La XXV Reunión de Embajadores y Cónsules, durante toda la semana pasada, fue una oportunidad excepcional para hacer un diagnóstico del México de hoy y trazar los ejes y las líneas para proyectar al país en el mundo, un año después de iniciada la segunda alternancia política, ahora encabezada por un ejecutivo modernizador, el presidente Enrique Peña Nieto.
Es necesario difundir en el exterior que el México del siglo XXI tiene nuevas bases para su despegue definitivo, mayor certeza jurídica en la inversión, mercados laborales más flexibles, mayor competencia en sectores estratégicos, apertura en el emblemático segmento de los energéticos, y sobre todo un nuevo clima de concordia y gobernabilidad, con inseguridad y violencia acotada a lugares específicos de la geografía nacional.
Si bien en varios casos estamos todavía en la fase de las reformas constitucionales, en espera de la aprobación de las reformas secundarias que definan sus alcances y sus instrumentos de operación, se han dado pasos determinantes para alcanzar el país de crecimiento y competitividad que exigen estos nuevos tiempos de apertura y globalización, ya con 10 tratados de libre comercio signados por México con los principales países y bloques económicos, un mercado de más de mil 200 millones de consumidores en 45 países.
Como dijo el propio presidente Peña Nieto en su intervención, es necesario proyectar en primer lugar la capacidad de nuestro país para procesar los cambios con civilidad, en el marco de nuestras instituciones republicanas, “en una democracia plena, capaz de vivir transiciones de gobierno pacíficas y ordenadas, una democracia que trasciende lo electoral con instituciones sólidas y madurez política para construir acuerdos transformadores”.
A la estabilidad macroeconómica que tenemos desde hace más de 15 años, resultado de una política monetaria autónoma, un tipo de cambio flexible, finanzas públicas sanas y un sistema financiero robusto, se han sumado ahora importantes reformas de nueva generación que le han dado una nueva perspectiva de cambio estructural interno y de reinserción en el mundo, como la reforma educativa, la reforma laboral, la reforma energética, la reforma financiera, la reforma a las telecomunicaciones, la reforma en el ámbito de la justicia, sustantiva y procesal, entre otras.
Es un nuevo rostro de la nación a partir de reformas que han sido producto de un amplio ejercicio de concertación, y es hora de que la imagen de nuestro país se difunda en el mundo con estas nuevos rasgos de modernidad, que lo califican como un lugar más idóneo para los destinos de la inversión productiva, estable y de largo plazo, no sólo la volátil de otro tiempo, la llamada inversión de portafolios.
Ese fue el objetivo del encuentro del cuerpo diplomático con el presidente y con los principales forjadores del cambio estructural que hemos visto desde que inició esta administración central y la LXII legislatura federal.
Para el canciller José Antonio Meade el reto para la diplomacia es lograr que se conozcan bien en el mundo las reformas adoptadas en México y los cambios que de ella derivarán, que su implementación genere mayor confianza y que se traduzca en mayores intercambios comerciales e inversiones, en cooperación y crecimiento económico
A diferencia de las reuniones precedentes, como expuso puntualmente el propio canciller, esta vez fue un encuentro prolongado que reunió a las voces más representativas del proceso de transformación que vive el país, los presidentes de los órganos de gobierno de ambas cámaras del Congreso de la Unión, los secretarios de la administración central vinculados con las reformas, los directores de PEMEX y la CFE, y los actores de las negociaciones que culminaron en los cambios al andamiaje legal e institucional.
También se contó en los foros de la semana con las la experiencias de ex cancilleres, rectores, académicos, intelectuales, empresarios y representantes de la sociedad civil.
Los temas financieros, de desarrollo y de gobernanza global estuvieron a cargo de distinguidos ponentes, incluyendo a representantes de organismos internacionales, de la Troika, del G-20 y de la propia Secretaría de Hacienda.
Por primera vez en la historia de estas reuniones, se llevó a cabo un encuentro de cónsules de México y Estados Unidos. Los temas de migración, educación e innovación fueron abordados en esas mesas de reflexión que tienen que desembocar en mesas de decisión.
También participó por primera vez el presidente de la CONAGO y el presidente de su Comisión de Asuntos Internacionales, así como al Jefe de Gobierno del Distrito Federal y los gobernadores de las entidades que este año serán sede de importantes reuniones internacionales.
En suma, México tiene que dar a conocer en el exterior los logros de su política interna, los acuerdos que se han traducido en importantes reformas estructurales, y que lo posicionan para ser un actor con un gran potencial y con responsabilidad global.
En ese potencial, lo más importante es, como se dijo en el encuentro, nuestro capital humano y nuestras condiciones demográficas óptimas para impulsar el crecimiento económico, una población con una edad media de 27 años, que contrasta con la que tienen países como Estados Unidos, que es de poco más de 37 años; o Japón, con más de 45 años.
Por mi parte, desde la Cámara de Diputados seguiré sumando mi voto para aprobar esas reformas que necesita México, reformas reglamentarias ahora, y terminar de construir las bases de un país moderno y competitivo, capaz de satisfacer las necesidades de desarrollo y justicia de sus más de 110 millones de habitantes, incluidos los de las entidades más rezagadas como Oaxaca.