El contenido difuso y sobre todo el procedimiento vertical y autoritario del que surge el tan publicitado Plan Estatal de Desarrollo confirma que la simulación se ha convertido en una política de Estado del actual gobierno, expresó el dirigente priísta Eviel Pérez Magaña.
Una vez más se presenta como producto del consenso social un instrumento burocrático elaborado en las oficinas de alguna dependencia del Ejecutivo, e incluso desde las proyecciones teóricas de una institución académica del norte del país, sin ninguna conexión con la realidad del Oaxaca profundo, el Oaxaca de la multiculturalidad y la diversidad demográfica de sus 8 regiones y sus 570 municipios, apuntó.
Lejos de consultar con los presidentes municipales de todos los partidos, con los representantes de los sectores y los factores de la producción, con los distintos colegios de profesionistas y con líderes de agrupaciones políticas y organizaciones sociales, como decía la propaganda oficial, nos encontramos con un documento elaborado por analistas de otras entidades y otras realidades, como en su momento lo hicieron con la reforma constitucional cuyo embrión ideológico se gestó en otras latitudes, señala el presidente del PRI.
“No podemos dejar de observar, otra vez, la distancia abismal entre las declaraciones y las acciones de gobierno en esta administración vacilante. Sería irresponsable no hacerlo. Se habla de consultas masivas y nos encontramos con productos prefabricados. Se habla de foros regionales y temáticos y el diálogo se reduce a encuentros con clientelas cerradas. Se habla de consensos políticos y se imponen soluciones únicas, las suyas. Es la simulación como política oficial y no como flaqueza moral de un funcionario”.
Y es que lo hemos visto una y otra vez, afirma el diputado priísta. Lo vimos con la contratación de deuda pública en términos onerosos, aligerando el peso que históricamente tocó a la federación, pero presentada como una simple “renegociación de pasivos en mejores condiciones”.
Lo vimos con la aprobación de una reforma constitucional, dice, cuyo capítulo social propuesto por los legisladores del PRI fue finalmente desdeñado y pospuesto, en aras de la gobernabilidad y como un gesto de buena fe y corresponsabilidad en los asuntos del Estado.
Lo vimos nuevamente con la elección ilegal y atropellada de un consejo general del Instituto Estatal Electoral, con vicios de ilegitimidad de origen por procedimiento y argumentos de fondo, pues – señala-no se reunió la mayoría calificada al haber excluido al PRI, la primera fuerza parlamentaria: “eso fue menos de una semana después de que desde el gobierno se hablaba que con la reforma constitucional se ponía fin al autoritarismo de Estado”.
Ahora con el Plan Estatal de Desarrollo no extraña que las palabras no correspondan con los hechos, añade el diputado priísta. Los consensos fueron virtuales y las deficiencias de contenido son reales. Para empezar, no vemos que la educación superior ocupe el espacio que merece, sólo porque el Sistema de Universidades Estatales tuvo un impulso formidable, en cantidad y calidad académica, la administración pasada.
La cultura sólo tiene una referencia marginal y simbólica, observa, cuando lo que caracteriza y da rostro a Oaxaca a nivel internacional es justamente su cultura majestuosa: “es uno de los resultados concretos de un ejercicio académico abstracto presentado como documento rector de las políticas públicas de un gobierno”.
El campo, la minería y la propia infraestructura carretera no ocupan el lugar que merecen como ejes de un proyecto serio de desarrollo, continúa,
Finalmente, el dirigente priísta observa que “sólo quien no conoce y mucho menos ha vivido las carencias y las urgencias de Oaxaca se empeña en hablar de resultados a 25 años”. Quizás por ello no se han aplicado los más de 50 mil millones conseguidos por los legisladores priistas para este año, concluye.