El tema de la Educación Pública en Oaxaca ha cobrado gran relevancia en los últimos años, sobre todo a partir del establecimiento de indicadores de medición que han proporcionado información importante acerca del desempeño académico de la población escolar, principalmente la de educación básica.
Los resultados de las políticas públicas educativas están lejos de reflejar las expectativas de transformación que sobre la educación y el conocimiento tenemos. Existe una contradicción entre lo que el sistema educativo plantea y lo que la escuela en la práctica ofrece.
No todos los escenarios son desalentadores, en últimos noventa años, en nuestro país se han realizado enormes esfuerzos por ofrecer un servicio educativo con mayor equidad, cobertura y calidad. Las estadísticas revelan que desde 1921 a la fecha la escolaridad promedio de la población ha pasado de 1 año a 8.8 años en promedio. Un logro sustancial, pero que resulta insuficiente.
De tal manera, que a pesar que la educación es una de las mejores herramientas que las sociedades contemporáneas poseen para transformarse positivamente, existen paradojas que revelan que algo no funciona bien. Leyendo a Pedro Flores Crespo, encuentro sus reflexiones importantes. En México, y de manera especial en Oaxaca tenemos programas sectoriales vistosos, pero poco eficientes; avances en cobertura educativa, pero un incremento de la desigualdad; gasto público considerable, pero vergonzosos resultados en términos de comprensión de lectura y matemática. ¿Qué pasa entonces con la Educación Pública ?
La última reforma educativa en México, y en consecuencia en Oaxaca establece puntos que modifican el sistema académico nacional, el ingreso, la promoción y la permanencia son algunos de estos; todos justificados bajo la lógica de mejorar la calidad de la educación en nuestro estado y de que sean docentes quienes mayores conocimientos y capacidades demuestren.
Si lo vemos desde una perspectiva de calidad, no existen argumentos para cuestionar los cambios realizados, sin embargo me gustaría aportar una visión que espero ayude a los tomadores de decisión a ver desde una óptica diferente la realidad que vivimos.
En una entidad federativa, con índices de pobreza tan elevados como Oaxaca, el trabajo se puede llegar a considerar un patrimonio. Un patrimonio, que además requiere de una inversión económica; así me he encontrado con jóvenes estudiantes de normales, para quienes el costo de su educación ha significado la inversión de una gran parte de los recursos económicos de sus familias. De tal manera que una plaza de docente, es la esperanza de poder contar con un trabajo y de una oportunidad de movilidad social. Es la oportunidad de luchar contra el gran enemigo de Oaxaca: la pobreza.
En Oaxaca, a pesar que la Reforma Educativa entró en vigor, la efectividad de su cumplimiento es parcial y ante tal situación, existe una encrucijada en la aprobación de la Ley Estatal de Educación.
Por un lado existe la responsabilidad social de aprobar el marco legal que propicie e impulse una educación de calidad y por otro la movilización de una sección sindical escéptica y con grandes dudas, que demanda que el ingreso y la permanencia en el servicio profesional docente, siga como hasta ahora. Una lucha valida, que sin embargo defienden con argumentos equivocados y con acciones colectivas que polarizan.
El Programa de Transformación para el Estado de Oaxaca (PTEO) tiene grandes bondades como la visión multicultural que caracteriza a nuestro estado, pero también adolece de puntos que resultan inevitable pasar por alto, como el de propiciar alumnos competentes en un mundo global.
Porque lo que si es un hecho innegable, es que si no se reinventa la educación pública en Oaxaca. Seguiremos propiciando que quienes la reciben, sean cada vez menos competitivos, y en consecuencia lo único que se propicia es el ensanchamiento de la brecha que existe entre los que más y menos tienen.
Resulta razonable y hasta normal, que en las sociedades regidas por normas jurídicas las leyes se adecuen a la realidad. Y es esta la naturaleza simple de un órgano específico: El Poder Legislativo.
La realidad de Oaxaca exige una Ley Estatal de Educación, que se adecue a la circunstancia que vivimos, por eso la sociedad en general espera con ansia la aprobación de esta ley; la población quiere menos bloqueos, pero los jóvenes esperan más oportunidades de empleo. Los padres de familia esperan una mejor escuela pública para sus hijos y el Gobierno sin duda quiere generar gobernabilidad. A diferencia de lo que últimamente he escuchado, veo en la política una oportunidad de solución a los problemas colectivos. Los legisladores locales seguramente harán mucha política para que exista una Ley Estatal de Educación. Pero ellos, no son los únicos que deben realizarla, estoy convencido que la mayoría de las personas podemos aportar. Para hacer política no se necesita de mucho, podemos hacerla trabajando entre nosotros y a favor de todos. Sólo con política acabaremos con quienes hasta ahora son los verdaderos enemigos: la pobreza, la corrupción, la exclusión y la impunidad. Sólo participando, podremos denunciar, desplazar a la clase política abusiva. Participar, no nos asegura un lugar en la historia, pero estoy seguro que si es una oportunidad para cambiar la que hoy estamos viviendo.
Igmar Francisco Medina Matus
@igmarmatus
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