El Papa Benedicto XVI sorprendió al mundo el lunes al anunciar que ya no posee la fortaleza física y mental para afrontar las exigencias de su cargo y se convirtió en el primer Sumo Pontífice en dimitir desde la Edad Media, dejando a sus asesores perplejos.
El Papa de 85 años nacido en Alemania, considerado como un héroe por los conservadores católicos y visto con sospecha por liberales, dijo que había notado que su fuerza se había deteriorado en los últimos meses.
Un portavoz del Vaticano dijo que el Papa no había renunciado por las “dificultades de su papado” y que la decisión los tomó por sorpresa, en una señal de que incluso sus asesores más cercanos desconocían su decisión.
Benedicto XVI, líder de los 1.200 millones de católicos en el mundo, no teme una división en la Iglesia tras su partida, sostuvo el portavoz.
El Papa no participará del cónclave que elegirá a su sucesor, agregó a periodistas el padre Federico Lombardi.
Su papado se vio opacado por una serie de escándalos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes que mancharon a la Iglesia Católica, por un discurso en el que irritó a la comunidad musulmana y por la crisis surgida tras la filtración de documentos clasificados del Vaticano por la que se responsabilizó al mayordomo del pontífice.
En un comunicado, el Papa dijo que “de cara a gobernar la barca de San Pedro y difundir el Evangelio, son necesarias tanto la fortaleza de mente como la del cuerpo, fuerza que en los últimos meses se ha deteriorado hasta tal punto en mi que he tenido que reconocer mi incapacidad para cumplir adecuadamente el ministerio que se me confió”.
“Por esta razón, y siendo muy consciente de la seriedad de este acto, por propia voluntad declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro”, dijo el Papa en un comunicado emitido por el Vaticano.
Antes de ser elegido Papa, el ex cardenal Joseph Ratzinger era conocido por apodos tan severos como “el rottweiler de Dios”, en referencia a su estricta postura en torno a asuntos teológicos.
Pero después de varios años en el cargo, el pontífice empezó a mostrarse cada vez menos expresivo.
En los últimos meses, el Papa lucía cada vez más frágil en sus apariciones públicas, e incluso a veces necesitó ayuda para caminar.
El Sumo Pontífice renunciará el 28 de febrero a las 1900 GMT, momento en el que quedará vacante el cargo para la búsqueda de un nuevo Papa. Benedicto XVI sucedió a Juan Pablo II, uno de los líderes de la Iglesia Católica más populares de la historia.
ESTILO MENOS ACTIVO
Un portavoz del Gobierno alemán dijo que estaba “conmovido” por la noticia, mientras que el jefe de los rabinos de Israel elogió sus esfuerzos por relacionarse con otras comunidades religiosas y le deseó buena salud.
Elegido como Papa el 19 de abril del 2005 a los 78 años – 20 años más que los que tenía Juan Pablo II cuando se convirtió en pontífice- Benedicto XVI gobernó un Vaticano con un estilo más pausado, cerebral y menos impulsivo.
Pero aunque los conservadores lo elogiaron por intentar reafirmar la identidad tradicionalista de la Iglesia Católica, sus críticos lo acusaron de darle la espalda a reformas que han estado pendientes por casi medio siglo y de perjudicar los diálogos con las comunidades musulmana, judía y otras iglesias cristianas.
Con un comportamiento moderado, el papa alemán parecía desplegar un intelecto que lo dejaba preparado para analizar minuciosamente trabajos ideológicos en favor de la pureza dogmática y debatir ferozmente ante los disidentes.
Luego de parecer incómodo al inicio de su papado, comenzó a sentirse gradualmente más a gusto con su labor y demostró que buscaba Pese a la enorme popularidad de su carismático predecesor – a quien colocó en la vía rápida hacia la santidad y al que beatificó en el 2011 – sus asesores dijeron que Benedicto XVI estaba resuelto a no cambiar su estilo para imitar a Juan Pablo II.
Un religioso de maneras relajadas que tocaba el piano, el Papa logró mostrar al mundo un lado más amable del hombre que fue el jefe de aplicación de doctrinas del Vaticano por casi un cuarto de siglo.
Primer Papa alemán en unos 1.000 años y el segundo pontífice no italiano por vez consecutiva, Benedicto XVI viajó regularmente, realizando alrededor de cuatro itinerarios al año, pero nunca pudo atraer a las multitudes vistas en las apariciones de su predecesor.
SERIE DE ESCANDALOS
Los abusos sexuales a niños afectaron profundamente buena parte de su pontificado. Ordenó una investigación oficial sobre casos en Irlanda que llevó a la renuncia de varios obispos.
El escándalo a partir de una fuente mucho más cercana se produjo en el 2012, cuando el mayordomo papal, responsable por vestirlo y servirle sus alimentos, fue encontrado culpable de filtrar documentos que denunciaban actos de corrupción en los asuntos del Vaticano, lo que generó irritación a nivel global.
Benedicto XVI confrontó el propio pasado de su país cuando visitó el campo de concentración nazi de Auschwitz.
Describiéndose como “un hijo de Alemania”, oró y se preguntó por qué Dios estuvo silencioso ante la muerte en el campo de 1,5 millones de personas, en su mayoría judíos, durante la Segunda Guerra Mundial.
Ratzinger fue parte de las Juventudes Hitlerianas durante la Segunda Guerra Mundial, cuando la participación era obligatoria. Nunca integró un partido nazi y su familia se opuso al régimen de Adolf Hitler.
Pero su viaje a Alemania también desató una de las mayores crisis de su pontificado. En un discurso en una universidad, citó a un emperador bizantino del siglo XIV al decir que el Islamismo sólo trajo maldad al mundo y que había sido propagado a punta de espadas.
Tras protestas que incluyeron ataques a iglesias en Oriente Medio y la muerte de una monja en Somalia, el Papa dijo más tarde que lamentaba el malentendido causado por su discurso.
En una medida que fue vista como ampliamente conciliatoria, a fines del 2006 el Papa realizó una visita histórica a la Turquía mayormente musulmana, donde rezó en la Mezquita Azul de Estambul.
Sin embargo, meses más tarde el ex presidente iraní Mohammad Khatami se reunió con el líder católico y dijo que las heridas entre cristianos y musulmanes todavía eran “demasiado profundas” tras el discurso polémico en Regensburg.
Agencias