El crédito es pobre para negocios en una zona propensa al lavado.
El negocio de semillas de Sabrina Hallman ha operado en almacenes a poca distancia de la frontera entre Estados Unidos y México desde 1989. Sierra Seed, que vende a productores comerciales en México, es muy conocida en su pequeña ciudad de Arizona, al igual que Hallman, una exdirectora de escuela que reemplazó a su padre como directora ejecutiva en 2007.
Tres años después, su banco fue adquirido por un rival y sus nuevos propietarios cortaron la línea de crédito de la que su negocio había dependido durante años. La decisión fue tan súbita que tomó por sorpresa a los empleados de la sucursal de Hallman, quienes abogaron ante sus nuevos dueños por mantener el crédito de Sierra Seed. Sin embargo, fue en vano. Dado que la empresa hacía negocios en ambos lados de la frontera fue considerada un riesgo de lavado de dinero para el banco.
El mayor escrutinio de las instituciones en las zonas con altos índices de criminalidad financiera, en particular las que se encuentran cerca de la frontera, ha provocado que los bancos se alejen de ahí, con consecuencias imprevistas. Según un informe publicado en febrero por la Oficina de Responsabilidad Gubernamental de EU (GAO, por sus siglas en inglés), en Calexico, California, hay una sola sucursal bancaria desde las seis que había en 2013. San Ysidro, California, perdió cinco de sus 12 sucursales bancarias en el mismo periodo, mientras que un único código postal en Nogales, Arizona, perdió tres de sus nueve sucursales. De los bancos que permanecieron en la frontera del lado de EU, casi 80 por ciento mencionó que había limitado o dejado de ofrecer servicios a los clientes que podrían requerir un monitoreo intensivo.
Las empresas administradas por mexicanos, las que realizan transacciones en ambos lados de la frontera y las que ocupan principalmente efectivo en sus operaciones, eran especialmente propensas a ser abandonadas por los bancos.
Hallman tardó dos años en encontrar uno dispuesto a reemplazar la línea de crédito de la que dependía para pagar las facturas durante la temporada baja. J.P. Morgan Chase & Co. eventualmente le otorgó la mitad del crédito que solicitó, antes de cancelar su cuenta 18 meses después. “Parecía que cada vez que te dabas la vuelta, alguien decía: ‘no te queremos'”, relata. “Y le estaba sucediendo a todos mis conocidos”.
Ciudades como Nogales, sede de la compañía de Hallman, tienen una larga historia de pagar el precio de los problemas transnacionales. La ciudad de 20 mil habitantes se encuentra literalmente en la frontera: una imponente valla oxidada marca el límite internacional entre los lados mexicano y estadounidense de lo que solía ser la misma ciudad. El fácil movimiento de personas, productos y dinero a través de la frontera fue una gran ayuda para las industrias minoristas y de productos agrícolas de Nogales, pero también benefició a los traficantes. “Imagina el agua pasando por una presa. Eso es lo que solía ser”, detalla Nils Urman, un residente de Nogales que dirige una organización sin fines de lucro destinada a desarrollar el centro de la ciudad. “Los traficantes se organizaron en moteles al otro lado de la frontera. Tenían observadores en el techo y cuando la patrulla fronteriza se iba, les daba la oportunidad de cruzar”.
La valla se levantó en la década de 1990, pero el verdadero punto de inflexión para la frontera de Nogales, Urman y otros residentes, fue el 11 de septiembre. La Ley Patriótica de EU de 2001 aumentó la presión sobre los bancos para detectar e informar actividades sospechosas e incrementar las sanciones a las instituciones que no cumplieran.
En 2012, HSBC fue golpeado con una multa de 1.9 mil millones de dólares por no detectar el lavado de más de 880 millones de dólares propiedad de los cárteles mexicanos.
En esa época, los bancos en Nogales, el puerto de entrada privilegiado de los productos de Sinaloa, que además de albergar uno de los cárteles de la droga más famosos del mundo también tiene un clima favorable para cultivar tomates, aumentaron los ingresos en cuentas sospechosas. Algunos bancos contrataron oficiales de cumplimiento adicionales para administrar la carga de trabajo, pero para los grandes bancos con decenas de miles de millones de dólares en activos, esas pequeñas cuentas fronterizas eran prescindibles.
Un importante banco cerró 5 mil cuentas solo en 2016, según la GAO, que representan menos del 0.5 por ciento de sus cuentas totales.
Para aquellos, cuyas cuentas están cerradas, el impacto ha sido abrumador. Chuck Thomas, quien dirige un negocio de productos agrícolas de 51 años de antigüedad en Arizona, perdió su cuenta comercial de Chase a mitad de la temporada 2014. “Lo que me desconcertó es que no tenía operaciones transfronterizas”, señala Thomas. Chase finalmente cerró una de sus dos sucursales en la ciudad y Bank of America pronto hizo lo mismo, justo después de enfrentarse a Hallman como cliente. Ella se quedó con ellos pese que su sucursal más cercana está a más de 64 kilómetros de distancia. Sin embargo, no todos están en condiciones de tomar esa decisión.
“El 90 por ciento de esta comunidad es hispana y muchas de las personas que la conforman no tienen idea de las cartas que recibían de Bank of America”, explica Chris Ciruli, un distribuidor de productos agrícolas que dio microcréditos a los empleados cuando el banco se fue de la ciudad.
Algunos recurrieron a prestamistas en línea o tuvieron que empeñar camiones para pagar la nómina, detalla Lea Márquez Peterson, presidente de la Cámara de Comercio Hispana de Tucson.
En medio del éxodo, First Bank Yuma, una pequeña institución regional, abrió su primera sucursal en Nogales dentro de un lujoso edificio de cristal del centro de la ciudad.
Con tantos necesitados de servicios bancarios, está en condiciones de ser exigente. David Esquivel, vicepresidente senior del banco, comenta que inicialmente limitó sus clientes a negocios de productos agrícolas conocidos y se ha expandido solo a través de referencias, una de las formas en que maneja los riesgos. Apenas cuatro años después de su apertura en Nogales, añade, la sucursal ya no busca activamente depósitos.
La Corporación Federal de Seguros de Depósitos y otras agencias federales en EU han enviado representantes a Nogales para explicar cómo es un monitoreo exhaustivo para atrapar y disuadir a los delincuentes. Es un argumento con el que la gente del pueblo está familiarizada.
“Siempre hemos sido este tipo de lugar donde se vierten todas estas regulaciones federales”, explica Urman. “Tenemos que darnos cuenta de que el centro de la ciudad no será lo que solía ser”.
Fuente: elfinanciero.com