Política, amor y sexo: una combinación explosiva: Raúl Castellanos

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Frank Underwood (interpretado por Kevin Spacey), el personaje central de la serie “House of Cards”, citando a Oscar Wilde reflexiona: “Todo es acerca del sexo, excepto el sexo. El sexo es acerca del poder”. En efecto, la historia de Frank y Claire Underwood (magistralmente interpretada por Robin Wright) está marcada por esa afrodisiaca y a la vez letal combinación de amor, poder y sexo.

La abstracción viene al caso porque ayer, cuando me disponía a discurrir sobre Trump y su cinismo que lo delata al correr al Director del FBI, James Comey; de pronto me encontré con una nota que narra los enredos amorosos de quien disputó recién en 2015 la presidencia de Argentina, Daniel Scioli, un apasionado detractor de la legalización del aborto, quien además hizo campaña apoyándose en las tesis del Papa Francisco (de lo que el Papa no tiene la culpa), al que de pronto se le hizo “bolas el engrudo”, llevándolo a un triángulo amoroso más complejo y devastador que el “Triángulo de las Bermudas”.

Casado en 1991 con Karina Rabolini, una de las modelos más famosas de la época, se divorciaron en 1999 y se volvieron a dar el “sí acepto hasta que la muerte nos separe” en 2001; con encuentros y desencuentros que se opacaban por la buena estrella política de Danielito –fue Ministro de Menen, Vicepresidente con Néstor Kirchner y Gobernador de Buenos Aires- se mantuvieron unidos hasta la reciente campaña presidencial.

Pero como suele suceder, con la derrota electoral se hizo evidente la necia realidad. Scioli y Rabolini llevaban largo tiempo separados, sólo se mantuvieron sonrientes y de manita sudada por razones de interés mutuo. La Casa Rosada tiene suficientes alcobas separadas; como usted comprenderá, cualquier coincidencia con otras historias es pura coincidencia. Incluso se puede vivir en Washington o Nueva York y no hay problema. Ya en libertad y para curar sus soledades, Scioli inició una relación con otra modelo, Gisela Berger, bella, joven -28 abriles- y en ascenso en los medios de comunicación y de la farándula. Todo iba viento en popa por el Río de la Plata, hasta que ¡oh sorpresa! La cigüeña perdió el rumbo –cosas del cambio climático- y aterrizó de emergencia. En tales condiciones Scioli se plantó y dijo “Gisela está embarazada, estamos esperando un bebé. Tenemos muchos miedos, tengo sesenta años y es un desafío. Voy a ser padre y ojalá Dios me ilumine para serlo lo mejor posible”. Hasta aquí, todo parecía una linda narrativa digna de Corín Tellado o de Yolanda Vargas Dulché para “Lágrimas, risas y Amor”, la revista que en los sesentas hacía llorar a las damas y envidiar a los caballeros.

Sin embargo, ¿qué creen? El diablo volvió a meter la cola, y de pronto Gisela declaró a la revista del corazón “Noticias” su versión. Colocada en el otro extremo de lo dicho por Danielito: “Es una locura todo lo que está diciendo. Él quería que me hiciera un aborto; obvio que sigo embarazada, pero él está hablando como si fuera el padre feliz y no es así”. Y para probar sus dichos, público en las redes sociales una serie de supuestos mensajes en los que Scioli conversaba por WhatsApp con su presunto nuevo amor, Sofía Clérici, también de 28 años (“Tantos mundos, tanto espacio y coincidir), incluyendo fotos semidesnuda, rodeada de juguetes sexuales y textos “con los escarceos típicos de aquellos que ocultan algo” –dice la nota-. Sofía por su parte, lejos de desmentir, apenas pudo disimular que está encantada con la revelación. Ella empezó a darse a conocer cuando se difundió un video sexual que grabó con su hermana y tres hombres que le valió la portada de la Revista “Playboy”. Al ser cuestionada, con elegancia al más puro estilo argentino manifestó “yo no soy la tercera en discordia de nadie y no voy a salir a hablar de nada porque no tengo nada que decir. Sólo que con Daniel somos amigos y lo aprecio como persona y como hombre”.

Y ya cruzando el charco, para evidenciar que en todas partes se escriben cuentos no siempre de hadas, en la Francia hoy tan de “mode”, los presidentes han provocado – ocultado o tratado de ocultar- muchas líneas sobre sus affaires. Francois Mitterrand mantuvo en secreto una larga y sólida relación; el Conservador Zarkozy fue el primer presidente que se divorcia y vuelve a casar siendo inquilino del Palacio de El Elíseo; 7 meses después de asumir el cargo se anunció su separación tras 10 años de matrimonio; un mes después conoce en una cena a Carla Bruni, de inmediato surge la química, combinación mágica desde los tiempos del Mago Merlín “amor, poder y sexo”; se casan en el febrero siguiente y en 2011 nació su hija Giulia, hasta la fecha siguen juntos; Francois Hollande, al que le quedan horas –literal- en el cargo; los analistas comentan que sus lances amorosos influyeron notablemente en su inédita renuncia de aspirar a la reelección; divorciado de Ségoléne Royal, madre de sus cuatro hijos, consejera y su leal compañera en los años del ascenso y las adversidades; llevó como Primera Dama al Elíseo a Valérie Trierweiler, intelectual y periodista, en el camino, Hollande “perdió la cabeza” por Julia Gayet una bella y talentosa actriz que también conoció en una cena –hay esas cenas-. La prensa descubrió sus escapadas “disfrazado” de repartidor de pizzas. Trierweiler, abatida, se retiró en silencio, no sin antes advertirle “te destruiré”; y se la cumplió al publicar meses después su libro “Gracias por Todo”. Así Hollande se quedó sin amor, sin poder y sin sexo.

Como usted advertirá, cuánta razón tiene Frank Underwood (u Oscar Wilde si lo prefiere): “Todo es acerca del sexo, excepto el sexo. El sexo es acerca del poder”.

Sin embargo, no todo está perdido. En las antípodas de las historias de Scioli, Mitterrand, Zarkozy, Hollande; se encuentra la narrativa de Emmanuel Macron el recién declarado Presidente electo de Francia; felizmente casado con Brigitte Trogneux Macron, de quien fue alumno, comparten su vida y ella es su consejera y confidente; de causar envidia de la buena son las imágenes del Presidente Macron de 39 años dándole el biberón a uno de los siete nietos de su esposa; cuya hija Laurence fue su compañera en la escuela; nada es más deseable que al final del tránsito por el poder, se imponga el amor y se pueda contar un final feliz.

Es viernes. ¡Hoy toca! Diría Germán Dehesa.

¿Alguien puede asegurar que esto ya está decidido?

RAÚL CASTELLANOS HERNÁNDEZ / @rcastellanosh