Pasan la factura los medios al PRI-gobierno, por su desprecio: Alfredo Martínez de Aguilar

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Para la cultura cristiana occidental la soberbia es considerado el mayor y más grave pecado capital. La causa, motivo y razón, es muy simple y sencilla, atenta contra la inteligencia humana.

En tanto que actitud y conducta, con una alta carga de estupidez, la soberbia niega la inteligencia, considerada soplo divino de la naturaleza humana, que nos hizo a imagen y semejanza de Dios.

Un pecado capital es aquel que tiene un deseo excesivo, de manera tal que un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio como su fuente principal.

Inicialmente lo aprendimos en el hogar familiar de mis viejos abuelos indígenas, después con los religiosos escolapios y lo fundamentamos teológica y científicamente con los geniales jesuitas.

Un silogismo clásico de lógica lo explica: Si Dios no es tonto ni soberbio porque es la perfección y el hombre fue hecho a su imagen y semejanza, éste no tiene por qué ser estúpido por soberbio.

La política y la administración están obligadas a sancionar enérgicamente la altanería porque es discriminante y excluyente, ya que sienta un precedente sumamente negativo de mal ejemplo.

El pecado capital social, político y espiritual de la soberbia genera otros pecados no menos graves como la escandalosa corrupción, la envidia, la ira, el acoso y abuso sexual y la ineptitud por pereza.

Ello explica la serie de estupideces y/o pendejadas en buen castellano que cometen los soberbios, principalmente gobernantes, políticos y servidores públicos de todos los órdenes de gobierno.

También explica el hecho que en el actual proceso electoral federal los diversos medios de comunicación impresos y electrónicos, acentúen sus críticas a los gobiernos federal y locales.

Los gobiernos, federal y locales, no saben comunicar sus logros, a efecto de generar una positiva opinión pública que legitime y convalide el ejercicio del poder con amplia confianza y credibilidad.

Los candidatos del PRI, PVEM, Panal, “Todos por México” pagan la ineptitud de la burocracia responsable del trato con los medios de comunicación en los diversos niveles de gobierno.

De poco o nada sirven los atributos políticos de José Antonio Meade Kuribreña como candidato ciudadano, uno de los principales reclamos del pueblo ante el hartazgo de la partidocracia.

Los responsables de la comunicación de su campaña y del CEN del PRI tampoco han sabido comunicar y, por tanto, vender el invaluable valor de la honestidad de Pepe Meade.

Lo mismo ocurre con sus atributos de ser el mayor y mejor preparado académicamente, así como al contar con la mayor experiencia administrativa en el Gobierno federal en cinco secretarías.

La misma suerte corren a nivel nacional y más en Oaxaca los candidatos a senadores, diputados federales y locales, y concejales municipales de la coalición PRI, PVEM, Panal, “Todos por México”.

Para los perversos genios de la comunicación como Epigmenio Ibarra, es más fácil, cómodo y sencillo destruir la imagen PRI-gobierno destacando sus yerros aprovechando el hartazgo popular.

Como parte del plan debidamente preconcebido y fielmente acatado con MALO, el estratega incubó el huevo de la serpiente que espera termine devorando al PRI con telenovelas y películas.

El objetivo es tomar por asalto el poder en México e imponer una dictadura populista desde dos de los tres poderes, el Ejecutivo con la presidencia y el Legislativo en el Congreso de la Unión.

Epigmenio Ibarra juega el papel de Stephen Bannon a quien llevó 30 años hacer llegar a la presidencia de Estados Unidos al defraudador y evasor Donald Trump, igual que “ya sabes quién”.

Resulta inentendible que la federación no capitalice que la DEA ha probado documentalmente que desde Chicago el Cartel de Los Rojos ordenó la masacre de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Y más inexplicable resulta que el Gobierno de la República no explote la complicidad de Manuel Andrés López Obrador con ese cartel y permita que se siga culpando al presidente Peña Nieto.

