* Sacerdotes como Romualdo, Francisco, Wilfrido Mayrén Peláez, Alejandro Solalinde Guerra y Arturo Lona Reyes, entre muchos otros, gozan de total impunidad a pesar de incendiar políticamente a Oaxaca.
* Gracias a estas complicidades han gozado de cuantiosos recursos públicos con el pretexto de impulsar proyectos productivos, mediante la opción preferencial por los pobres, populismo vil.
Uno de los mayores poderes fácticos en el mundo global, después de Cristo, a querer o no, es innegablemente la jerarquía, sacerdotes y religiosos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.
Su poder es tan grande que con la frase“con la iglesia hemos topado, Sancho”, Don Quijote da a entender que para llevar a cabo alguna acción es necesaria su complicidad o enfrentar su rechazo.
Y ello ocurre, a pesar que las numerosas iglesias cristianas le han arrebatado millones de feligreses por la cada vez más escandalosa corrupción, prostitución y perversiones sexuales de sus pastores.
Llama la atención que mientras Francisco, el Papa Negro, combate la corrupción del Banco Ambrosiano y la pederastia en el Vaticano, en Oaxaca se perdonan las perversiones de los curas.
Sacerdotes como Romualdo, Francisco, Wilfrido Mayrén Peláez, Alejandro Solalinde Guerra y Arturo Lona Reyes, entre muchos otros, gozan de total impunidad a pesar de incendiar políticamente a Oaxaca.
Hasta ahora Gerardo Silvestre Hernández es el único cura encarcelado por pederasta al violar a más de cien niños, denunciado penalmente en 2012 por el comerciante Pedro Mendoza Flores, de San Pablo Huitzo, cuyo hijo de nueve años fue abusado por el cura en la parroquia de ese municipio.
Desde 2006, cuando estuvo en su primera parroquia, Silvestre fue acusado de violencia sexual contra un niño. Después el sacerdote fue transferido a Santiago Camotlán, parroquia en la que se presume abusó de al menos 45 chicos. Los casos se habrían repetido en las parroquias de Villa Alta, San Juan y Santa María Ozolotepec.
Estos siniestros personajes utilizan el poder del secreto de confesión para crear en nombre de Dios amplias redes de complicidad y corrupción, con los Gobiernos, federal, estatal y municipales.
Gracias a estas complicidades han gozado de cuantiosos recursos públicos con el pretexto de impulsar proyectos productivos, mediante la opción preferencial por los pobres, populismo vil.
Pero también han gozado del obsequio de concesiones de gasolineras, vehículos del año y hasta “guaruras” al no tener tranquila la conciencia y demandar seguridad a los gobiernos en turno.
Es muy difícil encontrar algún conflicto político-social en las diversas regiones de Oaxaca en los que no aparezca su mano negra meciendo la cuna de la violencia, según reportes de inteligencia.
La hipócrita defensa de los derechos humanos de indígenas y campesinos, así como de migrantes, es la bandera en la que se envuelven nacionalmente para arrojarse a la hoguera de las vanidades.
Sus acciones de agitación y subversión están ampliamente documentadas desde hace muchos años como seguidores de la Teología India de la Liberación en la Región Pastoral Pacífico Sur.
Asimismo, sus perversiones son piedra de escándalo conocidas de todos en perjuicio de niñas, niños y mujeres, cuyos hijos son camuflados legal y socialmente con el eufemismo de “sobrinos”.
No obstante este negro historial de vida en el que el pecado menor es romper el celibato con diversas parejas y numerosos hijos, se han apoderado de estratégicas posiciones de poder.
Su presencia está vista en la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO) en complicidad con agitadores como el cartel de Flavio Sosa, a la que impulsan como titular a una de sus mujeres.
Después de una enorme metedura de pata, el Papa exigió en mayo de 2018 que se rindan cuentas por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y obligó a los cómplices a expiar sus fechorías de la manera más humillante y pública posible: la renuncia masiva de todos los obispos activos de Chile.
Es muy posible que con este recurso severo, el Papa Francisco haya introducido un cambio sustancial en la forma en que la Iglesia ha manejado la crisis, pues marca la primera vez que el Vaticano toma una medida tan decisiva para responsabilizar a los obispos por encubrir el abuso sexual por parte de los sacerdotes, de larga data en la Iglesia católica.
En enero de 2018, cuatro meses antes, Francisco cayó en el agujero más grande de su pontificado, cuando defendió enérgicamente al obispo chileno Juan Barros, acusado por las víctimas de violencia sexual de presenciar los abusos y abstenerse de tomar medidas correctivas.
El Papa tomó cartas en la debacle al forzar a todos los obispos a renunciar. Dijo que una investigación demostró que hubo “defectos graves” en el manejo de los casos de abusos, con investigaciones superficiales o nulas de las denuncias que contenían pruebas evidentes de delitos. Los acusó de destruir pruebas, interferir en las investigaciones y, con su negligencia, colocar a niños en peligro de ser violados por pederastas. ¿Qué opinará al respecto el Arzobispo de Oaxaca, Pedro Vásquez Villalobos?
Juan Carlos Cruz, el denunciante principal en el escándalo, dijo emocionado que la renuncia masiva “cambia las cosas para siempre” y sienta un precedente para todos los países y todos los obispos del mundo.
Será doloroso, “absolutamente”, dijo, cuya campaña de un año de duración para exponer los abusos en la jerarquía católica de Chile fue responsable de los notables acontecimientos en Roma.
Cruz dijo que muchas personas abandonaron la Iglesia, debido a los excesos cometidos por sacerdotes y que ahora verán esto como una medida concreta que podría ayudarlos a recuperar su fe.
Por el momento, las ofertas de dimisión de los 31 obispos chilenos en activo son solo simbólicas. Francisco puede aceptar o rechazarlas una por una, o demorar su decisión, y los obispos continuarán en funciones hasta que él se pronuncie.
Las ofertas de dimisión también le permitieron al Papa ganar algo de tiempo. Fue un gesto de acción muy necesario después que admitiera que él mismo se volvió parte del problema por haber aceptado la palabra de los obispos por encima de la de las víctimas de abuso sexual.
Con todo, al acusar a cada líder eclesiástico chileno de responsabilidad colectiva por el escándalo, Francisco actuó decisivamente ante una de las críticas más antiguas sobre la forma en que el Vaticano ha abordado la crisis.
Ahora ha dejado claro que hay consecuencias para los obispos que hacen la vista gorda ante el abuso sexual, impiden las investigaciones o tratan a las víctimas como enemigos de la Iglesia.
La complicidad con los abusadores no es exclusiva de Chile. Vemos el mismo encubrimiento actualmente por parte de los líderes de la Iglesia en Argentina, Filipinas, Polonia y en Buffalo, Nueva York. El cambio está ocurriendo en Chile simplemente porque esa situación causó una debacle de relaciones públicas para el propio Papa.
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