Una década después de la gran crisis financiera, uno de los economistas más reconocidos en el mundo hace un balance de México, el TLCAN, las criptomonedas y de dónde podría venir la siguiente debacle.
Parece que cada vez estamos más cerca de un nuevo TLCAN. Según lo visto hasta ahora, ¿quiénes serían los perdedores y los ganadores en todo este periodo de negociaciones?
Por el momento, me parece que el ganador es básicamente el ‘statu quo’. Mi predicción original era que le harían cambios cosméticos al TLCAN, suficientes para que Trump pudiera decir que ganó y que el comercio podía continuar. Y parece, en su mayor parte, que así resultó. No estoy convencido de que la industria automotriz deba preocuparnos, no estoy seguro si se verá alterada o no. Pero si ese rubro tiene la inocuidad que esperamos, tenemos un tratado con unos cambios al margen, que apenas serán notados.
Hace unos años habló con nosotros sobre el TLCAN, sobre ciertas ideas equívocas, cosas que el Tratado no ha logrado hacer a favor de México.
¿Cómo puede lograr el Tratado que algunos de esos beneficios lleguen más allá del norte de México, y vayan más hacia el sur?
El desempeño insatisfactorio de México es un misterio. Cuando el TLCAN se negoció e implementó había una creencia generalizada de que abrirse al comercio, aunado a unas reformas básicas, detonaría un crecimiento más rápido, y eso no ha pasado. México ha cumplido, es más estable que antes, su comercio ha aumentado significativamente, pero no sabemos qué ha pasado.
Cabe mencionar que los modelos económicos nunca predijeron grandes beneficios de la apertura del comercio. Predijeron algunos, pero en el orden de un par de puntos porcentuales del PIB. Y en el transcurso de 25 años es un porcentaje tangible de la tasa de crecimiento y tal vez se consiguió, aunque perdido en medio del ruido.
Lo que teníamos era una esperanza, basada en la experiencia de las economías asiáticas, de que el tratado daría más. Y no lo estamos viendo. La pregunta es, ¿por qué México no es Corea?, ¿por qué México no ha podido despegar económicamente al estilo de una nación asiática? Nadie lo sabe. Tenemos los sospechosos y responsables habituales: la educación es un problema, la infraestructura solía serlo, la corrupción, el crimen.
¿Y el frágil Estado de Derecho, eso ha afectado?
Tal vez, aunque hay que preguntarse si el Estado de Derecho, el cumplimiento de los contratos, limitar el clientelismo, es tan crucial, ¿cómo explicaríamos entonces a China? Hay pocos países con tanta corrupción y, sin embargo, tiene un tremendo dinamismo.
México podría hacer más cosas, pero nada garantiza más dinamismo.
La actual administración, en un esfuerzo por alcanzar mayor equidad, ha aplicado ciertas ventajas impositivas a los estados del sur. ¿Se traducirá en una diferencia, será significativa teniendo en cuenta los otros problemas de la región?
Ayudará, definitivamente. Parte de la historia de México ha sido la de un éxito económico extremadamente desigual. Si solo nos fijamos en los cinco estados del norte, si ese fuera el país, la historia sería muy diferente en cuanto al desempeño económico desde el TLCAN. Creo que en general, no solo en México, hemos visto un resurgimiento del interés en la desigualdad regional y los problemas de las regiones rezagadas. Lo vemos en Estados Unidos, que parece dos países, a uno le va mucho mejor que al otro.
La política debería tratar de abordar ese problema. La experiencia histórica en el mundo con las políticas que buscan impulsar regiones rezagadas no es muy alentadora en general. Los países europeos han intentado hacerlo con resultados bastante dispares. Pero vale la pena intentarlo. Hay tantas personas en situación de pobreza que un poco de éxito en estimular el desarrollo en el sur de México, no sé si tendrá impacto en el PIB, pero tendría un impacto humano enorme.
Ha venido a México para hablar de las criptomonedas. ¿Qué piensa del momento colectivo de duda en torno a ellas? ¿Ocasionará que lleguen al punto de no valer nada?
Planteo dos escenarios. Uno es de valor cero, donde la gente se preguntará por qué creyó que tenían sentido. Y el otro escenario es que se convertirán (algunas, tal vez solo bitcoin) en una reserva de valor para personas que, por alguna razón, quieren algo que, aunque no sea totalmente anónimo, sea fácil de ocultar. De suerte que sea algo como el oro, como los billetes de cien dólares. Hablamos de muchas cosas como si fueran dinero, pero que no cumplen las funciones del dinero sino más bien como depósito de valor.
Es un escenario posible. Siempre he argumentado que este momento de duda ya se había tardado, el argumento económico de la criptomoneda nunca fue muy fuerte y ante eso su durabilidad ha sido asombrosa.
Hace unos días recordamos el aniversario del colapso de Lehman Brothers. ¿Cuándo se dio cuenta de la escala de lo que pasaba?
Fue un proceso gradual. Para mí, la escala de la burbuja de la vivienda era evidente en 2005. En ese entonces escribí sobre eso. Era lo más claro que yo había visto en términos de burbujas.
La vulnerabilidad financiera, el hecho de que no se limitaría a ser un colapso de los precios de la vivienda, sino que el sistema financiero entero estaba en riesgo, no lo vi hasta la segunda mitad de 2007. No estaba consciente de la importancia del sector bancario en la sombra hasta quizás el verano de 2007. La idea de que esta sería una crisis bancaria al igual que una crisis inmobiliaria me golpeó muy tarde. Por tanto, las ulteriores repercusiones me sorprendieron.
Parece que el PIB en el mundo desarrollado recibió un golpe permanente, nunca hemos vuelto al nivel que teníamos. En muchas otras maneras, poco ha cambiado, sí creo que tuvo un impacto económico-político-cultural donde las élites perdieron mucha credibilidad. El mundo de 2007 era uno donde las personas importantes con bueno sastres inspiraban respeto a casi todos, y ahora es muy fácil desestimarlos y decir ¿qué van a saber ellos?
¿En qué somos más vulnerables hoy que hace diez años?
Creo que el sistema financiero es menos vulnerable que antes, que la ley Dodd-Frank y medidas parecidas han hecho más de lo que reconocemos, que las instituciones financieras son más sólidas que antes. Pero las crisis, casi por definición, vienen de donde menos las esperas. Veo algunas vulnerabilidades, que aunque ninguna parece tan grande, tal vez colectivamente lo son. Los mercados emergentes, la energía, el fracking, la deuda estudiantil. Pero posiblemente nos golpee algo en lo que no habíamos pensado.
Hablando de mercados emergentes, vemos la presión que sufren en sus monedas países como Argentina. Con ese tipo de presión y con déficits primarios de 4 por ciento, ¿qué opciones tienen de no ser la austeridad fiscal?
Cierta austeridad fiscal es inevitable. Pero si Argentina, por ejemplo, solamente recurre a la austeridad fiscal y a subir las tasas de interés, entonces estaríamos hablando de una recesión severa. Tienen que ir más allá. Es triste decirlo, pero a pesar de la inflación, necesitan mucha depreciación. No puede seguir con esa deuda fiscal. El régimen en Turquía me desagrada profundamente, pero sus medidas enérgicas para evitar la fuga de capitales han sido mucho más efectivas de lo que muchos admiten. Tenemos que estudiar a fondo lo qué pasó en Asia a fines de los años ochenta.
Fuente: elfinanciero.com