el colesterol, los lípidos, el ácido úrico y claro, la estricnina, la tetrodotoxina y el cianuro.
A la caída de la capital, Margo escapó milagrosamente al pelotón de fusilamiento pero fue capturada y violada por los soviéticos; después encontró a su marido y tuvo una vida “normal” durante 34 años. El pasado Día del Recuerdo del Holcausto (Milenio, 9 de abril), Margo rompió el silencio y narró aquel episodio de su vida. Concluyó con voz apenas audible: “Únicamente quería decir lo que ocurrió, que Hitler era un tipo asqueroso. ¡Y un cerdo!”.
Esto me parece una grave ofensa para los cochis, que a fin de cuentas han sido útiles a la humanidad desde hace como dos millones de años; pero sea, tomo nota del símil. Sabido es que mientras los leones no tengan sus propios biógrafos, su historia la seguirán escribiendo los cazadores, según reza el dicho ibo.
Aquellos ojos, aquella piel
Hace algunos años hice amistad con el Vicepresidente de la ABC –contraparte australiana de la BBC. Es un tipo alto, fornido, ojiazul -“güero raspado color mostaza”, como dirían los insolentes jarochos del Sotavento- y con buen sentido del humor. Reconoció, entre una cerveza australiana y un tequila mexicano, que en la Nueva Holanda ya no se creen un trozo de las Islas Británicas desprendido y llevado por la corriente atlántica al sur. “Somos asiáticos. La Pérfida Albión se encarga de recordárnoslo cada crisis económica y cada guerra”, dijo (lo de Pérfida Albión lo puse yo). Tomó con gesto amoroso otro caballito de la larga fila que nos aguardaba y sin rencor o nostalgia añadió: “En pocos años los ojos redondos dejarán de existir en tierra de canguros. Yo ya tengo sobrinos con ojos de alcancía”. Esto viene a cuento porque según la Oficina del Censo de los EUA, en 2043 los güerejos blancos ya no serán mayoría (El País, 14 de diciembre) y ¡uno de cada tres estadounidenses será hispano en el 2060! O sea que como dijera mi querida amiga FR cuando se matrimonió con uno de los güeros en extinción, vamos recuperando el territorio perdido “un hombre a la vez”. Cosas veredes, mío Cid.
Molcajete
Y ya que estamos en Australia, desde la tierra de abajo llega la gran noticia que por fin aclara el debate que durante siglos ha obsesionando a los hombres (La Jornada, 9 de abril): el tamaño del pene sí es un rasgo anatómico que contribuye a seducir a las mujeres… aunque algunos sin duda exclamarán: Ad effectum videndi et probando. ♘ Nada tiene que ver, pero ¿ya supo que la 23a edición del Real Mamotreto incluye el término “matrimonio homosexual”? ¡Úta! Sospecho que alguién olvidó sacar a los académicos de la cámara criogénica, porque también veremos santificado el “canalillo”, que significa precisamente lo que usted se imagina y que los ingleses victorianos, con imaginación y elegancia que no se dan entre baturros, llamaron “Madison Avenue”. ♘ Y lo prometido: a perturbación ciclónica en el seno ambiental, rostro jocundo (al mal tiempo, buena cara); H2O que no has de ingurgitar, permítele que discurra por su cauce (agua que no has de beber, déjala correr).
Profesor – investigador en el Departamento de Ciencias Sociales de la UPAEP Puebla.
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