Pintura y arte textil dialogan en Oaxaca

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Los trazos bidimensionales de Gabriel Macotela, Gilberto Aceves Navarro, Francisco Toledo, Alejandro Santiago, Víctor Cata, Demián Flores, Luis Zárate y Juan Alcázar, entre otros artistas, cobran volumen a través de las puntadas de Natividad Amador, quien “traduce” a hilos el lenguaje pictórico en la muestra Pinthila, que se presenta en el Museo Textil de Oaxaca (MTO).

 

La exposición fue planteada a la directiva de la institución hace un par de años y el museo apoyó a la artista en la producción de 36 piezas. En la exposición, 12 pinturas y gráficas conviven junto a 28 bordados.

En algunos casos las obras de Amador son “traducciones”, como ella prefiere llamarlas, de una pieza pictórica, como en el caso de Eddie Martínez; en otros son colaboraciones en las que la artista zapoteca trabajó con los creadores, como con Macotela. Otras veces el artista visual entregó un boceto a Natividad, y dejó que ella, libremente, realizara la obra textil, como Demián Flores.

La curadora de la exposición, Olga Margarita Dávila, destacó los valores pictóricos de las piezas, con el fin de que el visitante aprecie las diferencias y similitudes de ambas formas de pintar, de ahí se deriva el título: Pinthila, resultante de la yuxtaposición de pintar e hilar.

Los retos que debió asumir fueron equiparables a los de una traducción, dice la indígena zapoteca. “Es ver la obra y hacer lo posible para darle movimiento a la pieza, equilibrio de los colores y los tonos, que son muy importantes. El equilibrio entre la técnica y las líneas del pintor era algo que yo quería lograr. Cada ocasión era un intento, y lo que más contenta me tiene es que dediqué mucho tiempo y apliqué todo lo aprendido en este proceso”.

A través de repasar con el hilo un espacio, de inclinar la aguja para otorgar a los colores matices distintos con la luz, Amador logra una similitud evidente entre los textiles y las pinturas. El tipo de bordado con que están hechas las obras se conoce como cadenilla, y es propio del Istmo de Tehuantepec: “El tejido que yo estoy trabajando, así como yo lo trabajo, está casi perdido. Es muy laborioso y se está sustituyendo por otro hilo de algodón, grueso, para que se avance más rápido”.

La muestra permanecerá en el Museo Textil de Oaxaca hasta marzo, y contará con un programa educativo en el que talleres, charlas y conferencias.

Reconocen el textil

Para Natividad Amador la existencia del Museo Textil de Oaxaca significó la apertura de un sitio donde al fin se reconoce el valor estético, antropológico, social y económico que estas artes deben tener en el estado y en el país, pues existía una pelea entre la pintura y el textil.

“El textil ha estado peleado con la pintura, para estar en galerías o museos. Hacen invitaciones a los pintores, pero no a los artistas textiles. Yo, para poder estar en exposiciones, ya cuando me dedicaba al textil, tuve que hacer incrustaciones de pintura para conjugar esas dos técnicas. No fue nada fácil. Hay más gente que prefiere comprar o exponer una pintura, no un textil, así que este museo es un punto muy importante”, expresa la artista.

Igualmente, la demanda superior de un tipo de obra por otro, la poca valoración comercial de los textiles tradicionales istmeños, ha provocado la pérdida de muchos motivos y formas de bordado. Hay ocasiones en que por la moda, comenta Amador, es que la gente retoma los textiles para hacer diseños: “Yo creo que es bueno, y también se distingue ese tipo de trabajo. La moda pasa por estos textiles, pero como en la pintura, lo de moda se va, lo demás, lo que es arte, se queda”.

El oficio de pintar con hilos

••• Originaria de La Séptima, un antiguo barrio de pescadores, campesinos y bordadoras en Juchitán, Natividad Amador (1970) ha convivido desde niña con el oficio de pintar con hilos.

“Este bordado lo usa la gente de La Séptima, es nuestro vestido diario, así tuve ese contacto directo con el bordado. Mi mamá no bordaba, pero mis vecinas sí y ahí uno crece con varias mamás.”

En 1985 salió de su pueblo hacia Oaxaca para estudiar artes plásticas en Bellas Artes. Luego de cuatro años de formación, Natividad redescubrió un mundo juchiteco que la impactó más allá de los colores y las formas usadas por las bordadoras de su comunidad. La artista emprendió una búsqueda personal que la condujo a explorar otras figuras y tonalidades para hacer su trabajo.

A partir de 1989 Natividad Amador empezó a pintar máscaras venecianas y rostros ajenos a las latitudes istmeñas, con las cuales ha recorrido museos y galerías en México, Estados Unidos, Francia y Alemania.

Milenio