Los políticos se siguen haciendo bolas con las candidaturas porque no quieren soltar el mecanismo oligárquico de los dirigentes partidistas de distribuir candidaturas en función de intereses de grupo. Pero el país evadiría muchas crisis si se dieran dos reformas estructurales en política: elecciones primarias y segunda vuelta.
La nominación de los doce candidatos a gobernador por parte de todos los partidos no sólo provocó fracturas internas sino que enturbió la política. Pero en lugar de resolver los problemas directos, los políticos realizaron reformas para enredar más las cosas: ahora los candidatos fallidos en un partido no pueden ir por otro. Esta reforma sólo beneficia a las oligarquías dirigentes de los partidos.
La solución se ve en los EE.UU.: las elecciones primarias. Los aspirantes a cargos de presidente y gobernador se someten a una votación previa y el ganador es el candidato; aquí en México, en cambio, casi ninguno de los aspirantes que encabezaba encuestas en el PRI fue candidato porque la oligarquía priísta negoció las candidaturas en función de sus intereses, no de las bases priístas.
El mecanismo de las primarias le quita el poder de decisión al dedazo de las oligarquías que dirigen los partidos. Así, los candidatos son los que reúnen más votos dentro de los partidos.
La segunda vuelta es más que urgente: se trata de un asunto prioritario de legitimidad. Hasta la elección de Miguel de la Madrid en 1982, los presidentes asumían el poder con el 75 por ciento de los votos; Salinas de Gortari comenzó la debacle: 50.3 por ciento, Zedillo 49 por ciento, Fox 42 por ciento, Calderón 35.8 por ciento y Peña 38.2 por ciento. El caso más significativo fue el de Peña porque como PRI acumuló sólo 29 por ciento de los votos y subió 9 puntos por el Verde.
Las expectativas son más complicadas para el 2018: por la existencia de cinco formaciones políticas fuertes –PRI, PAN, PRD, Morena e independientes–, el reparto será más equilibrado. Y el próximo presidente puede ejercer el cargo con menos del 30 por ciento del total de los votos, con todo y alianzas y coaliciones. Y en el primer cálculo, el mandatario del sexenio 2018-2024 tendría que gobernar con el apoyo electoral del 15 por ciento del total de la población mexicana.
La forma de construir mayorías podría ser a la española con la entrega del poder a quien sume mayoría absoluta de 51 por ciento y no el partido que gane más votos o la segunda vuelta que está establecida en varios países latinoamericanos para que al final lleguen sólo dos candidatos y se pueda llegar a una mayoría absoluta.
Lo malo es que las dos reformas políticas –de elecciones primarias y de segunda vuelta– representarían una verdadera reforma del poder y cambiarían el mapa partidista de la república poniendo fin al reinado del PRI. Pero como hoy el PRI es la primera minoría, de ninguna manera aceptaría una reforma que lo desplazara del poder.
Las primarias terminarían con los dedazos, la entrega de candidaturas a aspirantes cómplices, victorias logradas por manipulaciones electorales y encuestas de aspirantes a cargos públicos –presidencia y gubernaturas– que parecen más concursos de belleza o carrera de caballos o poles de gran premio de automovilismo, y no lo que debería ser: una auténtica participación de la sociedad en la nominación y elección de sus gobernantes.
Primarias y segundas vueltas serían la forma de reformar la estructura de poder del sistema político que fundó el PRI y que no quiere soltar.
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Política para dummies: La política es diferente porque es la misma.
Sólo para sus ojos:
- El inicio de Martha Reyes como conductora del noticiero nocturno de Efekto TV mostró unas novedades: superar el enfoque de noticiero de hechos y entrarle a la contextualización de las noticias. La sociedad quiere un periodismo más allá de la noticia.
- Muy importante aportación de datos del periodista veracruzano Luis Velázquez en su blog.expediente.mx: las relaciones de poder del precandidato PAN-PRD Miguel Ángel Yunes con la cúpula priísta del poder cuando era operador de Elba Esther Gordillo; y, dice, son buenas relaciones, para molestia del gobernador Javier Duarte.
- Comienza a destaparse las irregularidades en la UNAM durante el rectorado de José Narro, entre ellos el narco que viene de atrás. Ahí podría encontrarse la razón por la que otro exrector, Juan Ramón de la Fuente, que prefiere legalizar el consumo que combatirlo.
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