El papa Francisco pidió hoy a un grupo de monjas soportar todo, evitar las divisiones internas, ser “expertas en humanidad” y sonreír de verdad, “no como las azafatas”.
El pontífice visitó hoy el convento y la basílica de Santa Clara de Asís, la joven religiosa que dejó todo para sumarse al movimiento fundado por San Francisco.
Durante su recorrido Jorge Mario Bergoglio rezó ante la tumba de Clara, cuyo cuerpo permanece incorrupto en el subsuelo de la basílica y después tuvo unos momentos para admirar el gran crucifijo de madera que le habló a Francisco, provocando su conversión.
En un discurso improvisado ante las religiosas advirtió que aunque el pensamiento común puede considerar a las monjas de clausura como aisladas, de vida ascética y penitente, en realidad ese no es su camino.
Sostuvo que la contemplación significa que al centro de la vida comunitaria debe estar Jesucristo, lo cual permite a la mujer alcanzar una gran humanidad, ser personas que saben comprender los problemas humanos y saben perdonar.
“A mí me da tristeza cuando encuentro monjas que no son alegres. Quizás sonríen, pero con la sonrisa de una azafata, ¿no? Pero no con la sonrisa de la alegría, de esa que viene desde dentro”, estableció.
Instó a las monjas a ser expertas en humanidad y “no demasiado espirituales”. También reconoció que la vida en comunidad “no es fácil” porque “el diablo aprovecha de todo para dividir”.
“Suele decirse: no yo quiero hablar mal de nadie, pero… y ahí comienza la división. No, esto no va, porque no lleva a nada, a la división. (Deben cuidar) la amistad entre ustedes, la vida de familia, el amor entre ustedes”, exhortó.
“Y que el monasterio no sea un purgatorio, que sea una familia. Los problemas existen y existirán pero, como se hace en una familia, buscar la solución con amor: no destruir esto para resolver aquello”, añadió.
Antes, después del mediodía, el Papa decidió almorzar con un grupo de unos 50 pobres, sin techo y detenidos en la sede de la Cáritas en lugar de compartir la mesa con las autoridades políticas presentes en Asís, entre ellos el primer ministro italiano Enrico Letta.
Más tarde visitó una ermita y de allí se trasladó a la catedral de San Rufino, donde saludó a sacerdotes, obispos y fieles de la diócesis local.
En su discurso se “metió” con los curas, a los cuales les solicitó “caminar con su pueblo”, unidos, “sin fugas hacia adelante ni nostalgias por el pasado”.
“La cosa más importante es caminar juntos, colaborando, ayudándose mutuamente, pidiéndose perdón, reconociendo los propios errores y aceptando las disculpas de los otros perdonando”, aseguró.
“Es importante salir para ir a encontrar al otro, en las periferias, que son lugares pero sobre todo personas en situaciones de vida especiales”, agregó.
Agencias