“Para mi el problema más grave es la pérdida de la soberanía. Nos quieren convertir en un país enjaulado. Si queda la condición de ser Tercer País Seguro, los que entren aquí ya no podrán salir, es la parálisis. La migración es un derecho humano y son los congresos los que evitan convenios lesivos para sus países”. Porfirio Muñoz Ledo.
Porfirio Muñoz Ledo ha trabajado la mayor parte de su vida en las entrañas del poder político. Como diputado, senador, secretario de gabinete, embajador y líder partidista a favor y en contra de varios gobiernos y presidentes de México. Como tribuno e intelectual Porfirio siempre Porfirio como pieza de la maquina del poder a la que le conoce todas las tuercas y tornillos.
Como legislador en el invierno de su vida, Muñoz Ledo expresó varios desacuerdos con las negociaciones que la Cancillería conduce el diferendo migratorio frente a Estados Unidos.
Fenómeno migratorio que se multiplicó porque las autoridades mexicanas “dejaron hacer y dejaron pasar” acontecimientos imposibles de ignorar, mismos que el “camorrista de Manhattan” aprovechó para “sacar raja” de la coyuntura migratoria convirtiéndola en bandera electoral para “proteger a America” de la drogadicción, de los criminales, de todo el mal que trae la migración ilegal, desordenada, perversa, contaminada, protegida y fomentada por México, que autoriza el tránsito ilegal, a través de su territorio, para que las caravanas ingresen a Estados Unidos a solicitar asilo.
Trump encontró en el fenómeno migratorio la coyuntura para acusar y amenazar a México con un ultimátum que implica asumir el control de la Frontera Sur o aplicar sanciones arancelarias a los productos mexicanos de exportación a Estados Unidos.
El gobierno mexicano aceptó usando la inmediatez en la negociación, y que por querer ganar de prisa perdieron todo de inmediato. De ahí el desacuerdo de Porfirio con la actitud entreguista del protagónico canciller, que ahora hace alarde de haber “salvado a México” de la catástrofe económica concediendo lo que Trump exigió y el Presidente aprobó.
Tal actitud mostró débil y asustadiza posición de los negociadores frente al camorrista que amenazaba con destruir la economía. El gobierno mexicano se tragó el anzuelo sin tomar en cuenta que existen organizaciones internacionales ; que hay acuerdos, tratados, leyes y reglamentos internacionales que regulan el comercio; que hay Cortes Internacionales como las de La Haya; que existe la Organización Mundial de Comercio como resultado de los Acuerdos de Marrakech donde se litigan desacuerdos y abusos arancelarios de los países poderosos.
Digerido el susto, las aguas fueron tomando sus niveles, en tanto el “camorrista de Manhattan se fue serenando al enterarse de que no sería fácil llevar a cabo las amenazas vertidas.
En lo interno las reacciones surgieron en el seno del gobierno mexicano; la primera fue la del hombre político de siempre, Porfirio Muñoz Ledo, quien señaló:
—“Ayer salió la Guardia Nacional a poner nuestro muro”.
—“La Guardia Nacional fue creada para combatir delincuentes, no para combatir migrantes”.
—“Gobernación ha sido privada ilegalmente de sus funciones. Se esta violando el art. 27 Constitucional, fracción 33, de la Ley Orgánica”.
Como el gallinero se sacudió y con la crisis y amenazas de Trump encima; pero ya con un plan B, que no contempla la respuesta espejo, sino aplicar aranceles solamente a los productos y compañías de sus correligionarios electorales, el gobierno mexicano empezó a recobrar el aliento mejorando su posición negociadora.
En cuanto a los desacuerdos políticos internos, el Presidente dijo: “es natural, en estas situaciones se producen celos…”.
Mas bien lo que se produce son posiciones e ideologías distintas, más, cuando se proyectó el rostro débil en las negociaciones, el pánico ante una posible catástrofe económica más que la afrenta contra la soberanía del país.
De ahí el dissensusde Porfirio frente al protagonismo del “salvador de México”.
Por último y para precisar, un jefe de Estado no negocia directamente, ni en persona con una potencia extranjera, las negociaciones se llevan por conducto de la Secretaría o Ministerio de Relaciones Exteriores, y su titular dirige los asuntos extranjeros a nombre del jefe de Estado y en acuerdo con este, se convierte en el intermediario entre el jefe del Ejecutivo y otros Estados.
Por su conducto se presentan las reclamaciones internacionales a los Estados. Esos funcionarios son, a la vez, la autoridad más adecuada para la interpretación de los Tratados.
@luis_murat