Como cada semana, me disponía a escribir el artículo que usted amable lector está haciendo el favor de leer, sólo que al abrir el archivo de documentos de la computadora que lo mismo la ocupan mis hijos para sus trabajos colegiales, que su servidor para sus artículos, me encontré con un documento que no es de mi autoría y cuyo título es “¿Por quién o por qué votar?”, lo que de inmediato me motivó a su lectura. Antes debo confesar que mi intención era escribir; ¡es! –corrijo– sobre el debate que los candidatos presidenciales llevarán a cabo el día de hoy, sólo que al descubrir el contenido de lo que posteriormente supe fue un trabajo escolar de mi hijo Mario Arturo, no pude evitar el deseo de compartirlo con ustedes; por lo que previa autorización de su autor, se lo transcribo tal y como lo encontré, bajo la advertencia de que a su fin abordaré el tema del debate.
¿Por quién o por qué votar? “Una nación sin elecciones libres es una nación sin voz, sin ojos y sin brazos: “Octavio Paz”.
“El 1 de julio los mexicanos votaremos para renovar el congreso de la unión y al Presidente de México, pero, ¿las propuestas que tenemos enfrente son las que en verdad necesitamos los mexicanos? ¿Votamos por los que decidimos o votamos por los que nos impusieron? Enseguida daré algunos argumentos de por qué a estas alturas de la contienda electoral aun no tengo definida a la persona a la cual le daré mi sufragio. Para iniciar, como estudiante de Derecho no pasa por mi cabeza el anular mi voto, ya que es una obligación consagrada en el Articulo 36 (fracción III) de la Constitución Mexicana y que por falta de cumplimiento, sin causa justificada de cualquiera de las obligaciones que impone el Artículo 36, los derechos o prerrogativas de los ciudadanos se suspenderán hasta por un año (articulo 38, fracción I). Pero el votar es una responsabilidad muy alta para cualquier ciudadano y máxime si se trata de elegir al próximo Presidente del país, la persona que guiará las riendas de toda una nación en cuanto a temas como: la política interna y externa, la economía tan desestabilizada que tenemos, la estrategia en materia de seguridad publica, la educación que tan rezagada está, etc. Evidentemente elegir por quien votar no es algo sencillo, no es algo en lo que te tengas que basar en cuanto a quien es más popular, mas aceptable, mas carismático, no es algo que lo tengas que decidir al ver sus spots televisivos, ni por quien salga mejor en sus espectaculares, pero lamentablemente la gran mayoría de mexicanos decide su voto de esta manera, como si se tratase de un reality show, los mexicanos tenemos que estar conscientes de que para tener un país mejor, tenemos que elegir mejor y para ello tenemos que informarnos más, tenemos que interesarnos acerca de política, escuchar y analizar propuestas que sean efectivamente viables para el desarrollo de nuestro México, y sobre todo ser críticos y no agacharnos. Aún cuando no tenga definido mi sufragio, estoy tratando de ser consciente, no regalando mi voto, no dividiendo, no sembrando más el encono que ya hay, por eso es más importante votar por una propuesta que por una cara, por un proyecto que por un partido. Llamo a ser responsables, por que en nuestras manos esta el destino de este país. Así que piensa y luego vota.” Hasta aquí la reflexión de mi hijo, que a su vez me permite entrar de lleno al tema de lo que espero será el debate del día de hoy por la noche.
Iniciaré afirmando que hasta el día de hoy han sido pocos los personajes que ganando abrumadoramente un debate, hayan obtenido el mismo resultado el día de la elección. Y es que son varios los factores que inciden en un enfrentamiento de ideas y de propuestas entre quienes aspiran a ocupar un puesto de elección popular: su vestimenta, el tono de su voz, su manejo corporal, su capacidad para argumentar, su facilidad para transmitir y al final, pero muy al final la propuesta de qué país es el que nos ofrecen. El marketing político no dista mucho del marketing empresarial, pues finalmente la estrategia de los asesores es posicionar un producto o una marca, por lo que en realidad les interesa es que la imagen de lo que se promueve penetre al colectivo que les interesa alcanzar, sin importar que su contenido sea lo que se conoce como “chatarra” o no sea de la calidad que uno supone. De ahí que como ya lo sostuvo Mario Arturo: “es más importante votar por una propuesta que por una cara; por un proyecto que por un partido”.
Quienes ya tienen definido un proyecto afín a un candidato o a un instituto político, difícilmente cambiarán su decisión como resultado de lo que vieron y escucharon en el debate, por lo que incluso saldrán a festejar que fue su aspirante el que ganó “contundentemente” a pesar de que ante los ojos de la mayoría no haya sido así, pues esto también es parte del marketing político. A quienes sí ayuda en gran parte el debate, es a ese enorme porcentaje de indecisos o de quienes entendiendo “su alta responsabilidad” de elegir a quien guiará nuestros destinos los próximos 6 años, están a la expectativa por conocer qué es lo que proponen cada uno de ellos y especialmente la forma en que lo lograrán, pues también ya a muchos de ellos les queda claro que son capaces de prometer cualquier cosa con tal de seducir al electorado. De ahí que sí sea relevante ver cómo visten, cómo se paran, cómo hablan, pero principalmente cómo proyectan a ese gran país al que todos queremos ver más justo y más desarrollado. Habremos de tener la capacidad para identificar quién está actuando suponiendo que asiste a una obra teatral y quién asume una posición de hombre de estado que es lo que se necesita para gobernar a México.
Si usted amable lector es de los que aún no definen su voto, el debate es una magnífica oportunidad para irse formando un criterio. Si además le gusta el futbol, pues en verdad le digo que es más importante el destino de nuestra Nación que el resultado de un partido que sin duda podrá ver en las repeticiones. Al final sabrá por quién y por qué votar.
Twitter: @Mario_Mendoza_F