Pobres en crecimiento: Isaac Leobardo Sánchez Juárez*

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La semana pasada estuve en la Universidad de Guanajuato hablando acerca del bajo crecimiento económico que ha prevalecido en México desde hace treinta años, al final de mi exposición alguien me preguntó si esto estaba relacionado con la pobreza que a diario vemos. La respuesta fue un contundente si, de haber crecido de forma elevada y sostenida, la pobreza se habría reducido, fui incluso un poco más lejos al afirmar que el mejor programa existente para luchar contra este flagelo social es el crecimiento. En esta ocasión no hablaré del mediocre crecimiento experimentado, me centraré en las cifras de la pobreza, en dar cuenta de su evolución, particularmente entre 2008 y 2010, usando para ello cifras oficiales publicadas por el Coneval.

 

En 2008 el 44.5% de la población estaba clasificada como pobre, lo que significa 48.8 millones de personas, para 2010 era el 46.2% o 52 millones de personas, por lo que se presentó un incremento de 3.2%. La cifra, como ya sabía es enorme, da cuenta del estado de subdesarrollo en el que vivimos. Pongámoslo en contexto, imagine que usted es padre o madre y que su familia consiste de cuatro personas (hijos), de las cuales 2 son en extremos miserables, no visten bien, carecen de acceso a servicios de salud, tienen un bajo o nulo acceso a satisfactores no básicos, no cuentan con vivienda. Otra no es millonaria, ni clase media, simplemente tiene lo suficiente como para alimentarse, vestirse, atender su salud y vivir. Y una cuarta es millonaria, goza de gran riqueza, tiene todo lo material nada le falta, ¿puede una situación como ésta ser tolerada por los jefes de familia? Evidentemente no y sin embargo ocurre, surge ante esta situación la tentación de actuar para quitar al que más tiene y darle a los que menos tienen, transferir rentas se convierte en una opción.

Pero la historia no termina aquí, puse el ejemplo anterior porque quiero poner en evidencia que la pobreza es tanto el resultado del contexto en el que se desenvuelven las personas, como el producto de malas decisiones personales. La pobreza puede ser generada por inadecuadas políticas, por actores ambiciosos que buscan obtener la máxima utilidad sin respetar los derechos de los demás, pero también tener un origen individual. Un individuo puede tener todas las oportunidades a su alcance y no aprovecharlas. Aclarado esto, debo decir que a diferencia de mis anteriores participaciones, asumo que el aumento de la pobreza que se ha registrado en el país es producto de errores de política y personales. Los primeros, en cierta medida, pueden ser corregidos desde una oficina gubernamental los segundos definitivamente no, es parte de un cierto orden o desorden espontáneo.

En 2010, de los 52 millones de personas clasificadas como pobres, resulta que 11.7 millones eran miserables y 40.3 millones pobres moderados, la diferencia entre uno y otro grupo es su ingreso y lo que éste les permite adquirir. Después de los pobres, se tiene a los vulnerables; es decir, aquellos que tienen un ingreso mínimo para adquirir la mayoría de satisfactores, pero que en momentos críticos pueden dejar esta categoría y pasar a la de los pobres. Por carencias sociales 32.3 millones de personas son vulnerables, mientras que 6.5 millones lo son por ingreso. Si sumamos el número de personas pobres con el de las vulnerables se tiene que 90 millones de personas, 80% del país no ha alcanzado los beneficios de la modernidad y la globalización, son los marginados de estos procesos.

Por otra parte, en el país 21.8 millones de personas o 19.3% de la población es considerada no pobre y no vulnerable, entre ellos se cuentan a un buen número de personas que conforman la clase media y media alta. Un porcentaje sumamente pequeño de estas personas son multimillonarios, parte de las familias más ricas del planeta. Este grupo lo integran personas viviendo con gran lujo y comodidad, cuyo ingreso es producto del esfuerzo y el mérito, pero también muchos que explotan notoriamente a los del primer grupo, el desarrollo de estos es la otra cara del subdesarrollo.

Seguramente, se estará preguntando, cómo es qué se permite, porque no hacemos algo para cambiarlo. Es claro que sí se están tomando medidas desde los ámbitos oficiales, pero no han sido efectivas, se han creado diversos programas asistencialistas, que únicamente favorecen la aparición de enormes burocracias y capturan el voto de los pobres para los grupos en el poder político. Las políticas implementadas, dadas las cifras, no han funcionado (sin olvidar que existe un porcentaje explicado por factores individuales). Esta anómala situación ya ha provocado y seguirá generando conflictos sociales de gran magnitud, véase los casos de Chiapas, Distrito Federal, Michoacán, Oaxaca, tan sólo por mencionar algunos.

Pero más de 20 millones no pobres, también son muchos, es más que la población total de un país como Chile. Estas personas y sus ingresos sostienen al país y son ellos los que generan o para los que se generan los grandes espacios de modernidad y despilfarro en el país. Para ellos México no está tan mal, se lo digo siendo parte de este grupo. Pero ¿qué pasará cuando su ingreso se comprima de forma abrupta como resultado de una masa creciente de pobres y una cada vez menor de grandes archimillonarios? Nos enfrentaremos al caos social, no se sabe el tiempo que tendrá que transcurrir para que esto ocurra, pero de continuar con el diseño económico y social vigente lo veremos muy pronto.

Mi opinión es que las autoridades pueden corregir el camino y reducir el número de personas pobres o vulnerables, no es posible continuar con la simulación y los programas asistencialistas, se requiere de la elaboración de una estrategia fiscal por medio de la cual se distribuya el ingreso de los que más tienen a los que menos tienen. Pero además, se requiere dinamizar la actividad económica para crecer y generar empleos de calidad. Una población mayoritariamente enriquecida, tendrá capacidad de compra, posibilidades de una mejor educación, intención de inversión y motivación para innovar. Es tiempo de superar el engaño, en todos los niveles, exigir el cambio que requerimos para un México en crecimiento, con rumbo al desarrollo.

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* Profesor en economía de la UACJ, Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI)