“El vulgo se deja cautivar siempre por la apariencia y el éxito”
“De vez en cuando las palabras deben servir para ocultar los hechos”
“El que es elegido príncipe con el favor popular debe conservar al pueblo como amigo”
“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”
“Todos los Estados bien gobernados y todos los príncipes inteligentes han tenido cuidado de no reducir a la nobleza a la desesperación, ni al pueblo al descontento”
“Es de gran importancia disfrazar las propias inclinaciones y desempeñar bien el papel del hipócrita”
“Quien engaña, encontrará siempre quien se deje engañar”
“La experiencia siempre ha demostrado que jamás suceden bien las cosas cuando dependen de muchos”
N.Maquiavelo
Platón decía que todos los buenos gobernantes debían saber de matemáticas y de filosofía. La sabiduría de los clásicos nos alcanza, por eso son clásicos. Sin importar el tiempo ni el lugar, sus palabras son lecciones que cada vez menos conocen.
Gabino Cué, político joven de buen porte.
Presentable y carismático, como ningún otro político que se había visto en Oaxaca, formado académicamente en los números, con credenciales para producir los mayores beneficios con el menor número de recursos posibles, como lo demanda su profesión, iniciaba hace 15 años su meteórico ascenso, cuando de ganar elecciones se trataba.
Oaxaca capital, gobernado por primera vez en la historia de México, por un partido en ciernes, era su caja de resonancia. Era la primera vez que ganaba el hombre, sin el partido. Probablemente usted recuerde su gestión sin pena ni gloria, obligado a llevar él solo el timón del municipio más importante del estado. Era Gabino y nadie más. No sé si usted recuerde –amable lector a alguno de sus regidores.
Por esos mismos años, la holgura y protección del partido oficial propiciaron en su interior una crisis de operación electoral.
Nunca quisieron ver que Oaxaca había cambiado y el exceso de confianza y las prácticas de todos los trienios hicieron que el PRI perdiera nuevamente la elección frente a un nuevo prototipo del político aristócrata, de abolengo que con su pulcritud y personalidad sedujo al “vulgo” que no dudó en experimentar con su voto algo distinto del pan con lo mismo y después de una breve escala en la Secretaría de Gobernación, regresó a Oaxaca a ganar un escaño en el Senado y en 2010 la gubenatura del estado.
Era un Oaxaca que ya no quería violencia, represión, burbujas, barricadas. Un pueblo que quería olvidar pronto aquella figura del hombre fuerte, del “tirano”, del carnicero. Oaxaca quería una salvación de Ulises y de la APPO.
El héroe reapareció y los oaxaqueños se entregaron a quien seis años antes le habían negado su voto en las urnas.
Prácticamente sin competencia, con un PRI, aún más dividido, alérgico a la autocrítica y un candidato inventado, Gabino Cué Monteagudo seguía siendo el paladín, el redentor el salvador de el Oaxaca de ese entonces, donde legalmente no se comprobó la ingobernabilidad. Aunque ni el legislativo ni el judicial trabajaban y aún a pesar de que el propio gobernador saliente, huyó al entonces Distrito Federal dejando botado el changarro.
Solo algunas dependencias del gabinete ampliado fueron las que conservaron a flote el gobierno, no cerraron e hicieron posible que la suprema corte declarada infundada la petición de estado de ingobernabilidad buscada por los líderes de la APPO. Ni las gracias les dieron.
Era la alternancia, el gobernante con los máximos niveles de aprobación. Sólo el voto duro del PRI estaba contra él. No fue la coalición, fue Gabino.
Comenzó ejerciendo el poder de una forma no muy distinta a la de su predecesor.
Se rodeó de una camarilla, y Ztefan Zweig volvió a tomar la pluma para escribir fielmente la historia de su mandato. ¿Cuál fue la clave del desastre? Solo debió haber un Fouché y él permitió una insana competencia entre varios.
Ganaron su oído y les entregó el gobierno. Hace algunos años, aquí lo escribimos, “Con alcanzar su gran sueño ser el Gobernador, redentor, amado y salvador, cumplía su designio histórico, casi divino”.
Jamás le interesó administrar, (se le olvidaron la matemáticas), ni mucho menos gobernar, para eso estaban sus “Fouchés”; quien terminara vivo tendría facultades plenipotenciarias para tomar las decisiones que a él correspondían.
De entre todos los perversos, el más perverso ganó y ese triunfo fue el sello de su más humillante y perpetua derrota. En lugar de “Virrey”, debieron llamarle “Fouché”.
Hizo recordar a Gabino las matemáticas, pero su más grande enseñanza fueron las “matemáticas aplicadas al latrocinio”. Gabino llegó con un índice de popularidad muy alto y colmado de expectativas.
Desde los primeros meses comenzó a recibir reclamos por incumplimientos, su gabinete comenzó a competir para ganarse personales simpatías, que a la postre se convirtieron en sus más recalcitrantes detractores. ¿Un ejemplo? Benjamín Robles Montoya, cuya vida gira alrededor de Gabino y no da tregua.
En contra del gobernador ganó una senaduría, abrió paso a una nueva generación de servidores públicos y sobre las cenizas de Gabino, a fuerza de reiteradas denuncias, pronunciamientos, puntos de acuerdo y propaganda negra, posicionó a Gabino como el peor gobernador en la historia de Oaxaca, peor aún que el anterior.
Benjamín Robles Montoya marcó la diferencia entre un Gabino Cué recordado como gris, y la percepción casi unánime que los oaxaqueños tenemos: el jefe de una camarilla de inhumanos saqueadores del dinero de nuestros impuestos y de los impuestos de personas físicas y morales de otros estados.
