Entre las montañas rocosas y anuncios federales emergían las voces de lucha y descontento que fueron silenciadas en Guelatao, la tierra del Benemérito de las Américas, Benito Juárez García. A 213 años de su nacimiento su legado sigue sin entenderse.
En medio del bullicio y la desesperación, la protesta y la música, ocho camionetas lujosas, sin el Jetta, pasaron entre la muchedumbre y dejaron postrado en la acera a Sergio Díaz Prieto periodista de Monitor Noticias y la revista Día, quien fue atropellado por la comitiva del gobernador Alejandro Murat.
Arriba, los aplausos simulaban un concierto de música con el artista del momento, abajo funcionarios quienes han figurado por sus errores pero no por sus aciertos, trataban de callar las voces que en un unísono exigían respuestas al gobierno priista.
La brisa fresca no lastimaba, calaba como las palabras de la niña Karen Guadalupe Orozco Jiménez con su poesía “Un Zapoteca Ejemplar”.
Las indicaciones fueron claras para los trabajadores de confianza: aplausos, más aplausos y vivías para el gobernador. No celulares, no fotos, nada que pudiera manchar su imagen. Los abucheos y rechiflas para el priista se desvanecieron en medio de las porras de sus subordinados.
Una lona fue colocada, la de los maestros, quienes esta vez desaparecieron ante un importante número de burócratas; ahí exigían la abrogación total de la mal llamada reforma educativa. Más arriba apareció una más en donde exigían juicio popular a José Murat y su hijo por la masacre de Agua Fría y los 300 feminicidios, después de dos minutos desapareció.
La abrogación de la reforma educativa, fue uno de los temas centrales de Alejandro Murat quien mostró su apoyo a AMLO, pero antes dejó claro que siempre tendrá que prevalecer el derecho y la razón y no la violencia.
Acarreados, acarreados, gritaban después del discurso de Murat mientras las notas musicales del himno a Juárez, aparecían.
Después Andrés Manuel López Obrador, se convertía en el presidente quien después de 16 años pisaría nuevamente la tierra del padre de las Leyes de Reforma.
La cuarta transformación también es reconciliación, no se deben hacer las cosas con violencia a gritos o sombrerazos.
Carina García