Acostumbrados como estamos los columnistas a que propios y ajenos nos pregunten, con alguna frecuencia, por la gestación y el origen cierto de los textos que producimos, tomo asiento ante la computadora, hoy, para intentar, aquí, un comentario en torno al trabajo que ocupa mi vida y mis esfuerzos.
El columnista – habla, aquí, la experiencia de quien esto escribe –, ha de sacar la mano por la ventana, cada mañana, para después preguntarle al país: “¿Cómo te sientes, hoy?”
Los columnistas han de saber, además, que sus lectores, apremiados por el deseo de conocer con certeza la realidad del país, hará tiempo dejaron de interesarse en consumir un periodismo de princesas, y de estrellitas del espectáculo.
El periodismo de fondo no consiste en cortar y pegar. Quienes escriben indagan, hablan con la gente, leen, consumen libros, noticieros y publicaciones diversas. Y anotan, después, tanto en Post-it® amarillos como en servilletas de papel. Esa es la génesis de nuestro trabajo.
Lo anterior viene a cuento porque hoy, muy temprano, sacamos la mano por la ventana para auscultar y preguntarle al país cómo se siente. Las razones de su sentir están a la vista:
México ha celebrado los comicios de medio tiempo de los cuales la gestión de Enrique Peña Nieto y sus once Reformas Estructurales serán enjuiciadas por la ciudadanía, con el resultado en las urnas.
Los mexicanos han acudido a las urnas en medio de un clima enrarecido. Recientemente, César Camacho, actual jerarca del PRI, aseguró que el gobierno de Calderón dejó un saldo estimado en 70 mil muertos. Estos muertos, lo mismo que miles de desaparecidos y “levantados”, por el solo hecho de tener familiares que les sobreviven y los esperan, influyeron a la hora de emitir los sufragios.
Decepcionados, incrédulos, y desinteresados en el pasado proceso electoral, abstencionistas, analistas, partidarios del voto en blanco, y del voto por “el menos peor” han constituido un bloque muy difícil de derribar.
El abstencionismo, comentaban algunos observadores, podría llegar al 70% de un padrón estimado en 87 millones de ciudadanos. En este escenario, sólo 26 millones de votantes, más o menos, acudieron puntualmente a las urnas. En consecuencia, cada sufragio costo 714 pesos, en el marco de una campaña electoral cuyo costo se estimó en 186 mil millones de pesos.
La campaña electoral que recién concluyó opuso una especie de guerra sucia y privilegió la ausencia de propuestas y de programas. Además, la violencia no se hizo esperar.
En este contexto, merece especial mención la beligerancia de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, también conocida como la CNTE, por sus siglas.
Hoy en día, el sindicalismo magisterial está dividido en dos corrientes contrarias entre sí. Una, representada por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, SNTE, fundada hará 65 años, en tiempos del presidente Ávila Camacho. Analistas generalmente informados definen al SNTE como una maquinaria electorera…
Durante su larga vida, el SNTE ha sufrido tres grandes liderazgos, desde su fundación. El primero de 1955 a 1972, en tiempos de Jesús Robles Martínez; el segundo abarca de 1972 a 1989, con Carlos Jonguitud Barrios al frente, y el último data de abril de 1989 hasta febrero de 2013, cuando Elba Ester Gordillo fue detenida y encarcelada; su sucesor, Juan Díaz de la Torre, actual presidente interino, deberá definir si su liderazgo será, en su momento, catalogado como “grande”. Nadie sabe a ciencia cierta cuantos miembros tiene este sindicato.
Otra corriente es la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, CNTE, fundada en 1979. Beligerante y sumamente contestataria, muy pronto desarrolló agresivos métodos de lucha: Pintas, mítines, marchas, así como “tomas” de edificios públicos y privados, bloqueos de carreteras, paros, huelgas y choques frontales con las fuerzas del orden. La CNTE recibió su bautismo de fuego, en Oaxaca, en febrero de 1981, tiempo en que consiguió movilizar a 80 mil trabajadores de la educación y convocó, además, a 50 mil para un plantón. Tiempo después, en abril/mayo de 1989, siendo presidente Carlos Salinas de Gortari, promovió la primera huelga nacional del magisterio con la participación de 500 mil trabajadores de la educación.
En las últimas semanas, la CNTE se ha movilizado, en el marco de un decidido boicot electoral, tanto en Oaxaca como en múltiples puntos del país. A juicio de sus jerarcas, la reforma educativa es una modificación administrativa que no toca programas ni propone cambios en la formación magisterial.
En consecuencia, la CNTE lucha por su abrogación y por la cancelación definitiva de la evaluación. La educación laica, pública y gratuita es un derecho constitucional. Sin embargo, un millón de alumnos está fuera de las aulas por tiempo indefinido. La CNTE ha aprendido a luchar; ha tenido muertos y heridos en sus filas. Sus métodos de lucha no van a cambiar. ¿Vendrá entonces la represión, varios Atencos, la sangre?
Maestros, padres de los 43 de Ayotzinapa, y todo tipo de inconformes, en la vasta geografía del país, instauraron un régimen pre-electoral sui generis; en él priva la presencia de “verdes”, “grises” y “azules” – ejército, marina y policías que ocupan ese triángulo de la miseria conformado por Oaxaca, Chiapas y Guerrero, entidades federativas donde muy difícilmente hubo elecciones normales, con saldo blanco y sin contratiempos al término de la jornada.
Este y no otro, es el trabajo del columnista; estos son los resultados obtenidos después de sacar la mano por la ventana para preguntarle al país cómo se siente; su respuesta fue contundente: “Mal, me siento muy mal…”
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