Un estudio publicado el viernes asegura que las personas delgadas tienen más riesgo de desarrollar demencias que las que tienen un peso normal o son obesas, lo contrario de lo que se decía hasta ahora.
La delgadez se define por un índice de masa corporal (IMC, el cual se obtiene dividiendo el peso en kilogramos, sobre la talla en metros, elevada al cuadrado y su resultado se expresa en Kg/m2) inferior a 20 mientras que el sobrepeso empieza en 25 y la obesidad en 30. El peso normal se sitúa en un margen de 20 a 25.
En el pasado, varios estudios han establecido un vínculo entre el sobrepeso y las demencias (entre ellas el Alzheimer) que afectan a cerca de 50 millones de personas en el mundo, en su mayoría personas mayores.
Pero en este estudio publicado por la revista médica The Lancet Diabetes and Endocrinology, investigadores británicos demuestran, por el contrario, que las personas de 40 a 55 años delgadas tienen un 34 por ciento más de riesgo de desarrollar demencias más adelante, si se las compara con las que tienen un peso normal.
Más sorprendente todavía es que las personas con obesidad mórbida (IMC superior a 40) tienen un 29 por ciento menos de riesgo de presentar demencia que las de peso normal.
El estudio se basa en los informes médicos de cerca de dos millones de británicos de edad media (alrededor de 55 años cuando se inició el estudio) y un IMC medio de 26.
Han estado seguidos durante un periodo de hasta una veintena de años en el que se diagnosticó demencia a 45 mil 507.
Si se comparan los datos y se ajustan los resultados para tener en cuenta otros factores de riesgo de demencia (como el alcohol o el tabaco), los investigadores han podido establecer un vínculo entre el aumento del IMC y la reducción progresiva regular del riesgo de demencia, incluido en las personas obesas o con sobrepeso.
El doctor Nawab Qizilbash, el epidemiólogo que ha coordinado el estudio, reconoce que es incapaz actualmente de explicar los resultados.
“Numerosos factores como el régimen alimentario, la actividad física, la fragilidad, los factores genéticos o las modificaciones de peso relacionadas con otras patologías podrían influir”, asegura.
Por todas estas razones, no se trata en absoluto de aconsejar a los flacos que engorden.
En cuanto a los obesos, incluso si existen efectos protectores con relación a la demencia, podrían “no vivir suficiente tiempo para beneficiarse” ya que, recuerda, tienen más riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares o desarrollar algunos cánceres.
En un comentario adjunto al estudio, la neuróloga estadounidense Deborah Gustafson reconoce que los estudios existentes son “ambiguos” y que el estudio británico seguro que no constituye “la palabra final sobre este polémico asunto”.
La cafeína también protege
Además, recientes estudios señalaron que el café podría ayudar a prevenir el mal de Alzheimer, principal causa de demencia según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Científicos alemanes y franceses del Inserm (Instituto Nacional de Salud e Investigación Médica de Francia) comprobaron en ratones que el consumo de cafeína inhibe el crecimiento de las proteína tau, cuya acumulación en las células cerebrales se ha asociado con la enfermedad de Alzheimer.
Según la OMS, entre el 60 y el 70 por ciento de los casos de demencia, un síndrome que afecta a las capacidades cognitivas del paciente, estarían provocados por la enfermedad de Alzheimer.
Unos 47.5 millones de personas en el mundo padecen demencia según la OMS, el 58 por ciento de las cuales vive en países de ingresos bajos y medios.
Reforma.com