Luego de la subordinación de los intereses mexicanos a los intereses nacionales de Estados Unidos que asumió México de manera consciente con el Tratado de Comercio Libre salinista de 1990 a 2018, la principal variable de la actual sucesión presidencial de México en el contexto de la sucesión presidencial en Estados Unidos es justamente reconocer que como nunca Washington será el factor central de la soberanía mexicana.
En el memorándum aquí recordado varias veces y publicado en mayo de 1991 en la revista Proceso, el entonces embajador de Estados Unidos en México en 1992, John Dimitri Negroponte, uno de los principales espías americanos desde la guerra de Vietnam, le recordó el Departamento de Estado la urgencia de aprobar el tratado porque ese compromiso “es de alguna manera la piedra que culmina y asegura esas políticas (neoliberales de Salinas)“ y la integración comercial institucionalizará “la aceptación de una orientación estadounidense en las relaciones exteriores de México”.
Y, en efecto, el TCL del presidente Salinas subordinó la histórica política nacionalista de enfoques internacionales de México a los intereses de la Casa Blanca, e inclusive, en los tiempos del presidente López Obrador, ha sido difícil que México se desmarque de la diplomacia imperial de la Casa Blanca y ha ido olvidando los enfoques nacionalistas que fuera un orgullo de la política exterior mexicana en el pasado.
El gobierno del presidente López Obrador le dio un sello muy personal y nacional a la política exterior mexicana, pero con habilidad supo escurrirse —robalear, del pez robalo, dirían algunos pescadores tabasqueños– entre los entresijos de aislacionismo que asumió de manera imprudente y hasta grosera el presidente Donald Trump, y por ello y apoyado en ello, el presidente mexicano supo marcar una distancia crítica de los cansados esfuerzos del presidente Biden y su mediocre equipo de seguridad nacional, inclusive sin atender las amenazas inofensivas de Washington, siempre en el enfoque del principio lopezobradorista en materia de política exterior que aceptó la Casa Blanca: más vale México aliado con sus caprichos que subordinado con rupturas diplomáticas.
Las dos principales candidatas a la presidencia mexicana están realizando una campaña de tipo local, pero todas sus propuestas van a depender de los tres temas fundamentales que están en la agenda de la elección presidencial estadounidense: el narcotráfico, la migración y las inversiones privadas dentro del Tratado comercial, y las tres prioridades se van a imponer desde el punto de vista de la Casa Blanca.
La candidata oficial Claudia Sheinbaum Pardo parte del camino fácil de mantener el estilo lopezobradorista de poner atención a las quejas americanas, pero desdeñarlas desde su punto de vista que osciló entre el nacionalismo defensivo (Lorenzo Meyer) y el nacionalismo despectivo. La candidata de Morena estuvo en el círculo de toma de decisiones diplomáticas de México y vio en vivo y en directo el estilo unidireccional del presidente mexicano ante las presiones estadounidenses.
La candidata opositora Xóchitl Gálvez Ruiz carece de capacitación en materia de seguridad geopolítica estratégica y depende de los compromisos de subordinación diplomática de México hacia Estados Unidos que mantienen los partidos que la patrocinan: el neoliberalismo salinista del PRI subordinado a EU, el conservadurismo del PAN como reflejos del amplio sector conservador republicano y el entreguismo del PRD de los Chuchos que desdeñó el viejo nacionalismo cardenista.
Y a ello se debe agregar el viaje que realizó Gálvez Ruiz como precandidata presidencial a Estados Unidos para pedir la intervención americana en el proceso presidencial mexicano, entregar su enfoque dependetista a la OEA de hoy que no es más que un reflejo caricaturesco de la OEA de 1962 que operó para la Casa Blanca como el departamento de colonias –Fidel Castro dixit–.
El largo ciclo de relaciones México-EU desde el golpe de Estado a Chile en 1973 ordenado y operado por la Casa Blanca hasta las amenazas de Donald Trump y el presidente Biden de meter tropas operativas en México para combatir el narcotráfico que no se combate dentro de EU es el principal factor nacionalista de la elección presidencial mexicana de este año.
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Política para dummies: la política es la memoria del poder.
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