La mejor conclusión de la fiesta de la XXII asamblea nacional del PRI fue el contraste –para no usar otro calificativo– entre los documentos que señalan una propuesta popular y social de desarrollo con la cola de priístas para tomarse un selfie con el que consideraron pre destapado candidato presidencial priísta-peñista para 2018-2024: José Antonio Meade Kuribreña.
No sería la primera vez en que los priístas construyen un PRI idílico con el viejo populismo del inexistente Estado de bienestar como fachada del modelo neoliberal de desarrollo en curso. Los arquitectos del neoliberalismo salieron del PRI: Salinas de Gortari nació en pañales tricolores, Ernesto Zedillo se benefició de la política educativa del viejo PRI y Peña Nieto construyó su candidatura desde el PRI, pero los tres han sido los encargados de mantener la vigencia del modelo neoliberal de desarrollo, y ello a pesar de que los documentos del PRI que proponen, en síntesis, un modelo anti neoliberal.
Pero parece que la congruencia es lo que menos interesa a los priístas. En los debates previos a la XXII asamblea y al incluir en las discusiones si Meade Kuribreña podía o no ser candidato sin estar fichado por el PRI, la respuesta de los priístas en la asamblea facilitó las cosas: que un candidato externo prometarespetar los documentos básicos del PRI, los mismos que los propios priístas no cumplen porque han aprobado el neoliberalismo desde la XIII asamblea nacional de marzo de 1987 que introdujo el modelo conservador económico desde los gobiernos priístas.
En todo caso, el enigma político priísta de Meade Kuribreña radica en su perfil de alto burócrata que lo mismo sirve al PAN que al PRI, al margen de lo que digan los documentos básicos del PRI que ni siquiera los priistas respetan. Sin embargo, su perfil tecnócrata, zedillista, panista, neoliberal y no-priísta podría garantizar una fuga de votos priístas populistas –cientos de miles, en realidad– hacia el López Obrador populista-priísta.
Con el anzuelo de la reforma estatutaria que prohíbe repetir pluris, los priistas de la militancia no elitista tendrán mayor disponibilidad de candidaturas y por eso avalaron la posibilidad de Meade Kuribreña. Esa reforma fue pactada a cambio de abrir los candados de requisitos de militancia probada para el candidato presidencial y de refrendarle al presidente de la república la facultad metaconstitucional de designar directamente –por dedazo— al candidato para el 2018.
Lo malo para los priistas es que Meade Kuribreña ha representado la política neoliberal de desarrollo en Hacienda y Desarrollo Social, contrariando lo que señala el programa básico del PRI. El programa de acción se compromete a un Estado social, de bienestar, socialdemócrata, pero con Meade en hacienda, Cancillería y Desarrollo Social el Estado ha sido neoliberal. Lo importante, por tanto, no es que haya sido funcionario de gobiernos presidenciales panistas, sino que en el gobierno priista de Peña Nieto haya incumplido el compromiso del programa de gobierno del PRI.
Y si no lo ha hecho en este sexenio priísta, entonces nada garantiza que lo vaya a aplicar escrupulosamente en el próximo ya como presidente de la república. En realidad, el programa de gobierno del PRI debiera ser el candado principal para los candidatos y presidentes, no una credencial o una promesa de cumplir lo que no está cumpliendo en los hechos. Pero los priístas fueron por candidaturas propias, no por el futuro de la república.
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Política para dummies: La política es el dulce encanto del engaño… aceptado.
Sólo para sus ojos:
- Los tiempos para la candidatura presidencial del PRI han comenzado: de la XXII asamblea al primero de diciembre en que se cumplen cinco años de gobierno.
- Una caja de Pandora es el asunto de Odebrecht porque viene desde la campaña presidencial de Peña Nieto. Pero ante la falta de documentos o cuentas bancarias, todo podría quedar en tema de campaña presidencial.
- El caso de violencia racista-liberal en Charlottesville, Virginia, va más allá de acusar al discurso de Trump: en realidad, viene del fondo de la historia. La crisis estalló cuando los liberales quisieron destruir la estatua del confederado general Lee, esclavista, sin un proceso de debate político. Los supremacistas respondieron. Y la parte más importante fue la aparición de un venero nazi que siempre ha vivido escondido en la sociedad estadunidense.
- Ahora sí podría haber ajustes en gabinete; el presidente Peña colocaría a algunos secretarios en la lista de legisladores.