* Al igual que en el caso de las adicciones a las drogas es necesario reorientar el combate de la violencia contra las mujeres con un enfoque de salud pública y visión integral que parta de la educación y evite la impunidad.
* Para abatir la impunidad no basta aumentar las penas en las leyes, sino exigir que las autoridades administrativas, ministeriales y judiciales, respeten y hagan respetar estas y sancionar enérgicamente su omisión, negligencia y complicidad.
A riesgo de escandalizar a las hipócritas buenas conciencias y a los políticamente correctos, imperioso es reconocer que el silencio, la complicidad y la impunidad, son los mayores obstáculos para combatir la violencia contra las mujeres.
Silencio cómplice de algunas mujeres víctimas de violencia y de sus familias y complicidad en muchos casos de las autoridades de seguridad pública, ministeriales y judiciales, por las amplias redes de corrupción existentes.
Al estudiar el perfil psicoemocional de los delincuentes y la comisión de los delitos, la criminología y la criminalística enseñan que no hay criminal ni crimen perfecto, lo que hay son investigaciones imperfectas para sancionarlos.
Si se profundizan exhaustivamente las diferentes líneas de investigación, sobre todo en el caso de los feminicidios, finalmente se logrará dar con testigos presenciales o de oías que permitan establecer la identidad de los probables responsables.
Por más meticulosamente que haya sido planeada la comisión de un delito y por más profesionales que sean sus ejecutores al fin humanos falibles, siempre cometerán errores o bien, siempre habrá alguien que vio y oyó algo que sirva de importante pista.
Es de sobra conocido que las más de las veces los agresores son integrantes de la propia familia nuclear o ampliada o bien, amigos, compañeros de escuela o de trabajo, vecinos y conocidos; todos cercanos al entorno familiar.
Al igual que en el caso de las adicciones a las drogas es necesario reorientar el combate de la violencia contra las mujeres con un enfoque de salud pública y visión integral que parta de la educación y evite la impunidad.
Para abatir la impunidad no basta aumentar las penas en las leyes, sino exigir que las autoridades administrativas, ministeriales y judiciales, respeten y hagan respetar estas y sancionar enérgicamente su omisión, negligencia y complicidad.
Para nadie es desconocido que en muchos casos la falta de sororidad y hasta de un simple gesto humano de solidaridad femenina se hace presente en mujeres que se desempeñan como Ministerios Públicos o Juezas con mujeres agredidas, abusadas o violadas.
Indispensable en este proceso personal, familiar y social, es pasar de las simples denuncias y condenas por más furibundas que sean durante movilizaciones incendiarias a la realización de acciones más prácticas y pragmáticas.
Por supervivencia es necesario que las mujeres pasen del discurso de la sororidad al reencuentro de la solidaridad y autodefensa femenina, empezando por recuperar la confianza entre ellas mismas al margen de egoísmos y celos personales.
Resulta harto condenable que la mayoría de organizaciones feministas y defensoras de los derechos humanos, única y exclusivamente se dediquen a luchar por proteger a sus activistas y correligionarias y no a todas las mujeres en general.
La falta de sororidad real fue denunciada por María Elena Ríos, la saxofonista atacada con ácido en Huajuapan de León, quien acusó que una aspirante a la gubernatura de Oaxaca sin dar nombre le negó el apoyo en el Senado de la República.
María Elena Ríos habló en la conferencia de Kenia López Rabadán en el Senado de la República y acusó a una aspirante a la gubernatura de Oaxaca de negarle el apoyo cuando estaba en el hospital tras ser atacada con ácido en el rostro y su cuerpo.
María Elena Ríos señala que hay mujeres que se pintan de morado en las marchas, que publican de color anaranjado los 25 de cada mes, con motivo de prevenir la no violencia hacia la mujer, pero eso no significa que, en realidad, apoyen a otras mujeres.
En ese sentido criticó duramente a aquellas que con ponerse un huipil creen que ya están ayudando y afirmó que legislar no es una campaña publicitaria. “Legislar es escuchar, comprender, entender, accionar y sobre todo respetar a las otras”.
Por ello, la icónica saxofonista María Elena Ríos sostiene que al hacer lo contrario a legislar los representantes populares, también se genera y ejerce violencia.
Una medida muy simple y sencilla es que incluyan en sus rutinas de vida diaria informar a quien más confianza le tengan la identidad plena de las personas con quienes mantengan relaciones de amistad o sentimentales o convivan.
Esta simple acción sumada a informar la identidad de quienes les traten mal, acosen o agredan, permitirá prevenir e inhibir que, posteriormente, se cometan actos de violencia en contra de esas mujeres dispuestas a autodefenderse.
alfredo_daguilar@hotmail.com
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