La eventualidad obliga analizar y discutir sobre el origen de los sueños. No esa clase de utopías que se conducen entre sábanas, bajo la custodia de la media noche o emergen entre los espasmos del poder y la imaginación.
Tampoco los que endurecen el alma ante inesperados remanentes, que adormecen las mejillas o concentran sus orígenes durante la niñez como un héroe en caricatura o una serie de televisión.
Hablamos de esa aspiración personal de manipular el tiempo y los recursos. Abandonar las escalofriantes estadísticas de pobreza y desempleo, para finalmente, acariciar el éxito que ansía un adulto a eso de los veintiséis.
El ensayo conduce una equivocación permanente e involuntaria. Un minucioso análisis sobre lo que representa el emprendimiento y los estigmas del marketing o la comercialización.
La tenacidad consagra una balanza entre la falta de oportunidades, la comodidad de un empleo o la coyuntura hacia una educación. Converge en medida se administran los ahorros de familia y se estigmatiza sobre el monto de inversión.
La aparición de Covid-19, motiva una reflexión escrupulosa sobre el desafío al que se enfrenta un empresario y comerciante para derrumbar tan elocuente pesadilla o espelúznate parálisis de sueño que irrumpe ante la fatalidad de gobernantes.
El sueño persiste sin importar la contingencia, pero:
Cómo renunciar a la ilusión que constituye despertar durante las mañanas y reconocer a la distancia el nerviosismo que evoca el cielo y los altares ante la primera venta del día.
Cuando se ignora por completo la responsabilidad que conduce la obscuridad a eso de las cuatro treinta para descargar la mercancía, derrumbar al tiempo, los prejuicios y consumar entre sollozos pensamientos eso que llaman responsabilidades del hogar.
Cuando se omite en absoluto el dolor sobre la planta de los pies, las consecuencias de una inadecuada alimentación o el psicoanálisis para intuir los deseos de un cliente insatisfecho e intranquilidad que emerge en la memoria ante el pago de la renta o los domingos de quincena.
Cuando se ambiciona el uso de tecnologías para consagrar mejores ventas y se tolera caminar bajo las inclemencias del tiempo a eso de las catorce treinta. Equivocarse en cuatro y consumar solo en una.
Cuando no se tiene idea, lo que implica ser emprendedor, convertirse en amigo, y al tiempo en médico, psicólogo y hasta confidente. Vislumbrar el aparador como un confesionario y soñar con la duplicidad de una célebre oportunidad de compra-venta- o prestigiosa oferta-demanda.
La pandemia representa un antes y un después para el sector económico del mundo. El ahora, constituye una oportunidad clave para el desarrollo del país. En tanto se desconozca lo que simboliza el sueño de concebir un negocio, en poco favorecerán las políticas públicas que puedan intuir.