El partido demócrata retomó el control partidista de la Cámara de Representantes del Congreso federal de Estados Unidos, como resultado de los comicios de este 6 de noviembre que significaron el fracaso electoral y rechazo a políticas del presidente Donald Trump.
La apabullante victoria de los demócratas en la Cámara de Representantes, por encima del triunfo de los republicanos en la de Senadores donde mantendrán el control partidista, deja a Trump sin el poder que ejerció en sus primeros dos años de presidencia y socava sus posibilidades de relección en 2020.
Aún falta contar todos los votos en 14 distritos de la costa Este, como California, sin embargo, el resultado de las elecciones generales de medio período dio a los demócratas 222 puestos de los 435 de la Cámara de Representantes y 199 a los republicanos.
En el Senado y pese a que faltan por definirse cuatro de los 100 escaños, los republicanos se mantendrán como mayoría representativa con 51 puestos frente a los 45 ya confirmados para los demócratas.
“Un éxito tremendo esta noche. ¡Gracias a todos!”, escribió Trump la noche del martes en su cuenta personal de Twitter, luego de oficializarse la derrota republicana.
El mensaje fue tibio y modesto, pero más tarde, el mandatario publicó otro mensaje en el que presumió felicitaciones por la “Gran Victoria” obtenida.
“He recibido muchas felicitaciones por parte de muchos por nuestra Gran Victoria de anoche, incluidas naciones extranjeras (amigas) pendientes de mí y esperando acuerdos de comercio. Ahora podemos regresar a trabajar y concluir las cosas”, escribió.
El cambio de poderes en el Capitolio afecta las ambiciones de reelección de Trump y reaviva las posibilidades de que la nueva Cámara de Representantes, que comenzará a legislar en enero de 2019, incremente el escrutinio a sus acciones ejecutivas, pidan someterlo a juicio político por el caso conocido como Rusiagate y lo obliguen a hacer públicas sus declaraciones tributarias, algo que se ha negado a hacer desde que asumió la presidencia en enero de 2017.
La vulnerabilidad en la que queda Trump por el triunfo demócrata y aunque puede ser rescatado por los republicanos del Senado para el caso de un juicio político, no lo libra de fuertes críticas, denuncias y acusaciones por la presunta colusión de su campaña proselitista en 2016 con el gobierno de Rusia, en el afán de alterar el resultado de las elecciones de noviembre de ese año contra la entonces candidata presidencial demócrata Hillary Clinton.
Para someter a Trump a juicio político se requiere el aval del Senado, no obstante, la Cámara de Representantes tiene la potestad de invocar el proceso político al presidente y más si el reporte que presentará Robert Mueller, el fiscal independiente del Departamento de Justicia sobre el asunto Rusiagate, expone alguna irregularidad cometida por la campaña republicana de 2016 o alguna acción de obstrucción de justicia por parte de la Casa Blanca a partir de enero de 2017.
Un escenario político con estas características para Trump en 2019, y pese a que por la mayoría republicana en el Senado puede librarse del juicio político, dañaría profundamente la imagen y posición del presidente frente al electorado estadunidense, lo que disminuiría sus posibilidades de reelegirse, como pretende, en los comicios de noviembre de 2020.
Los Comités y Subcomités de la próxima Cámara de Representantes del Congreso federal estadunidense, podrían acusar de desacato constitucional al presidente de Estados Unidos, si este, por ejemplo, se negara a desglosar sus pagos de impuestos de los últimos años en una investigación legislativa incentivada por los demócratas.
Estrategia racial fallida
El resultado electoral de este martes 6 de noviembre que fue un plebiscito a la presidencia de Trump, mostró a un electorado estadunidense muy diferente al de hace dos años que llevó a la Casa Blanca al multimillonario magnate de la industria de la construcción.
En esta ocasión no tuvieron resonancia las tácticas de división racial, conservadoras y aislacionistas que Trump se ha dedicado a propagar desde que se convirtió en el titular del poder ejecutivo.
Las mentiras y exageraciones de Trump no fueron escuchadas por los electores estadunidenses que dieron a los demócratas el poder y autoridad para someter a un riguroso escrutinio sus acciones, políticas y tácticas electorales.
“Los electores se cansaron de la división (racial) y retórica de Trump y los republicanos”, declaró victoriosa Nancy Pelosi, la líder de la minoría demócrata en la Cámara de Representantes tras conocer la victoria de su partido que la coloca nuevamente en la palestra como aspirante a ser la próxima presidenta de la Cámara Baja y jefa de la mayoría representativa.
La estrategia de Trump resultó ineficaz al magnificar como invasión a la caravana migrante centroamericana que se encuentra en México rumbo a la frontera sur de Estados Unidos, al criminalizar a la inmigración indocumentada y enardecer los ánimos raciales en su país.
Sin el control de todo el Congreso, Trump y los republicanos se ven imposibilitados a sacar adelante sus proyectos de ley.
El presidente Trump queda imposibilitado para cumplir algunas de sus promesas electorales que pretendía usar como plataforma electoral para su reelección en 2020.
Los demócratas con su nuevo poder y en represalia por lo que los republicanos hicieron al expresidente Barack Obama, en los últimos seis de sus ocho años de presidencia, rechazarán aprobar cualquier proyecto de ley auspiciado o diseñado por la Casa Blanca.
Se negarán a autorizar mayores presupuestos para construir el muro en la frontera con México que quiere Trump, a endurecer las leyes migratorias, a reducir más los impuestos para los ricos, a seguir privatizando los servicios de salud, y minimizar programas sociales para jubilados y familias de menores ingresos.
De acuerdo con los primeros estudios respecto a la naturaleza del voto que derrotó a Trump y los republicanos, las mujeres y las minorías étnicas fueron la clave para dar a los demócratas el poder para acotar a la presidencia en los próximos dos años.
Algunos de los primeros informes sostienen que el voto suburbano encabezado por el 52% de la participación de mujeres y 48% de hombres, asestaron la derrota a Trump en el referéndum a su presidencia.
En estados como Texas, Florida y Pensilvania, por ejemplo, el voto hispano o latino ayudó a los demócratas a arrebatarle a los republicanos algunos de las curules que requerían para convertirse en mayoría en la Cámara de Representantes.
Fuente: proceso.com