El pasado jueves acudimos a la “Casa Lamm”. El motivo, la presentación del libro “Porfirio Muñoz Ledo. Historia Oral 1933-1988”, una serie de conversaciones (en algunos momentos con el matiz de debate) sostenidas por Porfirio con James W. Wilkie y Edna Monzón Wlikie, que contemplan seis capítulos: El estudiante, El servidor público, El dirigente político, El diplomático, El educador, El dirigente de oposición. La obra concluye con una reflexión muy certera de Porfirio sobre el sistema de representación proporcional. En el Prefacio, Wilkie contextualiza con puntual claridad el alcance de la obra:
“El 15 de diciembre de 1987 comenzamos la serie de entrevistas de historia oral contenidas en este libro. Porfirio Muñoz Ledo –PML- era entonces un combativo político de cincuenta y cuatro años. Llegó como relámpago, listo para iniciar las entrevistas en nuestra casa en Pacific Palisades –cerca de donde Sunset Boulevard termina en el Océano Pacífico-; después de que él y un grupo de compañeros tomaron una decisión radical que modificó el rumbo de la política en México: su renuncia por la mañana de ese mismo día al Partido Revolucionario Institucional –PRI- y la posterior formación de la Corriente Democrática subrayaron la divergencia sobre el proyecto de país a que podía aspirar la sociedad mexicana. Las entrevistas finales de esta serie, registradas al año siguiente, constituyen un testimonio de primera mano sobre las intensas jornadas electorales de 1988 y el principio de la lucha política que PML perfiló desde diversos frentes opositores al sistema y a la que ha dedicado los siguientes 30 años de su vida. Por tanto, esta Historia Oral cubre sólo la mitad de su vida pública”.
La presentación fue una velada espléndida. En lo personal, fue un reencuentro con compañeras y compañeros, amigas y amigos que acompañamos a Porfirio por casi una década de luchas, sueños, victorias y derrotas; fue emotivo, muy emotivo. Encabezados por Alfonso Velasco, quien ha sido leal camarada y Secretario Particular de Porfirio desde los tiempos en que disputó la gubernatura de Guanajuato, invocando el “Derecho de Sangre”. Mientras aguardábamos la llegada de Porfirio, los abrazos y los buenos y grandes recuerdos abundaron; desde aquellos de cuando despachábamos en el edificio de Monterrey, sede del partido -1993-, nuestro paso por la Cámara de Diputados, la formación de “Nueva República”, hasta la aventura que fue la campaña presidencial del 2000.
Las destacadas participaciones fueron de los editores, el autor -Wilkie-, Alejandro Encinas y por supuesto cerrando Porfirio, quien contra su costumbre de improvisar, leyó un texto manuscrito, sentido, puntual, reflexivo. Al final una pregunta se hizo presente y obtuvo consenso: ¿Y la segunda parte cuándo?
Y ciertamente, como bien se apunta por la editorial, al presentar el libro “La vida de Porfirio Muñoz Ledo, arroja luz sobre momentos memorables y sobre coyunturas desconocidas de la vida de nuestro país. En esta larga conversación de los autores con el político mexicano, se reconstruyen décadas de historia del gobierno y las instituciones nacionales antes de la transición a la democracia, en la que Muñoz Ledo tuvo también un papel central. Pero esa es otra historia. Al revelar tanto sus aspectos humanos como su complejidad política, el entrevistado revitaliza y redimensiona a personajes fundamentales pero cada vez más borrosos de la política mexicana como Manuel Ávila Camacho, Adolfo Ruíz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz. La anécdota se transfigura en análisis, el recuerdo se convierte en pensamiento”.
Anecdóticamente, es en esa segunda parte, la que falta por escribir –o ya se está escribiendo según me platicó Porfirio- donde me tocó ser parte activa de su historia. Esa noche vinieron a mi memoria grandes recuerdos de los tiempos compartidos con Porfirio; muchos ligados con las decisiones, hechos, que para bien y también para mal han cambiado y marcado el rumbo de nuestro país: su elección como Presidente Nacional del PRD, el levantamiento zapatista, el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, las negociaciones de la Reforma Electoral, la instalación de la Cámara de Diputados en el 97, su respuesta al informe de Zedillo, su rechazo al ofrecimiento de Andrés Manuel de postularse en el 2000 al gobierno del Distrito Federal y tantos más. Y por supuesto, su acompañamiento, comprometido, audaz, solidario, en aquella campaña del 92 del siglo pasado, en que fui el primer candidato en la historia del PRD, de aquel PRD, al gobierno de Oaxaca.
De la presentación y del Porfirio Muñoz Ledo de siempre, me quedo con la parte final del texto que escribió como nota personal al principio del libro: “Las reflexiones que formulo, contribuirán tal vez a reabrir el debate sobre acontecimientos y problemas poco explorados de la historia del México contemporáneo; en un momento en que se necesita pensar y analizar con sentido crítico nuestras obras, fracasos y debilidades, para replantear rutas y preservar un mejor camino para las nuevas generaciones. Es un testimonio de vida y de lucha que aspira a trascender la arqueología política y convertirse en un llamado a la insurgencia nacional. Intenta reflejar mi experiencia vital, los sueños de una generación y hacer un relato apasionado e insustituible sobre la vida del México actual”.
Relato en el que por supuesto falta la segunda parte…
¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?
RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh