¿Por qué faltaron güevos a Ulises, para entregar Palacio a MALO?: Alfredo Martínez de Aguilar

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Indispensable es recuperar la memoria histórica para no tropezar siempre con la misma piedra. A nuestro juicio, acudiendo al pasado podemos entender y explicarnos lo que ocurre en el presente.

Dada la supuesta tendencia demoscópica sobre el triunfo de Manuel Andrés López Obrador (MALO), cobran vigencia muchas preguntas que hace mucho flotan en el ambiente oaxaqueño.

Para tal motivo, solicito una entrevista para prensa y TV a los ex gobernadores, Chuchín Martínez, Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, Pepe Murat y Gabino Cué. Espero su respuesta.

Satanizados entre sí y convertidos por el pueblo en perros del mal, es un acto de estricta justicia dar oportunidad a los ex gobernadores de dar a conocer su verdad, a lo que tienen derecho.

A pesar que la historia demuestra de manera palmaria que en política no hay nada escrito, para los fanáticos fundamentalistas seguidores de El Peje, prácticamente es inevitable el triunfo de éste.

Aceptando sin conceder, como solemos decir los abogados, que los resultados instantáneos de las encuestas y de quien las paga son reales, de ninguna manera éstos son la verdad absoluta.

La trascendencia histórica y social de entrevistar a los principales actores convertidos en factores reales de poder en Oaxaca es mayor porque en algunos casos, incluso, son verdaderos factótum.

No obstante estar real o aparentemente divididos y enfrentados, a querer o no, guste o no, estos actores-factores de poder siguen decidiendo el devenir de cuatro millones de oaxaqueños.

Sin ser majadero, Dios guarde la hora de tal atrevimiento, obligado es formular algunas preguntar públicamente al controvertido ex gobernador Ulises Ruiz, dirigente de Democracia Interna del PRI.

¿Por qué le faltaron güevos a Ulises, para entregar el Palacio de Gobierno a MALO lamiéndose las heridas por la derrota de Roberto Madrazo y rotos los compromisos políticos con Pepe Murat?

Faltó visión y sensibilidad de estadista al gobernador Ulises Ruiz Ortiz. Tuvo la oportunidad de salvar a México y pasar a la historia al prestar un servicio invaluable al país. Era suya y la dejó ir.

Inteligente y perverso como es, debió pensar no solo en ganar las próximas elecciones con su delfín Eviel Pérez Magaña, sino en las próximas generaciones a las que pertenecen sus hijos.

Entregar el Palacio de Gobierno a Manuel Andrés López Obrador hubiera vacunado a México con las locuras populistas del establecimiento de la Comuna Oaxaca por Flavio Sosa, la CNTE y la APPO.

La “primera revolución del siglo XXI” convertida en gobierno socialista hubiera confirmado el fundado temor actual de imponer en México una dictadura populista al estilo de Venezuela.

Al ser expropiadas sus empresas, la mayor lección la hubieran recibido los hombres de negocios de las cámaras y organismos  empresariales, y los medios de comunicación que hoy apoyan a MALO.

En 2006, las circunstancias eran totalmente adversas para Ulises por el prefabricado conflicto político. Abandonado por el PRI no había otra salida a la crisis más que solicitar licencia al cargo.

Era tal la magnitud y dimensión de la macrocrisis política que prohijó la soberbia de su “burbuja”, particularmente las actitudes y decisiones de Jorge Franco, que el propio PRI pidió su salida.

Los entonces gobernadores de Nuevo León, Natividad González Parás; del Estado de México, Enrique Peña Nieto, y de Puebla, Mario Marín, pidieron a Ulises que solicitara licencia al cargo.

Según trascendió en su momento, la petición fue hecha por los tres comisionados del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, después de una comida en un restaurante de Periférico Sur.

Montado en santa ira, Ulises, mandó a la chingada y mentó la madre a sus tres compañeros gobernadores y tumbó el copete de un manazo al ahora presidente Enrique Peña Nieto.

Con el sarcasmo y frivolidad que le caracteriza, el entonces gobernador de Oaxaca advirtió que si insistían en pedir su licencia entregaría el Palacio de Gobierno a Manuel Andrés López Obrador.

Como era lógico y natural, la temeraria advertencia espantó y dejó sin habla a sus interlocutores, los gobernadores Natividad González Parás, Enrique Peña Nieto y Mario Marín Torres.
Todo quedó en simple amenaza que, claro, bastó para “acalambrar” a los primeros dos presidentes panistas del país Vicente Fox Quesada, saliente, y entrante, Felipe de Jesús Calderón.

De cumplir su advertencia en el supuesto escenario que Ulises Ruiz fuera obligado a solicitar licencia, la entrega del poder al Mesías Tropical pudo iniciar en el Palacio de Gobierno de Oaxaca.

Previo exhorto de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión para que Ulises solicitara licencia, la decisión de desaparecer los poderes en el Estado de Oaxaca recayó en la Cámara de Senadores en la que la alianza PRI-PAN enfrentaba la postura clara del PRD.

En un nuevo enfrentamiento verbal entre el gobernador oaxaqueño y el Secretario de Gobernación, Carlos María Abascal Carranza, durante una nueva reunión en Gobernación y ante declaraciones de su titular, en el sentido que si no puede gobernar que renuncie, Ulises Ruiz respondió que “si el funcionario foxista tiene miedo de aplicar la ley” contra el movimiento social oaxaqueño “debe abrirse, renunciar y dar paso a otro que sí cumpla”.

Al presidente electo Felipe Calderón no quedó de otra que apoyar la permanencia de Ulises Ruiz en el gobierno de Oaxaca al respaldar la posición del PRI y del PAN en el Congreso de la Unión, y por medio del coordinador de su equipo de transición Juan Camilo Mouriño, se declaró contra la salida del gobernador Ulises Ruiz, “porque en ninguna medida se apoyarán acciones al margen de la ley”.

En declaraciones a la prensa nacional, Mouriño explicó que el gobierno de Calderón cumplirá y hará cumplir la ley, y por eso pugnaba porque el conflicto se resuelva mediante el diálogo y la negociación, y no mediante la desaparición de poderes.

Paralelamente a las acciones del presidente Vicente Fox, del Secretario de Gobernación, Carlos Abascal, y del Secretario de Seguridad Pública, Eduardo Medina Mora, Calderón tuvo una encerrona en su casa de campaña.

“A la llamada casa de transición acudieron Santiago Creel Miranda, coordinador de la bancada del PAN en el Senado; el diputado federal panista Diódoro Carrasco Altamirano, ex priista y ex gobernador de Oaxaca; el banquero Alfredo Harp Helú, y el arquitecto oaxaqueño Enrique de Esesarte.  Actores que impusieron a Gabino Cué como gobernador y siguen siendo factores de poder en Oaxaca.

Alberto Aziz Nacif, analista político, entrevistado por Ricardo Rocha acerca de la ingobernabilidad que existía en Oaxaca dijo que el Senado era la última salida en donde se vio que se podrían conjuntar la vía jurídica y la política para dar una solución a este caso, pero no fue así.

Agregó que el mal hábito que los problemas se subordinen a las alianzas facciosas del PRI y el PAN dieron al traste con la posibilidad de sacar el caso de Oaxaca en una vía de solución negociada y pacífica, “esto de alguna manera regresó el caso a una especie de limbo político, pero con todo el desgaste que ha tenido el proceso, es decir, los instrumentos del Estado se están agotando, no están dando soluciones y estamos entrando en un proceso de ingobernabilidad”.

Apuntó que el dictamen de los senadores es clarísimo, “es un dictamen donde se reconocen los problemas de ingobernabilidad, de incapacidad del gobernador, pero no se da el paso suficiente para poder reconocer la desaparición de poderes para que saliera Ulises Ruiz, para así entrar a otra fase”.

Consideró que se estaban minando todos los instrumentos jurídicos para caer en la ingobernabilidad, “podríamos establecer un perfil de los actores, dime quién pide la fuerza pública y te diré quién eres, es la salida fácil, es la que han estado queriendo jalar por la prisa, la desesperación, sería un error garrafal:

“Era como ridículo escuchar a los senadores panistas en la tribuna haciendo el análisis y luego al final diciendo por favor pida licencia y váyase, señor gobernador, no lo podemos correr porque se lastimaría nuestra alianza con el PRI”.

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