Cuatro presupuestos históricos se hicieron agua, la falta de circulante, oaxaqueños sin empleo, un estado con obras inconclusas en todas sus regiones; un asesino que permitió que su Secretario de Salud jugara con la salud y las vidas de los oaxaqueños.
Hubieron en sus seis años más muertos por falta de atención médica que por homicidios dolosos.
Es curioso. Hoy que el mundo se pinta de naranja por diez y seis días, a invitación de la ONU, contra la violencia hacia niñas y mujeres, despedimos al “presidenciable” del “naranja, naranja”, que mató el último reducto de esperanza que le quedaba al pueblo.
¿Qué es lo que más ofende y lastima a los oaxaqueños?
Que haya tomado el poder como un negocio de unos cuantos que sonríen en las comparecencias, que exhiben cínicamente sus lujos y sus viajes; que desparpajadamente dicen que dejan una deuda, pero que “no es relevante”; que dicen que a los proveedores sí se les va a pagar, pero en “la próxima administración”, que hicieron oídos sordos y aprovecharon para sí y sus cómplices a temas tan delicados como la presa “Rompepicos” o “Punta colorada”; que de la noche a la mañana aparecen como dueños de restaurantes de esos llamados “bistro” en la ostentosa avenida Masaryk, la zona más exclusiva de Polanco; con sus hijos estudiando en el extranjero, mientras la sección 22 que le dio todo su respaldo, hoy lo aborrece más que al “tirano”.
¿Cuál es el monto real de la deuda que Gabino, Fouché y compañía dejan al partir? No sé cuándo lo sepamos, día a día nos levantamos con novedades y a la hora de redactar estas líneas, en el CECYTEO del “académico” Victor Raúl “no se qué”, sus trabajadores preguntan protestando por 3 millones de pesos, concepto de sus salarios; los trabajadores de la Secretaría de Finanzas retenían a su Titular Arnaud Viñas; los transportistas hacían de la ciudad un caos por incumplimientos de la secretaría del ramo, retenían al Secretario en sus oficinas y anunciaban para dentro de unas horas más bloqueos si no se cumplían sus acuerdos; Gabino Cué era buscado por brigadas de empresarios para retenerlo donde lo encontraran; los trabajadores del hospital civil comenzaban a cobrar las consultas ante la falta de sus pagos; el IEEPCO reclamaba meses de prerrogativas para los partidos políticos y actividades ordinarias; Hugo Jarquín, videograbado, sin lógica, argumentación ni fundamentos, se definía en el primer lugar de la fila para el reparto de los recursos a las organizaciones de “lucha social” del gobierno que viene; oficinas eran saqueadas a plena luz del día como en las alternas de la SEGEGO.
El perredista Jesús Zambrano declaraba a un medio local que su correligionario Gabino Cué “le quedó a deber a Oaxaca”;la aseguradora “Quálitas” anunciaba la suspensión de la cobertura de siniestros a la Policía Estatal; José Cárdenas anunciaba a nivel nacional que Gabino dejaba a los empresarios oaxaqueños al borde de la quiebra; el Fiscal General traficaba plazas de bases para comandantes; Denisse Maerker daba cuenta de nuestra vengonzante realidad en el segundo noticiario más visto de México; los policías anunciaban paro de labores, en las próximas horas; el Vocero del gobernador asistía al octavo encuentro de periodistas de Oaxaca a defender lo indefendible; los familiares de pacientes del hospital general debían comenzar a proveer de alimentos especiales; los trabajadores de base de Caminos y Aeropistas de Oaxaca se ponían en paro en la mixteca; Benjamín Robles declaraba a Oscar Mario Beteta petición de Juicio Político a Gabino Cué y Colocaba espectaculares con diversas leyendas cargadas más de odio y deseo de venganza que de justicia; burócratas denunciaban con movilizaciones que Cué se llevaba 177 millones de pesos del fondo de pensiones y asi …
Lo cierto, a esta hora de la madrugada, amable lector, es que Gabino Cué se estrena en los medios nacionales, junto con Tomás Yarrington, como los dos nuevos mandatario y ex mandatario “en capilla”.
Y le comparto de buena fuente que el próximo gobierno no va a pagar un solo peso de la deuda. No tiene por qué. Que paguen los que robaron.
Más que cárcel, el ciudadano quiere que devuelvan los miles de millones que no son de ellos, pero también quiere cárcel. Primero lo robado, después al patíbulo. Es una exigencia que se ha hecho viral.
¿Qué dependencias entregarán sus finanzas en orden? Yo creo que ninguna. Y con esto no digo que los titulares hayan robado para sí, pero sí tomaron dinero de programas o acciones y se los entregaron a algún superior: Gabino o Fouché.
El Gobierno Federal, la SHCP, la Auditoría Superior de la Federación y la PGR deben actuar rápido para evitar cartel de recompensas.
No es un deseo, ni una animadversión personal; es el simple y necesario deseo de justicia, de legalidad, de Estado de Derecho, de transparencia y rendición de cuentas y de aplicación de la normatividad penal que proceda. Las leyes se hacen para cumplirse y es tarea del ejecutivo cumplir con lo que el legislador, los representantes populares disponen.
Así es que vayamos tomando el ejemplo de Quintana Roo, que no quiere que su ex gobernador corra la misma suerte del Veracruzano Duarte.
Lex dura, Sed Lex
@MoisesMolina