Las cosas se agravan con la estúpida actitud de los responsables de las áreas de comunicación social, quienes enloquecidos por la soberbia, son los principales enemigos de los periodistas.

Por más profesionales que parezcan estos personajes y contar con amplia experiencia en cuanto toman posesión del cargo cae sobre de ellos la maldición de la fútil vanidad de la arrogancia.

Estos burócratas de la información, que no del periodismo, aunque algunos ejerzan esta profesión y otros se ostenten como teóricos de la comunicación, hacen mucho daño a sus patrones.

Además, son tan estúpidos y/o pendejos, como prefiera llamarles, que son incapaces de diseñar eficientes y eficaces acciones de difusión de los programas y proyectos de sus candidatos.

En términos sencillos, claros y llanos, los medios tradicionales, prensa, radio y TV, pasan elevadas facturas con sus críticas, por el menosprecio y hasta desprecio que han recibido este sexenio.

El comportamiento de los usuarios de las redes sociales es totalmente diferente, toda vez que las más de las veces estas son fácilmente manipuladas y están preñadas de “trolls” y “bots”.

Es indispensable desmitificar la relación patológica amor-odio entre el gobierno federal y locales, y dejar muy claro que no se trata única y exclusivamente de obtención del famoso “chayote”.

¡No, de ninguna manera! Es una visión y actuación muy torpe por minimizante reducir la justificada molestia de los medios impresos y electrónicos a la exigencia de obtener solo dinero.

No hay relaciones cordiales y respetuosas medios-gobierno, pese a la obligación de respetar el derecho de información, libertad de prensa y de expresión, transparencia y rendición de cuentas.

Esta reiterada violación de la ley, se traduce en un atentado a la libertad de prensa y expresión a grado tal que, la Corte ha ordenado al Congreso legislar en materia de publicidad gubernamental.

Independientemente de la obligada profesionalización y permanente actualización de los medios y calidad de sus contenidos, los criterios discrecionales seguirán privilegiando la simulación.

La mezquindad de los ensoberbecidos periodistas, se han convertido en lobos de los propios periodistas, lo que contribuye al menosprecio y desprecio gubernamental de los mismos.

Rige doble discurso y doble moral hipócrita; dos pesos y dos medidas maniqueas: “¡Todos son pendejos y corruptos menos yo!”. De ninguna manera es así. Siempre hay alguien mejor que uno.

La descalificación entre los propios periodistas se agrava por mezquindad, cuando alguno de ellos gana premios estatales o nacionales por su excelente trabajo, en lugar de alegrarnos y felicitarle.

Esta falta de calidad humana más allá del egoísmo y celo profesional consubstancial a la naturaleza humana ha provocado la división al grado de la pulverización y enfrentamiento entre periodistas.

Es una manida por manoseada maniobra perversa de los propios gobernantes, servidores públicos y políticos, para evitar la unión, que no unidad, porque esta exige un grado de conciencia mayor.

Las políticas públicas en materia de acceso a la información pública y difusión de ésta en los medios, y el remedo de éstas se reduce a la cancelación de convenios sin claridad ni transparencia.

Tampoco hay atenciones de invitación a cubrir giras y reuniones periódicas entre los gobernantes, políticos y servidores públicos brindando apoyo en transporte, por elemental urbanidad.

Peores resultados tiene la solicitud de entrevistas exclusivas con los titulares de los Tres Poderes del Gobierno de la República o de los Estados. Cada vez es mayor la soberbia e insensibilidad.

Los gobernantes de uno y otro orden administrativo olvidan que se puede, pero no se debe gobernar, administrar públicamente y hacer política, sin una estrecha alianza con los medios.

Hoy más que nunca, existe la plena convicción que en la real politik percepción es realidad a grado tal que, lo que no está en los medios de comunicación no existe por más trabajo que se realice.

Detrás de la Noticia
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