El mayor lastre de Oaxaca ha sido, desde siempre, la pobreza.
Va unida a nuestra historia, ha sido nuestra tinta.
El primer lugar en pobreza, entre todos los estados del país, correspondía ya por costumbre a Oaxaca.
Llegó un tiempo en que la nada honrosa disputa se cerró con Guerrero y Chiapas.
Hoy, por primera vez en la historia, Oaxaca abandona el top 3 de los estados más pobres en la estadística del coneval, que es la que vale.
Hemos superado a Puebla y sin que sea algo para festinarse, sí debe decirse.
Nunca antes Oaxaca había tenido una disminución sostenida de la pobreza y de la pobreza extrema, como ahora.
Con independencia de si los indicadores para medir la pobreza son o no los mejores, a todos los estados se nos mide con el mismo racero.
Y es que hay que dimensionar a Oaxaca en el panorama socioeconómico.
418 de sus 570 municipios son eminentemente comunitarios y más de la mitad de nuestra población se auto-adscribe indígena.
Recientemente tuve la oportunidad de escuchar interesantes reflexiones en un panel y una conferencia organizados por nuestro Tribunal Superior de Justicia de Oaxaca, a propósito de los 20 años de la reforma constitucional en materia indígena de nuestro país.
Y es un hecho que la pobreza ha ido lastimosa e inconcebiblemente ligada a lo indígena. Ahí donde hay pueblos y comunidades indígenas hay pobreza material. Y Oaxaca es el estado más indígena de todos.
Por eso, el que nuestro estado se esté alejando paulatinamente del sótano de la estadística, es un camino que independientemente de los gobiernos y los gobernantes, debemos seguir recorriendo.
Los esfuerzos en materia de Ingreso, rezago educativo, acceso a los servicios de salud, seguridad social, calidad de la vivienda, acceso a los servicios básicos, alimentación, cohesión social, y accesibilidad a carreteras pavimentadas deben seguirse focalizando en los pueblos y las comunidades indígenas.
Eso son los indicadores que contempla la Ley General de Desarrollo Social y aunque pudieran estar a discusión, algo es mejor que nada.
El hecho es que en pandemia, hoy viven en Oaxaca menos personas en situación de pobreza y pobreza extrema. Y así de debe seguir siendo en los años por venir.